Todavía, para nosotros,
Hay un solo Dios,
El Padre
I Corintios 8:6
¿Por qué debería leer este libro?
Díos nos aconseja: “Mira todo, retiene lo que es bueno”. Usted puede pensar que ya conoce toda la verdad con respecto al tema que vamos a abordado en este libro, y por lo tanto no sentir necesidad de leerlo. Pero, la Palabra de Díos dice: “engañoso es el corazón del hombre; ¿Quién lo conocerá?” Pensando que ya sabemos todo sobre un tema, ó que tengamos la verdad sobre él, Díos nos invita a revisar nuestros conceptos, pues sabe que podemos estar engañados sin saberlo. Hablando a los de Su iglesia en los últimos días, Jesús explica: “pues tu dices: Estoy rico y abastado y no necesito de cosa alguna, y ni sabes que tú es infeliz, si, miserable, pobre, ciego y desnudo” Apocalipsis 3:17. Jesús sabe que la iglesia de los últimos días estaría compuesta por personas que todavía piensan tener la verdad, pero no la tendrían. Estaban engañadas y no lo sabían. Por eso dijo a sus miembros: “no sabes”. ¿Creemos nosotros que somos parte de iglesia de Dios en estos últimos días? ¿Usted lo cree? Entonces, podemos ser parte de aquellos descritos por Jesús – engañados y que “no saben”. Tenemos por lo tanto, una buena razón para leer este libro, y verificar si nuestra creencia subsiste a la prueba bíblica. Atendamos al consejo divino “Examinadlo todo, retiene lo bueno”
Introducción
¿Debemos tener miedo de estudiar sobre la Divinidad?
Quien lee la Palabra de Dios por mucho tiempo ó frecuenta alguna iglesia, es bien probable que tenga un concepto personal de quien sea Dios, o de cuantas personas forman la Divinidad. Es también posible que debido a sus convicciones, tenga un cierto recelo, y por que no decir miedo, de estudiar este tema, temiendo pecar contra Dios. Este miedo puede ser originado por diversas razones. No pretendemos abordar todas en esta sección, pero nos gustaría tratar las objeciones más comunes al estudiar este tema.
El pecado contra el Espíritu Santo
Muchos, posiblemente la gran mayoría de los cristianos, creen que el Espíritu Santo es un Dios, integrante de la “Santísima Trinidad Divina”. Así temen estudiar cualquier material que trate de su “persona” y obra, con miedo de cometer el pecado contra el Espíritu Santo. Toman como base para tal actitud el texto de abajo:
28De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Marcos 3:28,29.
Cuando entendamos cual es el pecado contra el Espíritu Santo este miedo desaparecerá. ¿Por qué Jesús dijo que aquél que blasfemare contra el Espíritu Santo no tiene perdón? El verso siguiente aclara el que presentamos arriba:
. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo." Marcos 3:30
Los fariseos dijeron que Jesús estaba poseído de un espíritu inmundo (demonio) al hacer sus milagros. Sabemos que Jesús hacía los milagros con el poder de Dios (Hechos 2:22). Al decir que Jesús los hacía por el poder de Satanás, no hablaban con ignorancia, pues tenían pruebas convincentes de que las obras de Jesús estaban en armonía con las Escrituras. El fariseo Nicodemo lo había confesado:
“Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.”
Juan 3:2
Es a través del Espíritu Santo que Dios convence de “pecado” (Juan 16:8). Al atribuir la
obra del Espíritu de Dios a Satanás, los fariseos estaban voluntariamente rechazando el medio por el cual Dios podría convencerlos de pecado. No había otro medio, más allá del Espíritu, por lo cual Dios pudiese llevarlos a que se arrepintieren. Rechazando el medio proporcionado por Dios, los fariseos no se arrepintieron de sus pecados, no pudiendo por lo tanto, ser perdonados. Es por esta razón que sus pecados no tenían perdón. El pecado de los fariseos fue el de voluntariamente atribuir a Satanás la obra del Espíritu Santo. Jesús dijo que ellos estaban pecando contra el Espíritu Santo cuando hacían eso. Muchos entendían que pecar contra el Espíritu Santo seria negar la “persona” o su “divinidad”. Entonces, vemos aquí que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no es este el caso.
Negar a Dios – Hechos 5:3,4
Otro temor que muchos tienen es el de negar a Dios al cuestionar la “Deidad” del Espíritu Santo. El principal texto que los lleva a pensar así se encuentra-en Hechos 5:3,4:
“3Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
Muchos hacen la siguiente deducción, con base en el texto de arriba: Ananias, cuando mintió al Espíritu Santo, mintió a Dios, y dicen que el Espíritu Santo es Dios. Comparando el texto de arriba, con todo el libro de los hechos, muestra que está lejos de llevarnos a tal conclusión. Vea lo que el autor de Hechos escribió sobre el Espíritu Santo, en el capítulo 20:28
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”
Según leemos arriba, el Espíritu Santo es Aquel que compró la iglesia con Su propia sangre. ¿Quién es esta persona que derramó Su sangre por nosotros? Sabemos que fue Jesús. El autor del libro de Hechos se refería a Jesús cuando decía “Espíritu Santo” en este pasaje. Si el autor del libro de hechos desease enseñar en el capítulo 5 que el Espíritu Santo es una persona divina, un “Dios”, no usaría el término “Espíritu Santo” para se referirse a Jesús, que compró la iglesia con su sangre, en hechos 20:28. Entonces, enseñar que en Hechos 5 que el Espíritu Santo es una persona divina, un “dios”, es algo precipitado.
Capítulo 1 – El Espíritu Santo
El Espíritu Santo Consolador
Jesús, cuando estaba todavía en la Tierra, habló sobre la obra del Espíritu Santo, llamándolo “Consolador”:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.
Note que en el texto de arriba, Jesús le dijo a los discípulos que ellos ya conocían el Consolador, el Espíritu de verdad:
“Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.”
¿Quien es que ya habitaba con los discípulos durante 3 años y medio? Jesús era el que habitaba con ellos. Jesús dio a entender a los discípulos que, al hablar del Consolador, estaba hablando de El mismo. Las palabras que El dijo en seguida reforzaron esta idea:
“No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros.”
En la frase de arriba, Jesús mostró a los discípulos que El volvería como el Consolador. Pero alguien podría todavía pensar que Jesús se estaba refiriendo, no a Su venida como Consolador, pero si a Su segunda venida a la Tierra. Para evitar que los discípulos llegasen a tal conclusión, Jesús sigue:
“Aun un poquito, y el mundo no me verá más; empero vosotros me veréis; porque yo vivo, y vosotros también viviréis.” Juan 14:19
La Biblia declara que, cuando Jesús venga por segunda vez a la tierra, “todo ojo Lo verá” (Apocalipsis 1:7); esto incluye todos los que están en el mundo. Pero al hablar de la venida del Consolador, Jesús dijo que “el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis”. Vemos que Jesús no se refería a Su segunda venida a la Tierra, era a Su venida como Consolador, cuando solamente los creyentes Lo recibirían. Algunos creen que, por Jesús haber dicho que enviaría “otro” Consolador, Él se refería a otra persona, no a El mismo. Como vimos, Jesús explicó que no era eso lo que Él deseaba enseñar. Al hablar de “otro”, se refría-a Él. Jesús se refería muchas veces a Si mismo en la tercera persona del singular, o sea, en lugar de decir “Yo”, hablaba de si mismo como de otra persona. Vea algunos ejemplos:
“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.”
Mateo 17:9
" Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
“Sucedió que, mientras iban conversando y discutiendo el uno con el otro, el mismo Jesús se acercó e iba con ellos.
Pero sus ojos estaban velados, de manera que no le reconocieron… Entonces él les dijo: --Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas y que entrara en su gloria?
Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él.” Lucas 24:15, 16, 25, 26, 27.
¿Quienes eran “el Hijo del Hombre” y el “Cristo”, mencionados por Jesús en los textos de arriba?
El mismo; pero Él hablaba como si fuera otra persona. Esta era una forma de hablar de Jesús sin atraer la gloria para Si. Es digna de nuestra imitación. Lo mismo se da en el caso de Juan 14:16, en cuanto al Consolador. Cristo habla de Si mismo como si fuera de otra persona (de donde sale la palabra “otro”). Quien conoce a Cristo, y esta familiarizado con la forma de cómo Él habla, sabe que estaba hablando de Si mismo.
Y el propio apóstol Juan, el discípulo amado, aprendió de Jesús, y también se refirió a si mismo por la palabra “otro”:
“Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, y les dijo: --Han sacado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo e iban al sepulcro.
Y los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó primero al sepulcro.” Juan 20:2-4
Juan es el autor del evangelio que lleva su nombre. El escribió el texto de arriba. Al referirse a si mismo, no dijo “yo”, dijo “el otro”. Esta es una forma humilde de referirse a si mismo. El solamente podría haber aprendido esto de Jesús, el “manso” y “humilde”, a quien amaba. Aprendió a referirse a si mismo como “el otro”, del propio Jesús. Así, no es conferida gloria por él a su propia persona.
Es conveniente que sepamos algo más sobre el Consolador. Sabemos que es Jesús, ¿pero seria Jesús en persona, o no? Leamos con atención las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos:
“Consolador…vosotros lo conocéis, porque Él habita con vos y estará en vos.”
Juan 14:16,17.
¿Dónde estaría El Consolador? Dentro de los discípulos. Después de regresar a los cielos, Cristo, en persona, estaría en el cielo, actuando como Sacerdote y mediador entre Dios y los Hombres. Los apóstoles lo sabían tanto, que Pablo, hablando de El, escribió:
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 2ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. …
24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”
Hebreos 8:1,2; 9:24
Mientras estaría en persona en el cielo para interceder por los hombres, Cristo habitaría en el corazón de los creyentes por medio de Su Espíritu, como Consolador. Él enseño en Juan 14 que Él Consolador es El, no en persona, pero si en Espíritu. El Consolador es el propio Cristo, despojado de la personalidad de la humanidad. Esto era exactamente lo que Pablo entendía:
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.”
Gálatas 4:6
“Sin embargo, vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”
Romanos 8:9
Por medio de Su Espíritu, Cristo habitaría en el corazón de los creyentes. El Espíritu subyuga las voluntades egoístas, y lleva todos los pensamientos en sumisión a Cristo. Fue por recibir el Espíritu de Cristo, el Consolador, en Su corazón, que Pablo pudo decir: “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” Gálatas 2:20
La palabra “Espíritu” como el Consolador
Las religiones paganas antiguas y el espiritismo enseñan que el espíritu es una entidad independiente del cuerpo de una persona. Esta no es la definición bíblica para la palabra “espíritu”. Las palabras traducidas de los originales como “espíritu” son en hebreo “ruach” y en griego “pneuma”, y también significa “soplo”, “viento”. En Juan 20, esto es enseñado de forma bien clara:
“Entonces Jesús les dijo otra vez: "Paz a vosotros! Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío a vosotros."
Habiendo dicho esto, sopló y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo.” Juan 20:21, 22.
Jesús sopló sobre los discípulos y dijo: “recibid el Espíritu Santo”. Para los discípulos, el Espíritu Santo era como un “soplo” de Jesús, y no una persona independiente del cuerpo, como afirma el espiritismo. La Biblia no nos da una definición precisa sobre la naturaleza de este soplo (de lo que es formado), pero nos aclara que nos convence del pecado, de la justicia y del juicio (Juan 16:8), dirige y guía la vida de los creyentes (Hechos 16:7), capacita los hombres a hacer la obra de Díos (I Corintios 7:7-10), subyuga nuestros malos deseos (Gálatas 5:16), y transforma nuestra vida (Gálatas 5:22, 23). En otras palabras, nos revela lo que es necesario que sepamos sobre él. En cuanto a la naturaleza del Espíritu Santo, vale la regla bíblica: “Las cosas encubiertas pertenecen al Señor, nuestro Dios” Deuteronomio 29:29.
El Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo
Ya vimos que el Espíritu de Cristo es el Espíritu Consolador, que El sopló sobre los discípulos. Leamos en la Biblia el término “Espíritu de Dios”:
“Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él…Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:9, 11.
El texto de arriba menciona claramente un “Espíritu” del Padre, que resucitó a Cristo de entre los muertos, y otro “Espíritu” de Cristo. ¿Serian “Espíritus” diferentes, o el texto se refiere al mismo Espíritu, compartido entre ambos? Jesús, en Juan 15:26 nos da luz sobre el asunto:
"Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu de verdad que yo os enviaré de parte del Padre, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.”
Juan 15:26.
Jesús dijo que el Espíritu Consolador, Su Espíritu, que el enviaría, venia y procedía del Padre. Así, el Espíritu Consolador es también el Espíritu de Dios. ¿Como puede Jesús enviar el Espíritu del Padre a nosotros? Leamos en Hechos:
“A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”
Hechos 2:32,33.
“Me refiero a Jesús de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
Hechos 10:38
La Biblia nos declara que Jesús recibió del Padre el Espíritu Santo. Dios ungió a Jesús con Su Espíritu, y entonces Jesús puede soplarlo, y derramarlo sobre los discípulos. Vemos que El Espíritu de Dios y el de Cristo es el mismo, pues el Espíritu que Jesús envió, El lo Recibió de Dios. Jesús mismo dijo que las cosas de El son, también son del Padre:
“Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: Juan 17:1
Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos.” Juan 17:10
¿El Espíritu Santo es una persona?
Los discípulos no creían que El Espíritu Santo era una persona. ¿Debemos nosotros aceptar tal concepto? Vamos a escudriñar la Palabra de Dios:
“A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”
Hechos 2:32,33.
El pasaje de arriba habla sobre el derramamiento del Espíritu Santo sobre los discípulos en el Pentecostés. Existen dos palabras claves en ella que nos ayudarán a identificar si el Espíritu Santo es presentado como una persona o no: Son ellas “derramó” y “esto”.
El texto nos afirma que Cristo “derramó” el Espíritu Santo sobre los discípulos.
Podemos derramar agua, aceite, leche y otros sobre alguien. ¿Pero podemos derramar una persona? No, imposible. Se ve que El Espíritu Santo que fue derramado no era una persona. Ni tampoco lo podría ser, pues, ¿como podría una persona ser derramada sobre 120 personas, como ocurrió en Pentecostés? La Biblia siempre presenta a las personas siendo ungidas con aceite, simbolizando que recibirían el Espíritu Santo. Citamos un ejemplo:
“Entonces Jehová dijo: --Levántate y úngelo, porque éste es!
Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová descendió con poder sobre David.”
I Samuel 16:12, 13.
En este pasaje, el apóstol también afirma, refiriéndose al Espíritu Santo, que Jesús derramó “esto” que miras. ¿La palabra “esto” puede ser usada para referirse a una persona? Le gustaría que alguien, al referirse a usted dijera: entonces, vino “esto” hasta nosotros. Es posible que usted mismo se ofendiese, ¿no es verdad? La palabra “esto” es usada para referirse a objetos y cosas impersonales, pero nunca a una persona. El uso, por el apóstol, de la palabra “esto” para referirse al Espirito Santo, demuestra que no es una persona. Si fuera una “persona” o un Dios, el apóstol se referiría con respeto.
Adicionalmente, nos acordamos que los símbolos del Espíritu Santo presentados en la Biblia – agua (Juan 7:37-39), aceite (Zacarías 4:2-6) – siempre nos acuerdan algo sin forma; nunca nos recuerdan una persona.
Atributos “personales” del Espíritu Santo
En diferentes partes de la Biblia, encontramos referencias a acciones personales atribuidas al Espíritu Santo. Encontramos pasajes en los cuales es dicho que el Espíritu
gime, intercede, se entristece, habla, etc. ¿Que significa esto? No es difícil de entender, después de analizar algunas de ellos. La Biblia presenta comparativos entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios que nos ayuda a entenderlos. Vamos tratar de entender bien estas comparaciones, y también la manera por la cual la Biblia se refiere al espíritu del hombre. Entonces, será fácil entender los pasajes que presentan atributos personales al Espíritu Santo:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Ya vimos que el espíritu del hombre no es una entidad independiente, un ser separado. Por lo tanto, la palabra “espíritu”, usada arriba, no se está refiriendo a eso. Una lectura más detallada nos muestra que la palabra “espíritu” está siendo utilizada para referirse a la mente del hombre. Cinco versos más adelante, Pablo, el escritor de la carta a los Corintios, confirma que era esto lo que quiso decir, pues afirma: “Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.” I Corintios 2:16.
De hecho, haciendo la sustitución de la palabra “espíritu” por “mente” en el texto de arriba, vemos que el texto queda bien claro:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu [su mente] del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Habiendo entendido la palabra “espíritu” referida al hombre en este texto, es fácil entender el sentido de ella cuando es aplicada a Dios, en el mismo verso, pues el propio texto explica:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Como las cosas del hombre nadie las conoce, sino su mente, así también las cosas de Dios, nadie las conoce sino El Espíritu, o sea la mente de Dios. Cinco versos más adelante, el autor confirma que era eso mismo lo que deseaba que entendiéramos:
“Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.” I Corintios 2:16.
Queda evidente que la palabra “espíritu” fue usada en sentido figurado (en este caso representando la “mente”). Este no es el único pasaje donde esto ocurre. Vea otros casos:
“Acab se fue a su casa decaído y enfadado…Jezabel, su mujer, fue a él y le preguntó: --¿Por qué está decaído tu espíritu, y no tomas alimentos?”
I Reyes 21:4, 5.
El rey Acab se sentía disgustado con sus pensamientos. La expresión “decaído tu espíritu” demuestra que estaba decaído en su mente.
El profeta Juan, refiriéndose al hecho de estar su mente en visión, dijo que estaba en “espíritu”:
“Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
Que decía: Yo soy el Alpha y Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves,” Apocalipsis1:10,11
Y Pablo escribió a los creyentes:
“La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.”
Filemón 1:25.
Ya vimos que la Biblia a veces usa la palabra “espíritu” para referirse a la mente del hombre. Sin embargo, encontramos diversos pasajes que mencionan el “espíritu” del hombre, atribuyéndole, acciones personales. Citamos un ejemplo:
“Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora; mas mi entendimiento es sin fruto.”
I Corintios 14:14.
Pablo decía que su espíritu oraba, refriéndose al hecho de que oraba en la mente. Note que, la acción fue atribuida al “espíritu” de Pablo en el verso, entendiéndose que la acción fue de hecho del “dueño” del espíritu, en este caso de Pablo. Veamos otro ejemplo:
“Por tanto, hemos sido consolados. Pero mucho más que por nuestra consolación, nos gozamos por el gozo de Tito, porque su espíritu ha sido reanimado por todos vosotros.”
II Corintios 7:13.
Sin embargo se ha dicho que el “espíritu” de Tito fue reanimado, sabemos que el texto se refiere al hecho de que el propio Tito fue reanimado. Cuando analizamos otros textos semejantes a este en la Escritura, podemos percibir que, como regla, cuando la Biblia presenta la palabra “espíritu” ligada a una acción personal, sugiere la acción al que tiene el espíritu, y no al “espíritu”. Citamos un último ejemplo, para que entendamos este concepto:
“En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, éste tuvo un sueño; y su espíritu se perturbó, y no pudo dormir…Y el rey les dijo: --He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por entender el sueño.”
Daniel 2:1, 3.
Note que, en le texto de arriba, refiriéndose al hecho de que Nabucodonosor estaba perturbado en su mente, está escrito que su “espíritu” estaba perturbado. La acción atribuida al “espíritu” en el texto debe ser entendida como de quien es el “espíritu”. Al escudriñar más a fondo, verificamos que lo mismo se da con pasajes que atribuyen acciones personales al “espíritu” de Dios. De la misma forma que la Biblia presenta acciones personales atribuidas al espíritu del hombre, refiriéndose a las acciones del propio hombre, también presenta acciones personales atribuidas tanto al espíritu de Dios, como al espíritu de Jesucristo, refiriéndose a las acciones ejecutadas por Dios y Jesús. Analicemos algunos ejemplos:
Romanos 8:26
“Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.
En el texto arriba, Pablo afirma que el “espíritu” intercede por nosotros. Según la regla bíblica, la acción debe ser entendida como siendo de la persona que posee el espíritu. En este caso, la persona es Cristo, puesto que El es el único intercesor entre Dios y los hombres. Vemos que la regla se comprueba que es verdadera, una vez que el propio Pablo aclara en el propio contexto del pasaje arriba (7 versos más adelante) que es Cristo quien intercede por nosotros:
“Cristo es el que murió; más aun, es el que también resucitó; quien, además, está a la diestra de Dios, y quien también intercede por nosotros.
Compare: “el Espíritu mismo intercede (por nosotros)” Romanos 8:26 = “Cristo… intercede por nosotros.” Romanos 8:34.
Algunos podrían justificar una creencia entre dos personas intercesoras, en este caso Jesús y una persona llamada “Espíritu”, alegando para eso el hecho de Romanos 8:34 afirmar que Cristo Jesús “también” intercede por nosotros. Entonces, analizando toda la Escritura, este argumento cae por tierra, pues está escrito que hay apenas Uno que intercede por nosotros como Mediador entre Dios y los hombres – Jesucristo:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,”
I Timoteo 2:5
Así, el Espíritu que intercede por nosotros, según romanos 8:26 no puede ser otro que el propio Cristo. El es el único intercesor – no hay otro.
I Pedro 1:2
“elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
En el texto de arriba, el “espíritu” no es presentado ejecutando una acción, sino sufriendo la acción. Es pasivo, y no activo. El término “santificación del espíritu” sugiere que el “espíritu” es santificado. Sabemos que la Biblia presenta al hombre como el ser que es santificado por medio de Cristo:
“…Jesús…coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos…Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,”
Hebreos 2:9, 11.
El hombre, que es santificado, es quien debe estar representado por la palabra “espíritu” en el texto de I Pedro 1:2 que estamos analizando. Ese texto todavía nos dice que “la santificación de espíritu” es para la obediencia. El hombre solo puede prestar obediencia por medio de su mente; y a través de ella que le sirve a Dios. Vemos por lo tanto, que el “espíritu” que es santificado para la obediencia es la mente del hombre. La palabra “espíritu” se refiere, por lo tanto, a la mente del hombre, que es santificada.
Hechos 2:4
“Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.”
El texto de arriba relata que los discípulos de Cristo recibieron el don de lenguas, “según el espíritu les concedía”. Aplicando la regla bíblica, verificamos que la acción de “conceder” el don, atribuida al Espíritu en el texto, es la acción realizada por el que posee el Espíritu (en este caso es Cristo, que envió el Espíritu a los creyentes en el Pentecostés). Esta aplicación está en armonía con la revelación bíblica, pues la Palabra declara que es Cristo quien “concede” dones a los hombres:
“a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo.
Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres”
Efesios 4:7, 8.
Note quien concede dones a los hombres: “Cristo… dio dones a los hombres”
Efesios 4:30
“Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios en quien fuisteis sellados para el día de la redención.”
En el texto de arriba se relata que el “Espíritu de Dios” se entristece, refiriéndose al hecho de que el propio Dios se entristece, exactamente como en Daniel capítulo 2 está escrito que el “espíritu de Nabucodonosor” estaba perturbado para dar a entender que él estaba perturbado. Por la regla bíblica, la acción de entristecer-debe ser atribuida al que posee el Espíritu, en este caso Dios.
Hechos 5:3, 4
“Y Pedro dijo: --Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo?... No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
Sin embargo no atribuye específicamente una acción a la palabra “Espíritu”, este texto puede ser entendido de forma semejante a los anteriores. Se dice que Ananías mintió al Espíritu Santo. Según la regla bíblica que vimos, se entiende que Ananías mintió para poseer el Espíritu, en este caso el propio Dios, puesto que es dicho: “No has mentido a los hombres, sino a Dios.”Esto está en armonía con la revelación bíblica. Leamos
“y que en este asunto nadie atropelle ni engañe a su hermano; porque el Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya os hemos dicho y advertido.
Porque Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a la santificación.
Por lo tanto, el que rechaza esto no rechaza a hombre, sino a Dios quien os da su Espíritu Santo.”
I Tesalonicenses 4:6, 8.
Ananías trató de defraudar a sus hermanos en la fe, reteniendo parte del valor del campo que había vendido. Rechazó el consejo del Señor de no defraudar a sus hermanos. El texto de arriba dice que quien rechaza este consejo no rechaza a los hombres, sino a Dios. Pedro, en Hechos 5, citó este bíblico a Ananías- que al tratar de defraudar a los otros hermanos, reteniendo parte del valor de la venta del campo, no estaba mintiendo a los hombres, sino a Dios.
Debemos entender que los ejemplos de arriba son suficientes para comprobar la regla bíblica. Todos los demás textos que atribuyen acciones personales al “Espíritu” de Dios y de Cristo, como hablar, se entristecer, etc., son fácilmente explicados aplicando la regla bíblica que estudiamos en este capitulo. Las acciones deben ser siempre atribuidas al poseedor del Espíritu – Dios o Cristo.
El bautismo en Mateo 28:19
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,”
El texto de arriba es el que consta en las versiones modernas de la Biblia que tenemos a disposición hoy. Este texto no coincide con la formula de los apóstoles, los propios traductores de la Biblia de Jerusalén sugieren:
“Es posible que, en su forma precisa, esa formula fue impuesta por la influencia del uso litúrgico posteriormente fijado en la comunidad primitiva. Se sabe que en el libro de los Hechos se habla de bautizar ‘en el nombre de Jesús’ (Hechos 1:5, 2:38). Más tarde quedó establecido el bautizo en nombre de las tres personas de la Trinidad”
(Fuente: Nota sobre Mateo 28:19, página 1758 – Biblia de Jerusalén, Revisada y Ampliada 3ª Impresión, 2004 – Traducción al portugués)
Y estos no son los únicos comentarios. Varias Enciclopedias de Religión concuerdan con los traductores de la Biblia de Jerusalén:
“La formula bautismal fue cambiada del nombre de Jesucristo por las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo por la Iglesia Católica en el 2º Siglo.” (Fuente: Enciclopedia Británica, 11ª Edición, Vol. 3 pág. 365, 366). “Siempre en las fuentes antiguas menciona que el bautismo era en Nombre de Jesucristo.” ( Ídem, volumen 3, pág. 82).
“La religión primitiva siempre bautizaba en Nombre del Señor Jesús hasta el establecimiento de la doctrina de la trinidad en el 2º Siglo.” (Fuente: Enciclopedia de La Religión – Cannes, pág. 53)
“El bautismo cristiano era administrado usando el nombre de Jesús. El uso de la forma trinitaria de ninguna forma fue impuesta en la historia de la iglesia primitiva; el bautismo fue siempre en el Nombre del Señor Jesús hasta el tiempo del mártir Justiniano, cuando la formula de la trinidad fue usada.” (Fuente: Enciclopedia de la Religión – Hastings, Vol. 2 pág. 377, 378,389).
Queda evidente que el bautismo en nombre de tres personas presentado en el texto de Mateo 28:19 que tenemos en las Biblias de hoy, cuando es comparado con el uso de los apóstoles relatado por la historia de la religión, es en lo mínimo altamente cuestionable. Nuestro objetivo en este capítulo es solo analizar la cita de arriba sobre la ótica de que ella, en la forma como aparece en versiones más modernas de la Biblia, enseña con relación al Espíritu Santo. No será tratada aquí su veracidad o su autoridad para determinar cual es la forma correcta de bautizar. Haremos eso más adelante de este libro. Por ahora, queremos analizar dos puntos con relación a esta cita:
1 – ¿Mateo 28:19 prueba que el Espíritu Santo es una persona?
Leemos que el verso dice: “Bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Notemos que no dice que el Espíritu Santo es una persona – en verdad ni existe la palabra persona en el verso – solo ordena bautizar en nombre del Espíritu Santo. Podríamos concluir que por el hecho del verso decir “bautizándolos… en el nombre del Espíritu Santo”, ¿estaría diciendo que El Espíritu Santo es una persona?
Sabemos que al realizar una acción en nombre de algo no prueba que este sea una persona. Citamos un ejemplo: “usted está preso en nombre de la ley”. La ley no es una persona, pero puede ejecutar una acción “apresar a alguien” en nombre de ella. Así como apresar a alguien en nombre de la ley no prueba que la ley es una persona, bautizar a alguien en nombre del Espíritu Santo no prueba que sea una persona. Vemos entonces que Mateo 28:19, de la forma como aparece escrito en nuestras Biblias, no prueba que el Espíritu Santo sea una persona.
2 – ¿Mateo 28:19 prueba que el Espíritu Santo sea un Dios?
El verso también no dice que el Espíritu Santo sea un Dios. En verdad la palabra “Dios”
Ni aparece en el verso. Mencionando todavía al “Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, no estaría claro el verso para probar que el Padre es Dios, pero sin embargo dice el nombre del Padre, pero no dice que es un Dios. Ya vimos que el hecho del verso ordenar bautizar también en nombre del Espíritu Santo asimismo no prueba que sea una persona; ni prueba que este sea un Dios.
3 – ¿El hecho del Espíritu Santo ser mencionado con el Padre y el Hijo en este verso, no nos da una sensación de igualdad entre los tres?
Analicemos la Escritura y verifiquemos que el hecho de que los tres nombres sean mencionados juntos no da al Hijo igualdad con el Padre, pues Jesús mismo dijo:
“mi Padre es mayor que Yo”
Juan 14:28
Jesús dijo claramente que el Padre es mayor que El. Vemos por lo tanto que por el hecho de ser mencionado juntamente con el Padre en Mateo 28:19 no Lo hace igual al Padre. ¿Y en cuanto a la mención del Espíritu Santo en este verso? Si la mera mención junto al Padre y al hijo atribuyese a alguien el estatus de igualdad con Ellos, entonces usando este criterio, todos los ángeles electos del cielo tendrían que, con justicia ser considerados iguales a Ellos, pues son mencionados en la Biblia juntamente con ambos – vea:
“Requiero solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad.”
I Timoteo 5:21
Sabemos que es absurdo entender que, por el hecho de que los ángeles sean aquí mencionados junto a Dios y Jesús, debiesen ser considerados dioses o personas iguales al Padre y al Hijo en autoridad. Usando el mismo criterio con el cual analizamos el verso arriba con el texto de Mateo 28:19, vemos que la mención del Espíritu Santo junto con el Padre y el Hijo no los hace igual a Ellos, ni tampoco hace de él un “Dios”.
II Corintios 13:14 (13)
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.”
II Corintios 13:14 (13 en algunas Biblias).
Analizamos Mateo 28:19 en la sección anterior y vimos que la mención de los nombres Padre, Hijo y Espíritu Santo en el mismo verso no prueba que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo, ó un Dios. Por la misma razón, el hecho de que los nombres Jesús, Dios y Espíritu Santo sean mencionados en el verso de arriba (I Corintios 13:13) no prueba que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo, ó un dios. Y por este mismo criterio pueden ser entendidos todos los otros versos de la Biblia donde aparecen los tres nombres. Por eso, no analizaremos todos los textos en este libro.
Existe un término del verso de arriba que puede confundir un poco. Este es: “la comunión del Espíritu Santo”. La llave para entender este término correctamente está en leerlo con atención. Note que el texto dice: “la comunión del Espíritu Santo”, y no la “comunión con el Espíritu Santo”. Si dijera comunión “con” el Espíritu Santo, este debería ser entendido como una persona aquí, pues solo podemos tener comunión “con” una persona. Pero el texto dice comunión “del” Espíritu Santo. Este término significa que todos recibieron del mismo Espíritu, lo que los llevó a estar unidos y tener el mismo parecer. Cuando dos personas tienen la misma opinión, acostumbramos a decir que tienen el mismo espíritu, ¿verdad? Este era el deseo de Pablo para los Corintios cuando les escribió sobre la comunión “del” Espíritu Santo – que tuvieran el mismo Espíritu, y por eso fueran unidos en la misma disposición y en el mismo parecer:
“Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
I Corintios 12:13.
“Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer.”
I Corintios 1:10
Y también está escrito:
“nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo.” I Juan 1:3
I Juan 5:7, 8
Los propios traductores de la versión Almeida Revista y Actualizada, Edición 1999 – traducción al portugués, confiesan que el texto que aparece entre comillas “[__]” dentro de estos versos no pertenece al original:
“Porque tres son los que dan testimonio “[en el cielo: el Padre, la Palabra y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres que testifican en la tierra]”:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
(Observación del traductor: la versión arriba es de una Biblia en portugués, pero lo mismo puede ocurrir en algunas versiones en castellano).
El texto que está entre comillas seria perfecto para probar la existencia de una trinidad. Sin embargo, en el comentario de esta versión (página 363 – Nuevo Testamento), leemos:
“f 5.8 El texto entre comillas no aparece en diversos manuscritos”.
De hecho, ninguno de los manuscritos antiguos contiene el texto que aparece arriba entre comillas. Por lo tanto, no vamos a perder tiempo analizando un texto que no es parte de la Biblia, y fue posteriormente añadido por el hombre. Basta para efecto de estudio, que veamos que los versos, sin poner el texto entre comillas, no prueban ni la existencia de una trinidad, ni que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo:
“Porque tres son los que dan testimonio:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
Lo que el texto habla es que el Espíritu que Jesús envía, el agua y la sangre que salieron de Su lado cuando el soldado perforó Su pecho en la cruz, son unánimes en un solo propósito: para que creyésemos en Jesús como el Hijo de Dios.
Capítulo 2 – Echad, Elohym y los Adjetivos Tríplices
Las palabras hebreas “Echad” y “Elohym”
Muchos escuchan teólogos diciendo que las palabras hebreas “echad” y “Elohym” prueban que Dios es más de una persona, lo que incluiría al Espíritu Santo como un “Dios”, también. Como la mayoría de las personas no conoce el idioma “hebreo”, pocos contestan estas afirmaciones. Sin embargo, sin conocer el hebreo, es fácil verificar que los judíos, que tienen el hebreo como lengua materna, creen que Dios es solo una persona. Para confirmar esto pregúntele a un judío ortodoxo sobre la religión de sus padres. Esto es una evidencia de que algo puede estar equivocado en cuanto a la afirmación de los teólogos modernos sobre las palabras “echad” y “Elohym”. En esta sección, vamos verificar como podemos entender el significado de estas dos palabras a la luz de la Biblia.
Existen diferencias estructurales significativas entre los diversos idiomas. Así, cuando vamos a analizar un texto escrito en otro idioma que no es el español, debemos considerar que no podremos simplemente utilizar las reglas gramaticales del español y utilizarlas. Hay que considerar también que, a pesar de que hay diferencias entre los idiomas, existen también semejanzas estructurales entre ellos. Por lo tanto, existen casos en los cuales la regla gramatical o de interpretación utilizada del español es la misma al analizar determinadas palabras o sentencias de otro idioma. Uno de estos casos ocurre con la palabra “un” en español, con su correspondiente traducción en el idioma hebreo “echad”. El sentido y significado de la palabra “un” en español es exactamente el mismo de la palabra correspondiente en el hebreo, leída como “echad”. El único significado de la palabra echad, presentado en el diccionario hebreo-español es “UNO”.
(Ver: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164725880-7020.html).
En español, la palabra “un” es utilizada siempre para referirse a algo único. Podemos decir: UN auto, UN garzón (mozo), un computador (ó una computadora), un rentista, un amigo. En todos estos casos, utilizamos la palabra UN para referirnos, ó a un objeto ó a una persona. También podemos usar la palabra “un” relacionada a términos abstractos, como por ejemplo UN propósito, UN favor, UN cariño, etc.; todavía, en todos estos casos, el significado de la palabra “un”, en nuestro idioma, es siempre “un único”, en el sentido de que no hay otro. Si decimos por ejemplo: “Juan tiene un auto” nadie pensará que tenga dos o tres autos (coches). Todos entenderemos que Juan tiene un solo auto. El sentido de la palabra “un” en español suena claro para nosotros. Así el texto bíblico de I Corintios 8:6, de la forma como se presenta en prácticamente todas las Biblias del idioma español, nos da una respuesta clara en lo tocante a cuantos dioses existen. Se lee: “para nosotros hay un solo Dios, el Padre”. Y se entiende de la siguiente forma: para nosotros, (en el caso de Pablo, autor del texto, y los apóstoles que eran unánimes en el entendimiento con él), hay un solo Dios que es Él Padre (un único Dios, una única unidad de persona que es Dios, el Padre). El texto es al mismo tiempo concluyente y exclusivo. Concluyente porque expresa de forma conclusiva cuantas personas son “Dios”; y exclusivo porque excluye cualquier otra persona de ser “Dios” además de Aquél que fue presentado como Dios – el Padre.
La palabra hebrea “echad” tiene exactamente el mismo significado y sentido de la palabra “un” en español. Siempre significa “un único”, nunca significa “dos” ni “tres”. Esta palabra aparece 952 veces en el Antiguo Testamento, y no es traducida todas las veces por la misma palabra, es en todos los casos traducida significando “un único” en nuestras Biblias. La lectura del contexto de cualquiera de uno de los textos donde ella aparece nos da a entender exactamente esto.
(Para conferencia, ver: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164725880-7020.html).
Citamos abajo algunos ejemplos:
Génesis 22:2
“Y le dijo: --Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Ve a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.”
Por la orden arriba, Abrahán entendió que debería sacrificar en “un” (ó “uno”) Echad monte, no en dos ó tres montes.
Génesis 41:5
“Se durmió de nuevo y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas subieron de un solo tallo, gruesas y hermosas.”
“UN” (Echad) “solo” tallo, no dos o tres.
Génesis 44:27,28
“Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: "Vosotros sabéis que mi mujer me dio dos hijos, y que uno (Echad) de ellos partió de mi presencia”
Deuteronomio 6:4
Solo habían dos hijos, y “uno” (Echad) partió.
El texto de Génesis 3:22 contiene la palabra ECHAD y es muy utilizado por los trinitarios a favor de sus ideas. Pero una simple lectura más atenta nos revela claramente que, en este texto, la palabra ECHAD no prueba que exista más de una persona que sea “Dios”. Veamos:
“Y Jehová Dios dijo: --He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal.”
* (La palabra “uno” en el verso arriba es la traducción de la palabra echad en el original)
Note que el verso empieza así: “Y Jehová Dios dijo”, y no “y DIJERON”.
Se utiliza-la palabra “dijo” en el singular, y no “dijeron” en plural cuando se quiere dar a entender que fue solo una persona quien habló. Queda evidente que Dios es aquí presentado como solo una persona. Lo que el texto arriba aclara es que Dios, una persona solo, DIJO a otra persona que el hombre se tornó como uno de ellos, conocedor del bien y del mal. En este momento hasta los ángeles que estaban en el cielo ya conocían el mal, pues convivieron con Satanás antes del ser expulsados de allá. Así la expresión “como uno de nosotros” puede incluir todos los ángeles. Bien sabemos que ella no hace de los ángeles dioses, apenas muestra que los ángeles conocían el mal, como Adán y Eva pasaban a conocer en aquél momento.
Ahora entendido esto, leamos la conocida frase de Deuteronomio 6:4
(Shemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Echad)
"Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.”
(Traducción fiel del original)
Como el propio texto dice (el Señor es UN), entendemos que “el Señor nuestro Dios” es una única persona, no un conjunto de personas. La Biblia en la Versión Reina Valera presenta el texto más fiel:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno (ECHAD) es.”
Biblia Reina Valera 1960
Una única persona, no dos o tres.
Otra palabra con la cual se hace bastante confusión en la interpretación es el término hebreo que se lee “ELOHIM”, traducido por: “SEÑOR”, en algunas versiones de algunas Biblias.
La palabra ELOHIM es utilizada en el idioma original tanto para referirse a una persona, como a más de una persona. Citamos dos ejemplos:
Una persona:
Éxodo 7:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: --Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM) para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.”
Más de una persona:
Salmo 82:6 “Yo os dije: 'Vosotros sois dioses (ELOHIM); todos vosotros sois hijos del Altísimo.”
Queremos saber si la palabra ELOHIM, cuando es usada para Dios, se refiere a una persona ó más de una persona. Tenemos entonces que saber: ¿cuando la palabra ELOHIM es usada en el singular, y cuando lo es en el plural? La respuesta es simple: por el contexto.
Analicemos nuevamente los dos textos citados arriba, para que nos fijemos en la regla:
Éxodo 7:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: --Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM) para el faraón”.
En el texto de arriba, Dios se dirige a Moisés, que es una sola persona, usando el pronombre personal singular ‘TE”, y aplica la palabra ELOHIM a él: “Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM)”. Percibimos, entonces, que en este caso la palabra ELOHIM se refiere a una persona sola (Moisés). Analicemos ahora según el texto:
Salmo 82:6 “Yo os dije: 'Vosotros sois dioses (ELOHIM)…”
En el verso arriba, alguien se dirige a varias personas, usando el pronombre personal PLURAL “VOSOTROS” y las llama ELOHIM: “VOSOTROS SOIS” dioses (ELOHIM). Vemos por lo tanto, que la palabra ELOHIM fue usada aquí para referirse a más de una persona
Vemos que, en ambos los casos arriba, lo que definió si la palabra ELOHIM era usada en el singular ó en el plural fue en el contexto del pasaje. Es en el contexto, por lo tanto, que nos determinará si la palabra ELOHIM refiriéndose a Dios es usada en singular ó en el Plural. Este método es seguro, pues en él la propia palabra de Dios explica el significado de lo que ella presenta.
La palabra ELOHIM, refiriéndose directamente a dios, aparece 2346 veces en el Antiguo Testamento. Analizando el contexto de los versos, verificamos que la referencia a ELOHIM (Dios) es siempre hecha en el singular. Citamos aquí algunos ejemplos para no tomar el estudio muy extenso:
*(Si los desea escudriñar todos: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164729137-9926.html).
“En el principio, CREÓ Dios (ELOHIM) LOS CIELOS Y LA TIERRA”
Génesis 1:1 (note que el verso dice CREÓ en el singular y no CREARON en el plural.
Vemos por lo tanto, que si en este caso la palabra ELOHIM es empleada en el singular, se refiere a una sola persona – un solo Dios).
“El SEÑOR, NUESTRO Dios (ELOHIM), nos habló en Horeb…” Deuteronomio 1:6
Note que el verso dice que Dios “HABLÒ”, en el singular – una persona solo - , y no “HABLARON”, que sería el caso de ser plural – más de una persona)
“Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen,” Génesis 1:26
Note lo que el verso de arriba presenta: y “DIJO”, en el SINGULAR, y no “y DIJERON”, pues es una sola persona, Dios (ELOHIM), habló. Si ELOHIM significase más de una persona, este verso debería decir: y DIJIERON Dios. En este caso, no solamente este verso debería ser cambiado, sino todos los demás 2000 versos bíblicos del Antiguo Testamento que presentan la palabra ELOHIM refiriéndose a Dios en singular.
Concluimos, pues, que la palabra ELOHIM, cuando se refiere a Dios, es siempre usada en el singular, presentando a Dios como una sola persona.
Santo, Santo, Santo
“El uno proclamaba al otro diciendo: --Santo, santo, santo es Jehová de los Ejércitos! Toda la tierra está llena de su gloria! Isaias 6:3
Y cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas, y alrededor y por dentro están llenos de ojos. Ni de día ni de noche cesan de decir: "Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y que es y que ha de venir!" Apocalipsis 4:8
Los dos versos de arriba, todavía ni siquiera mencionan al Espíritu Santo, son entendidos por muchos como una prueba de que hay 3 seres supremos iguales en poder y autoridad en el cielo. La base para tal deducción errónea es la repetición de la palabra “santo”, tres veces.
Sin embargo, una lectura más atenta de ambos versos de arriba, muestra que no es eso lo que ellos dicen. Vamos a presentar nuevamente los versos, poniendo énfasis sobre las palabras en negrito abajo:
“! Santo, santo, santo es Jehová de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!” Isaías 6:3
"Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y que es y que ha de venir!" Apocalipsis 4:8
¿Qué tienen en común las palabras resaltadas en los versos de arriba? Todas ellas están en el singular y no en el plural. Usamos palabras es singular cuando queremos referirnos a una sola persona. Cuando nos referimos a más de una, utilizamos el plural. Si nosotros, seres humanos sabemos usar las palabras haciendo diferencia entre el singular y el plural para entendernos, ¡cuanto más Dios! Si Dios quisiese referirse a más de una persona en los versos de arriba, para darnos a entender que existen tres personas, siendo las tres un solo Dios, se habría escrito así:
“! Santo(s), santo(s), santo(s) son los Señores de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de gloria de ellos!” Isaías 6:3
Y cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas, y alrededor y por dentro están llenos de ojos. Ni de día ni de noche cesan de decir: "Santos, Santos, Santos son los Señores Dios Todopoderosos, que eran y que son y que han de venir!" Apocalipsis 4:8
Las letras y las palabras en negritas son las que deberían ser hechas para que los dos textos de arriba probasen la existencia de una “trinidad”. Pero no es así que leemos en nuestras Biblias, ¿no es verdad? Es claro, por lo tanto, que al usar los términos en el singular, Dios se estaba refiriendo a una sola persona en cada uno de los versos de arriba. Vemos por lo tanto, que el hecho que la palabra “santo” aparece tres veces en estos versos no significa que estén hablando de más de una persona. No podemos decir que el Espíritu Santo es una persona sin cambiar los textos. ¿Qué significa entonces la repetición “Santo, santo, santo”? Leemos la Biblia y notamos que esta se utiliza repetidas veces para dar énfasis a algo – vea:
“En ruinas, en ruinas, en ruinas la convertiré, y no existirá más, hasta que venga aquel a quien le pertenece el derecho; y a él se lo entregaré!
Ezequiel 21:27
El profeta fue inspirado por Dios a escribir tres veces la palabra “ruinas” en el verso de arriba, para dar al impenitente pueblo de Israel la plena certeza de que Jerusalén seria destruida. La repetición enfatizó el mensaje al más alto grado. Los propios traductores de la Biblia explican que la triple repetición encontrada en Isaías 6:3 es usada para dar énfasis, no para enseñar que se tratan de tres seres:
“Santo, santo, santo. La triple repetición tiene la fuerza de un superlativo. Conocida como ‘trishagion’, esta aclamación pasó a hacer parte del culto cristiano”.
(Fuente: Biblia de Estudio Almeida, 1999, comentario de Isaías 6:4, páginas 732,733).
Vemos por lo tanto que la repetición “Santo, Santo, Santo” es utilizada para mostrar que el Ser mencionado en los versos de arriba, el “SEÑOR”, es SANTO, en el más alto grado, y que se espera que nosotros lo reverenciemos como tal: “Sed santos, porque Yo, Jehová vuestro Dios, soy santo.” Levítico 19:2.
Capitulo 3 – ¿Dios es Una, Dos o Tres Personas?
Imagine que usted está con un grupo de amigos, cuando de repente alguien interrumpe la conversación y dice: “¿para quien es aquel regalo que está encima de la mesa?” Uno de sus amigos responde inmediatamente, diciendo: “es para mi”. Preguntaría usted lector: “de acuerdo con este relato, ¿el regalo es para cuantas personas?”. Notando que quien habló, dijo: “para mi”, cualquiera naturalmente respondería: “para una sola persona”. Esto fue porque se dijo “para MI”, y no para “nosotros”. Note que el pronombre singular “MI” define el número de personas (una solamente). Si el regalo fuese para más de una persona, lo correcto seria decir: “nosotros”.
Pues bien, veamos un caso similar que aparece en las Escrituras:
"No tendrás otros dioses delante de mí.” Éxodo 20:3
Este es el primer mandamiento. ¿Cuantas personas están pidiendo obediencia?
Note que el pronombre usado – “MI” (no nosotros). Vemos que solamente una persona está pidiendo obediencia en este mandamiento. ¿Quién es esta persona? Leamos:
“Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:… No tendrás otros dioses delante de mí.”
Éxodo 20:1, 3.
Una sola persona, “Dios” está pidiendo obediencia. Vemos por lo tanto, por lo que está escrito en el primer mandamiento de la ley, que Dios es una sola persona. Solo podemos reconocer ó aceptar dos o tres personas como “Dios”, aunque se diga que estas diferentes personas sean un solo Dios, mediante la transgresión abierta del primer mandamiento. Allí está el problema de doctrina de la trinidad en todas sus variaciones. Esta enseña que existen tres personas – “Padre, Hijo y Espíritu Santo” – que componen un Dios, mientras tanto el mandamiento enseña que Dios es una sola persona. Entonces, aceptar la doctrina de la trinidad significa transgredir el primer mandamiento. A los ojos del cielo esto es más que meramente una cuestión de opinión. Es por el padrón de la ley de Dios que todos serán juzgados en el tribunal celestial, y creemos que a nadie le gustaría comparecer habiendo transgredido abiertamente uno de los mandamientos:
“Pues todos compareceremos ante el tribunal de Dios,”
Romanos 14:10
El relato más confiable de la Biblia es el de los Diez Mandamientos, y esto por una razón: porque en ellos Dios se revela como escritor. Sin embargo, toda la Biblia fue escrita por hombres inspirados por Dios, los mandamientos no fueron escritos por hombres, sino por el propio dedo de Dios, como la Palabra lo declara:
“Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dio a Moisés dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios…Entonces Moisés se volvió y descendió del monte trayendo en sus manos las dos tablas del testimonio, tablas escritas por ambos lados; por uno y otro lado estaban escritas.
Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.”
Éxodo 31:18; 32:15, 16.
Si pusiésemos en duda la autenticidad de todos los pasajes de la Biblia, no podríamos poner en duda los diez mandamientos, pues Dios mismo Se encargó de escribirlos con Su dedo, a fin de que no fueran alterados, y preservarlos, para que el hombre los pueda conocer y obedecer. En lo tocante a cuantas personas son “Dios”, a despecho de las evidencias que puedan ser presentadas, el mandamiento está por demás muy claro para ser considerado. Y no es el único que da testimonio. Varios otros pasajes de las escrituras dicen que Dios es una sola persona:
"'Ved ahora que yo, Yo Soy, y conmigo no hay más dioses. Yo hago morir y hago vivir; yo hiero y también sano; no hay quien pueda librar de mi mano.” Deuteronomio 32:39.
“¿No he sido yo, Jehová? No hay más Dios aparte de mí: Dios justo y Salvador. “No hay otro fuera de mí.” Isaías 45:21
Note que en ambos pasajes arriba, Dios se refiere a Si mismo como una sola persona, pues usa las palabras “Yo” y “Mi”. Si nosotros, que somos hombres, sabemos usar las palabras yo y mí, cuando queremos referirnos a una sola persona (nuestra persona), cuanto más Dios.
“Porque hay un solo Dios”
Romanos 3:30
“Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen y tiemblan.”
Santiago 2:19
Satanás y sus ángeles caídos rebeldes, sin embargo, conocen el Dios contra el cual se rebelaron. La Escritura declara, en el verso de arriba, que ellos saben que Dios es uno solo. Aunque le presenten todas las pruebas todavía hay muchos que creen que Dios es “tres en uno”, una trinidad, la Biblia testifica que ellos están conscientes de que Dios es uno solo. Como ya vimos, esto significa “una sola persona”. Y de los que creen en Su Testimonio, la Biblia dice:
“Tú crees que Dios es uno. Bien haces”
Santiago 2:19
Capitulo 4 – ¿Quién es Dios?
El mandamiento
El mandamiento declara que Dios es una sola persona. ¿Quién es este Dios? En Juan 15:10, leemos las palabras de Jesús:
“como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en Su amor.”
Juan 15:10
Jesús dijo que había guardado los mandamientos de su Padre. El primer mandamiento, que dice: “No tendrás otros dioses delante de mí.” Éxodo 20:3, es el mandamiento del Padre de Jesús. El Padre es la persona que ordena que no tengamos otros dioses delante de El. Hay por lo tanto, un solo Dios – el Padre, de acuerdo con el mandamiento.
El testimonio de Jesús
Sabemos que Jesús fue enviado por Dios al mundo para revelar la verdad. Jesús dijo en Juan 14:6, que Él es la “Verdad”:
“Jesús le dijo: --Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
Juan 14:6
Esto significa que Jesús nunca mintió. Podemos creer en todo lo que Jesús dijo como la verdad. En las palabras de Jesús tenemos plena seguridad; en ellas podemos depositar nuestra fe, pues ellas ciertamente nos conducirán en la vereda segura para la vida eterna.
Veamos entonces lo que Jesús tiene que decir sobre quien es Dios:
“Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, la hora ha llegado… Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero”
Juan 17:1, 3.
En este pasaje, vemos que Jesús dijo que el Padre es el ÚNICO Dios verdadero. ¿Qué significa la palabra único? Significa que no hay otro. Jesús dijo claramente que no hay otro además del Padre.
El Padre es mayor que yo
Muchos piensan que Jesús es Dios así como el Padre lo es. Pero Jesús mismo dijo que el Padre es mayor que Él.
“Respondió Jesús y le dijo:... El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me envió. Oísteis que yo os dije: "Voy y vuelvo a vosotros." Si me amarais, os gozaríais de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.” Juan 14:23, 24, 28.
El Padre, que es Dios, es mayor que Jesús.
EL Padre y yo somos uno – Juan 10:30
Cuando Jesús dijo las palabras de arriba, los judíos pensaron que El estaba diciendo que era “Dios”; pero Jesús, para evitar que ellos quedasen con esta impresión, los corrigió. Leamos el relato:
“Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
30 Yo y el Padre una cosa somos.
31 Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
32 Jesús les respondió: --Muchas buenas obras os he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de estas obras me apedreáis?
33 Los judíos le respondieron: --No te apedreamos por obra buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Jesús les respondió: --¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"?
35 Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada),
36 ¿Decís vosotros: "Tú blasfemas" a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: "Soy Hijo de Dios"?”
Juan 10:29-36
Cuando Jesús dijo “Yo y el Padre somos uno” (como la versión de arriba de Reina Valera: “Yo y el Padre una cosa somos”, los judíos pensaron que El estaba queriendo decir que El era un Dios junto con Su Padre. Pero Jesús aclaró lo que dijo, y para que no hubiera mal entendido, explicó que Él en verdad había dicho “Soy Hijo de Dios”.
Véalo abajo en forma resumida:
Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
Yo y el Padre una cosa somos…
Los judíos le respondieron: …, porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jesús les respondió: … dije: "Soy Hijo de Dios” Juan 10:29-36
Por la explicación que Jesús mismo dio, vemos que, creer que Jesús es Dios con base en el texto de arriba, es repetir la interpretación de los fariseos del pasado. Note también que Jesús recordó a los fariseos el hecho que la Escritura llaman dioses a aquellos que reciben la Palabra de Dios:
“Jesús les respondió: --¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"?
Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada).” Juan 10:34, 35.
Jesús explicó el hecho que el propio Dios llamara “dioses” a aquellos que reciben Su Palabra en sus corazones, siendo por ella transformados. De esta forma, mostró a los fariseos lo que Él había dicho “Yo y el Padre somos uno” en el mismo sentido en el cual cualquier ser humano que creyese podría ser uno de los dioses, mencionados en la Escritura – “uno” con El Padre en carácter, así como El lo era. Fue expresado ese deseo cuando Jesús más tarde oró a Su Padre:
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que todos sean una cosa; como tú, OH Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Juan 17:20, 21.
El Dios de Jesús
Jesús mismo reconocía que el Padre era Su Dios:
“Como a la hora novena Jesús exclamó a gran voz diciendo: --Elí, Elí! ¿Lama sabactani? --que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Mateo 27:46
Muchos entienden que Jesús, después de resucitar, pasó a existir como Dios. Pero vemos que, después de resucitado, él reconocía a Su Padre como Su Dios. El dijo que nuestro Dios, el Padre, es también el Dios de él:
“Jesús le dijo: --Suéltame, porque aún no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
Juan 20:17.
Si Jesús reconoce al Padre como siendo Su Dios, no puede (Jesús) ser Dios como el Padre. Y pablo, escribiendo a los Efesios, también confirma que Dios, el Padre, es también el Dios de Jesús:
“Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él;”
Efesios 1:17.
El testimonio de la Iglesia Apostólica
Después su resurrección, una vez cumplida su misión en esta tierra, Jesús subió a los cielos. El dejó en la tierra un grupo de personas – Su iglesia, encargada de preservar la verdad que saliera de sus santos labios, y proclamarla al mundo. El apóstol Pablo afirma que recibió de Jesús las verdades que predicaba:
“Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según hombre; porque yo no lo recibí, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo” Gálatas 1:11,12.
Los apóstoles predicaban aquello que habían aprendido de Jesús. Pablo, escribiendo a los corintios, dejó el registro de aquello que aprendió de Jesús – una declaración de la fe de la iglesia apostólica – leamos:
“Porque aunque sea verdad que algunos son llamados dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre.” I Corintios 8:5, 6.
Pablo también expresó su creencia en el único Dios, el Padre, diversas veces en sus epístolas. Usted puede leerlo en los pasajes de Romanos 1:7; I Corintios 1:3; II Corintios 1:2; Gálatas 1:3,4; Efesios 1:2, 3; 4:6; Filipenses 1:2; Colosenses 1:2; I Tesalonicenses 1:1; II Tesalonicenses 1:2; I Timoteo 2:5; Santiago 2:19.
Para la iglesia apostólica, estaba claro que existe un solo Dios – el Padre. Los apóstoles no entendían que Jesús era un Dios igual al Padre. Ellos entendían que Jesús era el Hijo de Dios – leamos:
“La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros en verdad y amor.” II Juan 1:3
“Bendito sea el Dios y el Padre de nuestro Señor Jesucristo…” Efesios 1:3
El apóstol Pedro concordaba con Pablo y Juan, que escribieron los versos arriba:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,” I Pedro 1:3
El Testimonio del Antiguo Testamento
Hasta aquí vemos armonía entre lo que fue enseñado por Dios en el primer mandamiento, por medio de Jesús para presentar Su verdad al mundo, sobre cuantos dioses existen y quien es Dios (por su mandamiento), Jesús y la iglesia apostólica, enseñan que hay un solo Dios el Padre. Así mismo en el Antiguo Testamento, la Biblia enseña claramente que hay apenas un solo Dios – el Padre:
“No hay más Dios aparte de mí: Dios justo y Salvador. No hay otro fuera de mí.
Mirad a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra! Porque yo soy Dios, y no hay otro.”
Isaías 45:21,22
La misma verdad se expresa en diversos otros pasajes del Antiguo Testamento. Citamos la referencia de algunas de ellas, En caso de que quieras consultar: Éxodo 20:3; Deuteronomio 4:35, 39; 5:6,7; 6:4 Isaías 44:6,8; 45:18, 21, 22; 46:9.
Note también que no solo en todo el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testamento, todas las referencias que la Biblia hace de Dios son hechas en singular, no en el plural. Siempre usamos referencias en singular cuando queremos referirnos a una sola persona. Damos aquí algunos ejemplos:
“Dijo Dios: Hagamos el hombre a nuestra imagen” Génesis 1:26 (note que “dijo” está escrito, en singular. Si Dios fuera más de una persona, el texto debería presentar: “dijeron Dioses”). Muchos se fijan en la palabra hagamos para defender la creencia de que Dios es mas de una persona. Sin embargo, según el texto, la palabra “hagamos” fue dicha por solo una persona: “DIJO (NO DIJERON) Dios: hagamos. Cuando una persona invita a otra para que haga algo junto con ella, lo hace en plural, pues incluye al invitado: “hagamos” tal cosa. En el caso de Génesis 1:26, vemos que Dios, una persona, hizo la invitación para que otra persona tomase parte con Él en la formación del hombre. Por eso dijo: “Hagamos el hombre a nuestra imagen”. ¿A quien dirigió Dios la palabra “hagamos” en esta ocasión? La Biblia nos da la respuesta. Hablando de Cristo, dice “sin El nada de lo que fue hecho se hizo” Juan 1:3. Fue a Cristo que Dios dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen”. Leyendo con atención lo que Dios hizo, y creyendo en El, podemos conocer la verdad.
Citas bíblicas mal traducidas
Existen algunos textos de la Biblia que fueron mal traducidos del original y otros que son mal interpretados, llevando a las personas a entender que existe más de un dios. Todavía, la mayor prueba de que estos textos no están de acuerdo con el original ó están siendo mal interpretados, es que ellos afirman que son contrarios a la verdad revelada por el mandamiento, por Jesús y por los apóstoles, de que hay un solo Dios, el Padre. Citamos los textos que no están de acuerdo con el original:
I Juan 5:7,8 Romanos 9:5 Tito 2:13 Judas 4 Juan 1:1 Juan 1:18 Hebreos 1:8
Vamos a comentar resumidamente cada uno de estos textos de arriba, para evitar quedar con duda:
I Juan 5:7,8
La frase que aparece en el texto, en la cual se lee: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno.”
Reina Valera 1909 RV
No está en el original bíblico. Posiblemente, este texto en la Biblia que aparece escrito de esa manera, ó tiene un señal, Ejemplo: [….] ó tiene un comentario, como ocurre con la Biblia de Jerusalén que aclara que el texto no pertenece al original:
El texto de los vv. 7-8 es añadido en la Vulgata de un inciso (aquí abajo entre paréntesis) ausente de los antiguos manuscritos griegos, de la antiguas versiones y de los mejores manuscritos de la Vulgata, en la cual parece ser una glosa marginal introducida posteriormente en el texto: “Porque tres son los que dan testimonio (en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno; y hay tres que dan testimonio en la tierra): el Espíritu, el agua y el sangre, y esos tres son uno”.
(Fuente: Biblia de Jerusalén, 3ª impresión, 2004, páginas 2132, 2133, traducción al español).
Presentamos abajo el texto según la versión más fiel al original, sin dejar la frase arriba:
“Porque tres son los que dan testimonio:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
I Juan 5:7, 8.
(Fuente: Reina Valera 1989 RVA).
El texto de I Juan 5:7 con la parte resaltada por el hombre, que no pertenece, es presentado por muchos como prueba de que la doctrina de la trinidad es bíblica; pero cuando leemos el verso sin el texto añadido queda claro que no prueba que exista una trinidad. Apenas habla del Espíritu de Dios, del agua y de la sangre.
Romanos 9:5
En algunas traducciones de la Biblia, la mayoría de las versiones traducidas al español, el texto de este verso parece decir que Jesús es dios. Sabemos que la carta a los Romanos fue escrita por Pablo, el mismo que escribió a los corintios que “hay un solo Dios, el Padre” (I Corintios 8:6). Pablo, escribiendo sobre la inspiración de Dios, NUNCA iría a contradecirse. No iría, al escribir a los romanos, contradecir lo que había escrito un año antes, a los Corintios. Vemos por lo tanto, que el texto de Romanos 9:5 esta mal traducido en las versiones que dan a entender que Jesús seria Dios también.
Sigue una traducción más fiel al original, en español:
“de El son los patriarcas, y también de El desciende el Cristo. Alabado para siempre sea Dios, que está sobre todas las cosas!”
(Fuente: Biblia de Estudio Almeida, 1999, pág. 230, Nuevo Testamento, nota “f” – traducción al español).
Tito 2:13
Te invitamos a leer este texto en tu Biblia. De la forma que se lee en diversas Biblias, parece que Pablo, que escribió esta carta, estaba enseñando que Cristo también es Dios. Esto no es verdad. El no escribiría, sobre la inspiración divina, algo que estuviera contrario al mandamiento, a las enseñanzas de Jesús y lo que el mismo escribió en sus otras cartas (I Corintios 8:6; Efesios 4:6; I Timoteo 2:5). Sigue abajo la traducción más fiel al original, que está en armonía con la enseñanza de Dios, de Cristo y de los apóstoles:
“buscando por aquella bendita esperanza, y el glorioso aparecimiento de nuestro gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo; {glorioso...: Griego: el aparecimiento de la gloria del gran Dios, y de nuestro Salvador Jesucristo}” Tito 2:13 (Fuente: 1769 Autorizada Versión, traducción del inglés – disponible en el CD Biblia ONLINE, versión 2.01).
Note que, en esta versión, el mismo traductor dice que el griego original presenta: “de la gloria del gran Dios, y de nuestro Salvador Jesucristo”. No presenta a Cristo como Dios, por lo contrario, hace una distinción entre Él y Dios. En el texto original, uno es el gran Dios; otro es el Salvador Jesucristo.
Juan 1:18
Otro texto que causa dudas y aparece mal traducido en algunas Biblias, es Juan 1:18. En las versiones más antiguas, Jesucristo es presentado como “Hijo Unigénito” en este verso. Sin embargo, en las traducciones más modernas de las Biblias leemos que Jesús es llamado “Dios Unigénito”. Este parece ser un esfuerzo de los traductores para hacer que los lectores modernos crean que Jesús sea un “Dios” como el Padre, pero adultera la pura verdad de la Palabra de Dios, y los induce al error. Presentamos abajo el texto según versiones antiguas de la Biblia, más fiel al original:
“A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.”
Juan 1:18
(Fuente: Biblia Reina Valera 1909).
Judas 4
Otro texto en el cual existe un problema de traducción es Judas verso 4. Pedimos a usted que lea su Biblia. De la forma que es presentado en traducciones más actuales, este texto da a entender que Jesús es el único Soberano. Pero esto estaría contradiciendo la Biblia. Lea I Timoteo 6:15, 16; donde está escrito que “Aquel que ningún ojo vio” (esto es, Dios el Padre)
El único Soberano:
“La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores;
Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amen”
I Timoteo 6:15, 16
El único que hombre ninguno jamás vio, que es mencionado como “solo Soberano” en el texto de arriba, es el Padre, porque en cuanto a Jesús, no solo los doce discípulos sino muchos otros lo vieron. La Palabra misma dice: “Nadie jamás vio a Dios, el Hijo Unigénito… es quien lo reveló” Juan 1:18. Ella separa “Dios” del “Hijo”, como dos seres distintos, y aclara que apenas Dios no fue visto por nadie.
Fue Pablo, por inspiración divina, quien escribió la carta a Timoteo. En ella, vemos claramente explicado que el Padre es el Único soberano. Judas escribiendo sobre la inspiración de Dios, no iría nunca a contradecir lo que Pablo escribió inspirado por la misma inspiración divina. Dios no es de confusión. Resaltando todavía que, fuese Jesús el único Soberano, ¿seria el soberano de Su Padre? ¿Algún hijo obediente en la tierra tiene al padre como su siervo? Esto no tendría sentido para nosotros, pues estaría contra la orden natural de las cosas, y por lo tanto también contra la verdad de la palabra. Ella revela que Dios, el Padre, está sobre el hijo, y no debajo de él:
“Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros.” Efesios 4:6
“Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.” I Corintios 15:28.
Sigue abajo la traducción más fiel al original del texto de Judas 4, que presenta a Dios, el Padre como único Soberano, y está en armonía con la revelación bíblica y en el orden natural de las cosas:
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, hombres impíos, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en disolución, y negando á Dios que solo es el que tiene dominio, y á nuestro Señor Jesucristo.” Judas 1:4 (Fuente: Biblia Reina Valera 1909)
Juan 1:1
Otro texto que posee problemas en la traducción es de Juan 1:1. Te invitamos a leer este texto de la Biblia. De la forma como se presenta, el texto estaría diciendo que Jesús, al menos en el principio, antes de venir ala tierra, era Dios. Si eso fuese verdad, estaría contradiciendo no solo el primer mandamiento, como también lo que el propio apóstol Juan escribió en este mismo evangelio en Juan 17:3, diciendo que el Padre es el Único Dios:
“es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.” Juan 17:3
Pero el texto de Juan 1:1 fue mal traducido. La traducción más fiel al original griego es:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo.”
Juan 1:1
Traducción fiel al original griego:
En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en el Dios, y Dios era el Verbo.
en arch hn o logov kai o logov hn prov ton yeon kai yeov hn o logov
El texto de arriba casi coincide con la traducción de la Vulgata al español, que citamos abajo:
“En el principio “era ya el verbo”, y el Verbo estaba en Dios, y el verbo era Dios.”
(subrayado y énfasis nuestro) (Fuente: La Sagrada Biblia (2003): Traducción de la Vulgata Latina por Don Félix Torres Amat, San Martín y Domínguez Editores, Colombia, ISBN: 968-5161-46-1)
Otra versión en español presenta la misma traducción, lo que muestra que el entendimiento de la traducción correcta de Juan 1:1 es “el Verbo estaba en Dios” no es una interpretación particular ó resultado de distorsión del significado del texto original. Al revés, es reconocida por diferentes traductores:
“No principio existia o Verbo; o Verbo estava em Deus; e o Verbo era Deus.”
(Fuente: Bíblia Sagrada Missionária da Difusora Bíblica Franciscano Capuchinhos, ed.2002 – traducción al portugues).
Traducción:
“En el principio existía el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios.”
Juan 1:1
Lo que el texto está diciendo es que, en el principio, Jesús estaba en Dios. No que El fuese otro Dios, como el Padre. Veremos como puede ser eso en el próximo capitulo de este libro. Por ahora, nos es suficiente ver que el texto, en su versión original, no está diciendo que Jesús era Dios.
Hebreos 1:8
Finalmente, comentamos el texto de Hebreos 1:8. Según lo que la mayor parte de las traducciones de la Biblia presentan, el texto estaría mostrando el propio Padre llamando a Cristo como “Dios”. Sin embargo, este texto fue originalmente escrito por Pablo, el mismo que escribió a los Corintios (I Corintios 8:6), a Timoteo (I Timoteo 2:5) y a los Efesios (Efesios 4:6) que “hay un solo Dios, el Padre”. Obviamente, Pablo, escribiendo con inspiración divina, no iria a contradecir lo que ya había repetido tantas veces cuando escribió a otras iglesias. Este texto está mal traducido. Vea como aparece en la nota de la Biblia en inglés:
“But of the Son he says,{1} {2} "Thy throne, O God, is for ever and ever, the righteous scepter is the scepter of {3} thy kingdom.”
{1}Ps 45:6 f{2}Or Thy throne is God for etc. {3}The two oldest Greek manuscripts read his
(Fuente: Revised Standard Versión, 1947 – traducción del inglés).
Traducción:
“Mas al hijo El dijo {1}: {2} Tu trono, oh Dios, para siempre y siempre; Vara de equidad la vara de {3} tu reino;
{1}:Sl 45:6 f {2} Ó Tu trono es Dios para. {3}Los dos manuscritos Griegos más antiguos presentan Su (resaltado y énfasis nuestro)
Note que en el pasaje de arriba, se sugiere como traducción posible el texto:
Tu trono es Dios para. Escrito de esta forma, el texto enseña en lenguaje figurado que el Padre es el “trono” de Jesús, por ser aquel que lo elevó al trono del universo junto Consigo. Obviamente, la traducción cambia el entendimiento del pasaje; lo saca de un entendimiento de estar en conflicto con la verdad de I Corintios 8:6 (hay un solo Dios, el Padre). Y lo coloca en armonía con tal verdad. Por eso, aceptamos esta traducción. Y esa traducción no es la única que presenta el texto de esta forma. Otras traducciones presentan lo mismo:
Moffat:
“Dios es tu trono para todo él siempre, tu cetro real es un cetro de equidad”
Hebreos 1:8
The American Translation:
“Pero del hijo El dice: ‘Dios es tu trono para todo él siempre’”
Hebreos 1:8
Pablo estaba en verdad diciendo que Cristo fue exaltado por Su Padre al trono, y no que Cristo era Dios igual al Padre. Pablo no escribiría algo que contrariase el mismo primer mandamiento, que afirma que no debemos tener otro Dios además de la persona del Padre.
La Biblia misma nos advierte que tengamos cuidado cuando estudiamos las epístolas de Pablo, para que no adulteremos su palabra, llegando a conclusiones equivocadas:
“…como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también;
Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos é inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos.
Así que vosotros, oh amados, pues estáis amonestados, guardaos que por el error de los abominables no seáis juntamente extraviados, y caigáis de vuestra firmeza.”
II Pedro 3:15-17
En Dios “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Por eso, sabemos que El nunca inspiraría a Pablo a escribir que hay un solo Dios el Padre, en Corintios 8:6, para en seguida llevarlo a escribir que en verdad hay también otro Dios Jesús. Para que no caigamos en el error de adulterar las palabras de las epístolas a fin de decir lo que la palabra de Dios no dice.
El papado (iglesia católica), llamada “Babilonia” en Apocalipsis 17:3, es responsable por la mayor parte de las traducciones de la Biblia. La misma popular versión Almeida para el portugués fue traducida por un padre (Juan Ferreira de Almeida), que por función, era del clero comandado por el papado. Babilonia significa confusión, y es un buen nombre para describir exactamente lo que el papado hizo en la traducción de las Biblias – una confusión para hacer que las personas que leen la Biblia crean en la doctrina de la trinidad, que es la doctrina central de la fe católica. Pero esta doctrina va en contra de la verdad bíblica. Las doctrinas bíblicas, como el Sábado, el santuario etc., siempre son claramente reveladas en la palabra de Dios, pero el nombre “trinidad” ni siquiera aparece en la Biblia.
Capítulo 5 - ¿Quién es Jesucristo?
Muchos piensan que, al considerar Jesús como no siendo “Dios”, ó siendo inferior al Padre en poder ó jerarquía, lo están rebajando, y así están haciendo la obra de Satanás, pues fue él quien deseó disminuir a Cristo. En la sección siguiente, trataremos esto.
Como Dios desea que exaltemos a Jesús
La Biblia presenta cual es la razón por la cual Dios desea que exaltemos a Jesús:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:
El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios:
Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres;
Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre;
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra;
Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre”
Filipenses 2:5-11.
El pasaje de arriba presenta la razón por la cual Dios desea que exaltemos a Jesús. Note que el pasaje da énfasis al sacrificio de Jesús:
“El cual, siendo en forma de Dios…, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo…
Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”.
El texto nos presenta los pasos en la humillación de Jesús:
1 – Estando en la posición más elevada en que un ser, fuera de Dios, podría estar en el universo, se humilló y se hizo hombre, tomando la forma de siervo;
2 – Reconocido en figura humana, estando ya en la forma de hombre, a Si mismo se humilló.
3 – Fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
El relato termina en la cruz, pues en la cruz el sacrificio de Cristo alcanzó el más alto grado. No había más nada que El podría haber hecho. No podía el sacrificio haber sido mayor. Bajando del lugar más alto del cielo, llegando al lugar más bajo del Universo, sucio por el pecado y por las tinieblas, identificándose con los seres de menor valor moral del Universo, hombres enemigos de Dios, humillándose con estos hombres y en la presencia de ellos entregar su Vida, sin ser por ellos reconocido, en la forma más humillante de ejecución jamás conocida. Después de relatar el sacrificio de Jesús, el texto declara que fue por esta razón que Dios lo exaltó:
“Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo…”
Filipenses 2:9
Las palabras “por lo cual” del texto de arriba demuestran que fue por la razón presentada en los versos anteriores (el sacrificio de Cristo al dejar las cortes celestiales a entregarse por los hombres) que Dios lo exaltó. Pablo mismo, obediente a la voluntad divina, hacia del sacrificio de Cristo, consumado en la cruz, el tema más importante de su predicación:
“Mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, á los Judíos ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura... Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino á Jesucristo, y á éste crucificado.”
I Corintios 1:23; 2:2.
Y Dios espera que exaltemos Jesús por el mismo motivo que Él y Pablo Lo exaltaron. Note que reconocer ó no a Jesús como Dios, nada tiene que ver con exaltarlo de la manera que Dios espera que Lo exaltemos. Si reconocemos a Jesús como nuestro Salvador y como Señor de nuestra vida y Lo exaltamos por eso, le estamos dando el homenaje que Dios espera que le demos, por eso mismo es bueno que veamos por la palabra que hay un solo Dios, el Padre.
En el capitulo anterior, vimos que la palabra de Dios revela tener un Único Dios, y que este es el Padre de Jesucristo. ¿Qué podemos decir entonces de la persona de Jesús antes, durante y después de Su encarnación, Si El no es un Dios como su Padre? En este capitulo trataremos este tema – Cristo ayer, hoy y eternamente.
En el principio- el Hijo de Dios
En el primer verso del evangelio de Juan, es retratada la situación de Jesús luego del principio de todo, antes de iniciarse la obra de la creación del Universo. La traducción más fiel a partir del original griego es:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo.”
Juan 1:1
Lo que el texto esta diciendo es, que, en el principio, Jesús estaba dentro de Dios – por eso dice: “el verbo estaba EN Dios”. ¿Como puede ser esto? Simple:
La Biblia repite en muchos pasajes que Jesús es Hijo de Dios, Jesús mismo lo dijo:”declaré: Soy Hijo de Dios” Juan 10:36. Según la Palabra de Dios, un Hijo solo es hijo porque fue engendrado de Su Padre. La Biblia utiliza el término “engendrar” para referirse a hijos naturales y legítimos – vea el ejemplo en Génesis 5:3:
“Y vivió Adán ciento y treinta años, y engendró un hijo á su semejanza, conforme á su imagen, y llamó su nombre Seth.”
Génesis 5:3
Seth fue hijo literal de Adán. La Palabra de Dios usa la palabra “engendró” para describir a Seth como hijo literal, nacido de Adán. Quien puede leer todo el capitulo 5 de Génesis, también como todas los otros pasajes en los cuales la Biblia menciona las genealogías (registros de nombres de padres y sus respectivos hijos), para verificar por si mismo que siempre la Palabra de Dios utiliza la expresión “engendrar” para referirse a hijos literales. Relativamente a Seth, en el texto que leímos hace poco, siempre se dice que era un hijo conforme a “la semejanza de Adán”, conforme a “su imagen”. Esta es la descripción bíblica de un hijo literal. La Biblia usa el mismo verbo “engendrar”, para mostrar que Jesús es un Hijo literal y legitimo de Dios Su Padre:
“Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo?”
Hebreos 1:5
Un hijo literal hereda partes de la imagen de la persona de su padre. Como prueba de que Cristo es un Hijo literal de Dios, la Biblia afirma:
“El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas,”
Hebreos 1:3
La palabra “expresa que puede ser atribuida a la filiación de Cristo para con Dios, el Padre, porque en la generación de un Hijo por el Propio Dios no hay ninguna pérdida ó distorsión. Dios es perfecto en lo que hace; y al concebir a Su Hijo, Lo hizo según la expresa, total y completa, imagen de Su persona.
Así como Dios formó a Eva de la costilla, que queda en la altura del seno (pecho) de Adán, Cristo salió del seno del Padre. En el relato de la formación del hombre, vemos que la raza humana fue hecha a la semejanza de Dios y Cristo, pues Dios dijo a Su Hijo:
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza;”
Génesis 1:26
La Palabra “nuestra” enseña que el primer par formado en el Edén, seria a la semejanza de Dios y Su Hijo. Y sobre Eva está escrito, que no tuvo madre, pero que fue formada directamente de Adán:
“Y Jehová Dios hizo caer sueño sobre Adán, y se quedó dormido: entonces tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.”
Génesis 2:21-22.
La formación del primer par es una lección objetiva del origen de Cristo, pues Dios le había dicho: “hagamos al hombre… a nuestra semejanza”. La Biblia enseña que Cristo es el Unigénito, ó el “Único Hijo generado”*, del Padre. Generado, no de una madre, sino solamente del Padre, tal como Eva fue generada solamente de Adán. Así como, figuradamente hablando, Eva estaba “en”, ó dentro de Adán, antes de ser formada, Cristo estaba “en” Dios antes de ser generado. En Génesis 5, este conocimiento es expuesto:
“El día en que creó Dios al hombre, á la semejanza de Dios lo hizo; Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.”
Génesis 5:1, 2.
Note que, según el texto de arriba, Dios hizo a Adán y a Eva, “macho y hembra”, y los llamó, a los dos, “Adán”. Así como Dios, viendo de antemano que formaría a Eva de dentro de Adán, llamó a ambos por el mismo nombre – Adán. También reveló a Juan que, viendo de antemano al Hijo que concebiría, dentro de Si mismo, Lo llamó por Su nombre, diciendo: “y Dios era el Verbo” (ó “el Verbo era Dios”). Tal como antes de ser creada, Eva recibe el nombre de Adán, antes de ser concebida. Cristo recibe el nombre de Dios, Su Padre. Eva era preexistente en Adán – antes de existir estaba en Adán. Cristo era preexistente en Dios – antes de existir como persona, estaba en Dios. Jesús mismo dijo que salió del Padre – veamos:
“Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti; Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” Juan 17:7, 8.
Vemos que Jesús mismo dijo que salió del Padre, o sea, fue generado de El, salió de dentro de El, tal como Eva salió de dentro (de una costilla) de Adán.
Algunos piensan que Jesús nació como Hijo apenas cuando vino en la Tierra y nació de Maria. Pero Jesús dijo a Pilatos que El nació antes de venir a este mundo:
“Jesús respondió: --Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.”
Juan 18:37.
Primero dice que nació, después que vino al mundo. Así, El mismo muestra que nació allá en el cielo, ANTES de venir al mundo.
La cronología de Juan
Vimos hasta aquí que, cuando el texto de Juan 1:1 afirma que “en el principio… el Verbo estaba en Dios”, estaba refiriéndose al hecho de que: “en el principio”, el Hijo estaba dentro de Dios – no existía como un ser separado de Dios. La Palabra traducida como “Verbo” en este verso es el original “logos” y significa “palabra”. En el “principio”, mencionado en Juan 1:1, Dios era el Verbo, ó la palabra; el propio Dios era el portavoz de Sus Palabras, como no existía todavía un Hijo que fuese para El un portavoz. Este “principio”, es el mismo relatado en Proverbios. Hablando de Jesús como la “Sabiduría” (I Corintios 1:24), el texto dice:
“Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra…No había aún hecho la tierra, ni las campiñas, Ni el principio del polvo del mundo.”
Proverbios 8:22,23 y 26.
(Fuente: Biblia Reina Valera 1909 RV).
El término “Me poseía” del texto arriba, se refiere al hecho de que el Hijo estaba en Dios. Proverbios dice que esto fue desde el principio, antes que el mismo Dios hiciera al principio el mundo:
“Desde la eternidad tuve el principado, desde el principio, antes que la tierra. Nací antes que existieran los océanos, antes que existiesen los manantiales cargados de agua. Nací antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas. No había hecho aún la tierra ni los campos, ni la totalidad del polvo del mundo.” Proverbios 8: 23, 24, 25 y 26. (Fuente: Biblia Reina Valera 1989 RVA).
En la continuación del capitulo 1 de Juan, el apóstol vuelve a referirse a la palabra principio, pero ahora asociándola a una nueva condición de Hijo – no más “en” Dios, sino “con Dios”:
“El era en el principio con Dios.” Juan 1:2.
¿Que “principio” es este al cual el verso se refiere, en el cual Jesús estaba ya “con” Dios? El próximo verso nos lo ayuda a entender:
“Todas las cosas fueron hechas por medio de él.” Juan 1:3.
El texto de arriba nos lleva al relato de la creación, cuando Dios hizo la Tierra. La Palabra de Dios dice que todas las cosas fueron creadas por medio de Cristo:
“porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16
El libro de Génesis nos indica “cuando” fueron creadas todas las cosas:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Génesis 1:1.
Este principio, relatado en Génesis, es el principio en el cual Cristo estaba “con” Dios, pues ya vimos que las cosas que fueron creadas, fueron por medio de Cristo. Pero el texto de Génesis dice: “En el principio creó Dios”. Tenemos entonces que la Biblia dice: “creó Dios”, y también hablando de Cristo: “Todo fue creado por medio de él”. Concluimos por lo tanto que Dios creó todas las cosas por medio de Cristo; Él, el Hijo, estaba con Dios durante la creación. Y Juan 1:2 describe este tiempo como el “principio”:
“El era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de él”
Juan 1:2, 3.
Vemos por lo tanto, que el principio de Juan 1:2 denota una ocasión diferente del principio de Juan 1:1. En el principio de Juan 1:1, el Hijo, el Verbo, estaba “en” Dios. Ya en el principio relatado en Juan 1:2, estaba “con” Dios. Cuando estaba “en” Dios, todavía no había nacido; sin embargo cuando estaba “con” Dios, ya había nacido y poseía una existencia como una persona distinta de la persona de Dios – el Hijo de Dios. Explicándolo de otra forma:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo. El era en el principio con Dios.” Juan 1:1,2.
Cuando la Biblia da énfasis en algo, repitiendo la palabra, ó hasta la misma frase, es porque el Señor quiere llamarnos la atención de algo importante. Note que el verso 2 es prácticamente una repetición del verso 1:
Verso 1: “el Verbo estaba en Dios”
Verso 2: “El era… con Dios”
¿Porque ocurre eso? El tiempo denotado en el verso 1 sitúa al Hijo de Dios dentro del Padre, o sea, cuando Él no había aún sido generado, mientras el verso 2 ya nos habla de cuando el Hijo ya existe, cuando ya fue concebido (ya nació). Él está junto “con” el Padre. Después de haber sido creado, participó con el Padre en la creación de todas las cosas. ¿Cómo? “Todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16 fue por medio de Él que “creó Dios” (GN 1:1) todas las cosas.
Subsistía en la forma de Dios
“Porque lo invisible de él--su eterno poder y deidad-- se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas; de modo que no tienen excusa.”
Romanos 1:20
El verso de arriba nos muestra que la mismo Divinidad puede ser entendida por medio de las cosas que fueron creadas. Así, para entender mejor la relación de Padre e hijo existente por medio de las obras creadas. Nada mejor, por lo tanto, que analizar la relación entre padres e hijos humanos, una vez que la raza humana es obra primaria de la creación de Dios. Vamos hacer uso de esta comparación de aquí en adelante para que podamos entender mejor la naturaleza y el carácter de la persona del Hijo de Dios.
Sabemos que un hijo literal humano tiene un cuerpo de la misma naturaleza de su padre. Los padres son hechos de carne y hueso, y los hijos de los humanos nacen así también. Usando la comparación propuesta en Romanos 1:20, que leímos arriba, podemos tener la certeza de que, del mismo modo que un hijo humano tiene un cuerpo de la misma naturaleza que su padre (carne y hueso), el Hijo divino nació con un cuerpo de la misma naturaleza que la de Su Padre. Y encontramos esta verdad revelada en la palabra de Dios:
“Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse;” Filipenses 2:5, 6.
La palabra “forma” del texto arriba, es utilizada para expresar el hecho de que Jesucristo, cuando estaba en el cielo, tenía la misma forma física que tiene Dios, su Padre. ¿De qué sustancia estaba constituido Su cuerpo?, no sabemos, ni nos ha sido revelado hasta hoy; pero la Biblia aclara que el cuerpo de ambos, Padre e hijo, era semejante antes de Cristo venir a la Tierra.
Anterior al Hijo
Sabemos que todo hijo de un padre humano es más joven que su padre. Como el hombre, la obra creada, revela a Dios, sabemos que Jesucristo, el Hijo, también es después de Dios, su Padre. Y vemos que es esto lo que la Biblia nos revela. Note lo que ella dice sobre la “edad” del Padre y del Hijo:
Sobre el Padre:
“Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.” Salmo 90:2
El texto muestra que de eternidad a eternidad, Dios ya existía, o sea, nunca hubo una ocasión en la cual Dios no había existido.
Sobre el Hijo:
“Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.” Miquéas 5:2.
Este texto es una profecía acerca de Jesús. Dice que Jesús tuvo origen en los días de la eternidad. Note en la diferencia presentada entre el Padre y el Hijo:
-Padre: “de eternidad a eternidad, Tu eres Dios” Salmo 90:2
- Hijo: “cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.” Miquéas 5:2.
Vemos que el Padre es anterior al Hijo. Diferente al Padre, que siempre existió, el Hijo tuvo origen en la eternidad; fue generado.
El mismo carácter de Su Padre
Un hijo humano hereda partes del carácter de su padre. Vemos por ejemplo, muchos casos de hijos que son impulsivos porque sus padres así lo eran. Heredan tendencias del carácter de sus padres. Sin embargo puede haber imperfección en la transmisión de partes de carácter de padres humanos para sus hijos, puesto que los hombres son imperfectos, no podemos creer que haya imperfección en la transmisión de partes del carácter de Dios para Su Hijo. Esto porque Dios es perfecto. Al leer el texto de hebreos, vemos que esta creencia es confirmada:
“Dios, habiendo hablado en otro tiempo… en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo… El es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza,”
Hebreos 1:1-3
¿Qué significa el término “expresión exacta”, utilizado en el texto? La palabra “exacta” significa “perfectamente fiel”. Entendemos entonces que al decir que el hijo es la expresión exacta del “Ser” del Padre, la palabra de Dios nos quiere hacer entender que el Hijo es la expresión, ó reproducción, perfectamente fiel de la persona (o del Ser) del Padre. Esto incluye tanto la forma física como el carácter. El carácter del Hijo es igual al carácter del Padre. La ley de Dios es la expresión de Su carácter; es también portando la expresión del carácter del Hijo. El carácter del Hijo es igual a la ley de Dios, de la misma altura y santidad que ella; por eso el Hijo podría ofrecerse a si mismo para pagar la pena de la ley trasgredida. Al sacrificarse el Hijo en la cruz por los hombres pecadores, el universo todo podría testificar que, por Su carácter, se pagó un precio a la altura de lo que la ley exigía, y Dios podría entonces, sin hacer agravio à Su ley, perdonar y redimir al pecador.
Un Hijo heredero
Todo hijo humano es, por derecho de nacimiento, heredero de las propiedades de Su Padre. Dios es dueño y creador de todas las cosas, y la Biblia declara que Dios constituyó a Jesús, Su Hijo heredero de todas las cosas:
“Dios… en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien, asimismo, hizo el universo.” Hebreos 1:2.
El Padre constituyó a Jesús como Hijo literal, heredero de todas las cosas. Si Jesús fuese igual y coeterno con el Padre, como dice la doctrina de la trinidad, no habría necesidad de que Dios Lo constituyese heredero de todas las cosas, pues El ya sería tan dueño como el Padre.
Heredero del nombre de Su Padre
Un hijo que nace en esta tierra, hereda el nombre de su padre terrenal. Por ejemplo, es natural pensar que el señor Silva Hijo, tiene este nombre por ser hijo del señor Silva, su padre. Como es un principio bíblico que la orden natural de las cosas creadas revela hasta la misma Divinidad (Rom. 1:20), podemos saber que lo mismo se debe dar con relación a Jesucristo y Dios Su Padre. ¿Podríamos comprobar esto en la Biblia? Veamos:
“Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,… Fue hecho tanto superior a los ángeles, así como el nombre que ha heredado es más excelente que el de ellos.” Hebreos 1:1, 2, 4.
Estos versículos dicen que Dios hizo a Jesús heredero de todas las cosas, y como prueba de que esto incluye Su propio nombre, afirma que Jesús, Su Hijo, “el nombre que ha heredado es más excelente” que los ángeles. Otro texto presenta aún de forma más clara el nombre que Jesús heredó. Leamos las palabras que Dios dijo a Moisés:
“Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:… He aquí, yo envío un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te lleve al lugar que yo he preparado. Guarda tu conducta delante de él y escucha su voz. No le resistas, porque él no perdonará vuestra rebelión, pues mi nombre está en él.” Éxodo 20:1; 23:20, 21.
Refiriéndose a Jesús como Su Ángel, el Padre le dijo a Moisés: “mi nombre está en él.” Dios mismo dijo que Jesús heredó Su nombre: “Dios”. Eso no hace de Jesús un Dios. Tener el nombre del Padre no significa ser el Padre, ¿concuerda? Yo no soy mi Padre; mi Padre es una persona y yo otra, pero heredé el nombre de él. Lo mismo ocurre con Jesús. El hecho de que Jesús heredó el nombre de su Padre explica varios textos en la Escritura que, si no fueren leídos con atención, pueden inducir al lector a pensar que la Biblia presenta a Jesús como “Dios”. Lo presentamos aquí:
“Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Isaías 9:6.
Este versículo nos habla respecto de Jesús. Note que dice que “Su nombre” es Dios fuerte. No dice que “El será” Dios Fuerte. El texto prueba que Jesús, como Hijo, heredó el nombre de su Padre, y no que El sea un Dios.
“He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros.” Mateo 1:23.
El versículo de arriba nos habla de Jesús. Note que dice: “y llamarán su nombre Emmanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros”. No dice que El será Dios con nosotros, pero si que Él será llamado por el nombre que significa Dios con nosotros. El caso es el mismo de Isaías 9:6, que analizamos.
En la Tierra – Hijo del Hombre
La Biblia dice que Dios formó un cuerpo en el cual Jesús iba a nacer:
“Por lo tanto, entrando en el mundo, él dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.” Hebreos 10:5
El espiritismo predica que una entidad puede asumir un cuerpo. No creemos en eso, pues la Biblia no dice así. Así, no se puede entender, por el verso de arriba, que Jesús con el cuerpo de Dios, como el que tenia en el cielo, entró dentro de un cuerpo humano para que existiesen dos cuerpos dentro de uno solo – un activo (el humano), y un inactivo (el divino), que aparece, como en la transfiguración. Este concepto, aun que muchos no lo sepan, es espiritista. La mayoría de las personas cree en eso ó en algo muy semejante, pero no es lo que la palabra de Dios revela.
Según la revelación bíblica, el hecho de Dios haber formado un cuerpo a Jesús en el útero de Maria, muestra que Jesús nació como hombre de hecho. El cuerpo divino, el cual Él poseía en el cielo, antes de venir en la Tierra, fue aniquilado – dejó de existir. Es esto lo que la palabra de Dios nos dice:
“Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y hallándose en condición de hombre,” Filipenses 2:5-7
La palabra “despojar” significa “destruir, reducir a nada”. El término “se despojó a si mismo” del verso de arriba significa, por lo tanto, que el cuerpo de Jesús, de la misma naturaleza del Padre fue destruido, reducido a nada. Dios el Padre, dejó de tener un Hijo con un cuerpo como el Suyo para siempre, pues tal cuerpo fue destruido, reducido a nada. Jesús era el único Hijo de Dios. Por lo tanto, nunca más el Padre tendría un Hijo cuyo cuerpo fuese de naturaleza semejante al Suyo, por toda la eternidad. El pasaje de Filipenses muestra que Jesús tomó la forma de “siervo, haciéndose semejante a los hombres”. A partir de la encarnación, Jesús, tendría solamente un cuerpo humano y seria un ser humano, en el sentido literal de la palabra. El Padre amaría a Su Hijo, no como alguien a la semejanza de la naturaleza de Su cuerpo físico, sino como un Hijo Suyo por origen (puesto que nació del Padre) con un cuerpo humano. Vería la raza humana en la persona de Su Hijo. Esto explica el hecho de Jesús ser, por tantas veces, mientras estaba en la Tierra, llamado como Hijo de Dios e hijo del Hombre. Citamos aquí solo dos pasajes como ejemplos:
“Entonces los que estaban en la barca le adoraron diciendo: --Verdaderamente eres Hijo de Dios!” Mateo 14:33
Jesús le dijo: --Tú lo has dicho. Además os digo: De aquí en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo. Mateo 26:64
Por origen, Jesús siempre será el Hijo de Dios, pues fue generado de Su Padre; nació de El, cuando por primera vez vino a la existencia; pero, por la encarnación, pasó a ser el “Hijo del Hombre”, teniendo un cuerpo humano. No podía volver a tener un cuerpo de hijo de Dios, pues la palabra de Dios nos declara en Filipenses 2:6 que ese fue destruido (aniquilado).Note que en el verso de Mateo 26:64, que acabamos de leer, Jesús dice que va a volver por segunda vez a la Tierra como hijo de hombre:
“veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo.” Mateo 26:64
Vemos que Jesús dejó claro que, cuando volviese por segunda vez a la tierra, todavía seria el hijo del hombre.
Como hombre, nada podía hacer por si mismo
Hasta aquí tenemos claro que Jesús tenia un cuerpo humano como el nuestro cuando estuvo en la tierra. ¿Pero tendría algún poder sobrenatural que no tenemos? ¿Seria una especie de “Dios – hombre” con poderes especiales? Veamos lo que Jesús dijo sobre Si mismo cuando estaba en la Tierra:
“Yo no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.” Juan 5:30.
El mismo dijo que no podía hacer nada por si mismo. Así como nosotros, que no podemos hacer nada por nosotros mismos, Él también lo era. ¿Como entonces Jesús operaba sus milagros y curaba las personas? Leamos el pasaje de Hechos:
“Hombres de Israel, oíd estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis.” Hechos 2:22.
Y Jesús dijo:
“Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí hace sus obras.” Juan 14:10.
Vemos, por los versos de arriba, que era Dios, el Padre de Jesús, que realizaba los milagros por intermedio de Él. No podemos curar las personas y hacer milagros por nosotros mismos. Jesús tampoco podía. Vemos por lo tanto, que Jesús era un ser humano tan limitado físicamente como nosotros, cuando estuvo aquí en la Tierra; y si él pudo hacer los milagros y las obras de misericordia por el poder de Dios que recibía por la fe; si fue perfectamente obediente a la ley por medio del poder del Padre, que lo fortaleció, cuando vivió en la tierra; nosotros también podemos guardar todos los diez mandamientos como lo hizo, recibiendo, por la fe en él, el poder de Dios. Por la fe en Jesús, podemos ser perfectos así como él lo fue.
Después de la resurrección – hombre de carne y huesos
Cuando Jesús resucitó, ¿continuó siendo hombre, teniendo un cuerpo humano?, ¿ó pasó a subsistir con algún otro cuerpo? Veamos lo que él mismo dijo cuando apareció a los discípulos, después de su resurrección:
“Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: --Paz a vosotros. Entonces ellos, aterrorizados y asombrados, pensaban que veían un espíritu. Pero él les dijo: --¿Por qué estáis turbados, y por qué suben tales pensamientos a vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, pues un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Al decir esto, les mostró las manos y los pies.” Lucas 24:36 – 40.
Jesús mismo dijo que era un hombre de carne y hueso cuando apareció a los discípulos después de haber resucitado. En la carta a Timoteo, Pablo declara que Jesús es un hombre hoy en el cielo, trabajando como nuestro Mediador:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” I Timoteo 2:5
Por lo tanto, entre Dios, nuestro Padre Celestial, y nosotros, sus hijos, hay un mediador, un Hombre, Jesucristo. Él es hombre, según la Palabra, y como hombre intercede por nosotros hoy en el cielo. El apóstol Pablo nos aclara que él no se avergüenza de nosotros al llamarnos – hombres – hermanos – vea en Hebreos 2:11 y 17:
“Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,”
“Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.” Hebreo 2:11 y 17.
Por lo tanto, tenemos hoy un hermano de nuestra raza intercediendo junto a Dios a nuestro favor – el hombre Jesucristo.
En el habita toda la plenitud de la divinidad
“Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;”
Colosenses 2:8, 9.
El texto de arriba fue escrito por Pablo después de Cristo haber resucitado. Es usado por muchos como prueba de que Jesús es un Dios, allá en el cielo, juntamente con el Padre. Esto porque el texto dice que en Cristo habita “toda la plenitud de la Divinidad”. ¿Pero será que es esto que Dios desea que entendamos? Vimos hasta aquí que la Biblia revela que Jesús es hoy un hombre en el cielo. El texto de arriba no puede estar contradiciendo lo que la palabra de Dios ya reveló. Dios no es un Dios de confusión. Vemos, por lo tanto, que el significado del texto de arriba es otro. ¿Cual es el conocimiento de ese pasaje, que armoniza con la palabra de Dios? Al compararse con otro pasaje, podemos llegar a esta conclusión. La Biblia dice que nosotros podemos ser llenos de la plenitud de Dios:
“seáis plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento; para que así seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:18, 19.
De acuerdo con el verso de arriba, nosotros, los seres humanos, podemos ser llenos de “toda” la plenitud de Dios. La palabra “toda” es el femenino de “todo”, que significa completo, entero, total, que no deja nada fuera. El verso quiere decir entonces que podemos ser tomados de la completa plenitud de Dios. Sin embargo, estamos conscientes de que, todavía que esta promesa de la Escritura se cumpla en nuestras vidas. Continuaremos siendo hombres, pero lo que ganaremos es que el carácter, ó la santidad de Dios se manifestarán plenamente en nuestras vidas. El texto de arriba expresa el deseo de Dios de que seamos tomados, poseídos, de toda Su santidad. Esto es tener toda la plenitud de Dios.
Volvamos ahora al ejemplo de Jesús. El texto dice que en él habita toda la plenitud de la Divinidad. Sabemos por la revelación de otros pasajes de la Biblia, que él es hoy un hombre de carne y hueso, como nosotros lo somos. Sabemos también que Dios constituyó a Jesús como nuestro ejemplo. Si el deseo de Dios para nosotros es que seamos tomados por la plenitud de la Santidad, es porque ciertamente Jesús fue tomado de la plenitud de Su Santidad. Dios no nos pide que Jesús no haya alcanzado. Aquí llegamos a la forma por la cual podemos entender el texto de Colosenses 2:8, 9, sin distorsionar los otros pasajes de la Biblia que afirman que Jesús es un hombre. Al decir que en Jesús habita toda la plenitud de la Divinidad, Dios se está refiriendo al hecho de que, en Jesús, habita la plenitud de Su Santidad. Si analizamos con atención el contexto de Colosenses 2:8, 9, vemos que era relativamente a la santidad de Cristo que Pablo se estaba refiriendo, no al hecho de probar que él era un “dios”:
“Por tanto, de la manera que habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andad en él, firmemente arraigados y sobreedificados en él, y confirmados por la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;” Colosenses 2:6 – 9.
Note que la exhortación de Pablo a los colosenses en el verso de arriba es con el objetivo de que ellos sigan el ejemplo de Jesús, como él dice:
“de la manera que habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andad en él, así como habéis sido enseñados” Colosenses 2:6, 7.
En la secuencia del texto, Pablo les exhorta a no desvirtuarse del modelo de Cristo:
“Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo” Colosenses 2:8
Pablo entonces, presenta la razón por la cual ellos no deben desviarse del ejemplo de Cristo:
Porque en Él es que habita la plenitud de la SANTIDAD (significado de la palabra Divinidad en el texto):
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;”
Colosenses 2: 9.
Una vez que Jesús es nuestro modelo de SANTIDAD, solo podemos tener el carácter moldeado según el padrón de santidad permaneciendo en él. Es eso lo que Pablo dice en otras palabras en la secuencia del texto, al aclarar que es permaneciendo en él que somos perfectos:
“y vosotros estáis completos en él, quien es la cabeza de todo principado y autoridad.”
Colosenses 2:10.
Vea que la palabra “Divinidad” es atribuida a Cristo como algo que debemos alcanzar. La Escritura concuerda con este conocimiento:
“Mediante ellas nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas seáis hechos participantes de la naturaleza divina, después de haber huido de la corrupción que hay en el mundo debido a las bajas pasiones.” II Pedro 1:4
Pablo escribió, en Colosenses, que no debemos desviarnos de Cristo porque en él habita la plenitud de la Divinidad, y si permanecemos en Cristo somos perfeccionados. Si la palabra “Divinidad” fuese usada con el objetivo de mostrar a Jesús – Dios, Pablo estaría presentando al hombre un ideal inalcanzable, pues por más que el hombre permanezca en Cristo, nunca se tornará un “Dios”. La mayor mentira que ya fue contada a un ser humano fue la de la serpiente a Eva, de que ella podría ser igual a Dios (ver Génesis 3:5). Esto es imposible.
Capítulo 6 – El Bautismo
El bautismo en Mateo 28:19
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,” Mateo 28:19
Sin embargo, este texto, de la forma como se presenta en las Biblias de nuestros días, no prueba que exista más de un Dios, aparte del Padre (puesto que este no es el tema tratado en el texto), es por muchas personas utilizado como evidencia de que debemos bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Según leemos en el texto, Jesús estaría ordenando a los discípulos que hiciesen discípulos y los bautizasen en nombre de tres personas. Sin embargo, al leer en la palabra inspirada como los discípulos cumplieron la orden de Jesús, ocurre algo muy intrigante:
“Pedro les dijo: --Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos 2:38.
Pedro predicó el arrepentimiento y clamó a los judíos para que fuesen bautizados, no en nombre de tres personas, como supuestamente enseña el texto de Mateo 28:19, sino “en nombre de Jesús”. ¿De donde sacó Pedro esa orden para predicar el arrepentimiento y bautizar en nombre de Jesús? Vemos que Jesús ordenó predicar el arrepentimiento en Su Nombre, en el libro de Lucas:
Dijo Jesús:
“Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras, y les dijo: --Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicase el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:45-47.
Pedro predicó el arrepentimiento en nombre de Jesús, conforme al texto de Lucas de arriba. Y apeló a los creyentes para que se bautizasen en el nombre de Jesús, lo que no está en armonía con la orden que aparece en las versiones actuales de Mateo 28:19. ¿Bendijo Dios tal apelo de Pedro? La Escritura relata que sí:
“Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones. Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles.” Hechos 2:41-43.
Y ese no fue el único bautismo hecho en el nombre de Jesús relatado en la Biblia (lea también Hechos 8:16; 19:1-5). Sabemos, por la Biblia, que Dios nunca bendice los esfuerzos de un hombre cuando está en desobediencia abierta. ¿Cómo puede ser entonces que, ordenando Jesús que se bautizase en nombre de tres personas en Mateo 28:19, Pedro predicase el bautismo solamente en el nombre de Jesús, y Dios bendijera su obra? La respuesta es: Dios no lo haría, a menos que Pedro estuviese cumpliendo la orden exactamente dada por Cristo. Siendo eso verdad, el original de Mateo 28:19 nunca podría ser lo que conocemos en las Biblias actuales. La traducción de Mateo 28:19 debe presentar alguna equivocación. Buscamos pruebas de que las cosas son realmente así, y comprobamos:
“De acuerdo con el editor de Christadelphian Monastshefte, Eusebio, entre sus muchos otros escritos, compiló una colección de textos corrompidos de las Santas Escrituras, y ‘la más seria de todas las falsificaciones denunciadas por él, es sin duda el tradicional pasaje de Mateo 28:19.’…
De acuerdo con Conybeare:
‘Eusebio cita este texto (Mateo 28:19) ves tras ves en obras escritas entre los años 300 y 336, nominadamente en sus largos comentarios sobre Salmos, Isaías, su Demostración Evangélica, su Teophany…en su famosa historia de la iglesia…Yo tengo, después de una investigación moderada en estas obras de Eusebio, dieciocho citas de Mateo 28:19, y siempre da la siguiente forma:
“Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, en mí nombre, enseñándolos a observar todas las cosas, todo lo Yo vos ordené’
…Y Eusebio no se contentó meramente en citar el verso de esta forma, sino en más de una vez comenta sobre él en una forma tal que parece querer mostrar cuanto se fijó por las palabras ‘en mí nombre’. Así, en su Demostración Evangélica, él escribe como sigue (col.240, p. 136):
“Pero él no les ordenó hacer discípulos de todas las naciones, simplemente y sin calificación, sino con la adición especial ‘en mi nombre’. Pues tan grande era la virtud vinculada a este apelo que el apóstol dice: ‘Dios le dio un nombre encima de todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra, y sobre la tierra’. Estaba en lo cierto, por tanto, que debería enfatizar la virtud del poder residente en su nombre, pero escondido a muchos, y por eso dijo a sus apóstoles: ‘id y haced discípulos de todas las naciones, en mí nombre’”(resaltados nuestros) (Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 13, 14).
El texto de arriba muestra que Eusebio en sus escritos, citaba textos de la versión del evangelio de Mateo que tenia a su disposición, y los transcribía como: “bautizándolos en Mi nombre”, en nombre de Jesús. Según la fuente de arriba, Eusebio de Cesárea denunció la adulteración del texto de Mateo 28:19. Según él, el texto original no mandaba bautizar en el nombre de tres personas. ¿Quien fue Eusebio de Cesárea? ¿Qué crédito podemos dar a las afirmaciones sobre Mateo 28:19? Veamos lo que dice una publicación de 1902 sobre él:
“F.C Conybeare, en el Hibbert Journal, Octubre, 1902
‘de los autores de los testimonios escritos del texto del nuevo Testamento según se encontraban los Manuscritos Griegos de 300-340 D.C, ninguno es tan importante como los de Eusebio de Cesárea, pues él vivió en la mayor Biblioteca Cristiana de aquella época, aquella de origen Pamphilius, que nominadamente, colectaron. No es exagerado decir que a partir de esta simple colección de manuscritos en Cesárea se deriva la mayor parte de la literatura anti-Nicenita remaneciente. En esta biblioteca, Eusebio debe haber manoseado habitualmente códigos de los evangelios de solo doscientos años atrás que es el más antiguo de los grandes manuscritos que tenemos ahora en nuestras bibliotecas’.” (resaltado nuestros) (Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 15).
Según la fuente de arriba, Eusebio es el que estaba en mejores condiciones de acceder a los originales de los manuscritos del Nuevo Testamento, pues tenía a su disposición manuscritos de los evangelios que datan casi de la época de los propios apóstoles, una época en la cual la iglesia todavía preservaba su pureza. Y él citaba frecuentemente que la orden contenida en Mateo 28:19 era: “bautizando en Mi nombre”. Creemos conveniente también colocar algunas referencias más sobre él, a fin de mostrar cuanta credibilidad se puede atribuir a su obra:
“Mosheim, en una nota editorial:
‘Eusebius Pamphili, Obispo de Cesárea en la Palestina, un hombre de vasto conocimiento y erudición, y que adquirió fama inmortal por sus trabajos en historia eclesiástica, y en otros ramos del conocimiento teológico. … hasta cerca de los 40 años de edad él vivió en gran intimidad con el mártir Pamphilius, un hombre instruido y devoto de Cesárea, y fundador de una extensa biblioteca allí, de la cual Eusebio derivó su vasto conocimiento’.
Dr. Wescott, en ‘General Survey’, pg. 108
‘Eusebio, a cuyo celo nosotros debemos la mayor parte de la historia conocida del Nuevo Testamento’.
Peaje Bible Commentary, pg. 596
‘El más importante escritor en el primer cuarto siglo fue Eusebio de Cesárea… Eusebio era un hombre de poca originalidad ó juicio independiente. Pero era grandemente versado en la literatura griega Cristiana del segundo y tercer siglos, parte del cual está irreparablemente perdida, y las generaciones subsecuentes tienen una gran deuda con su honesta, y algunas veces no poco perjudicada, erudición’…
Mosheim, nuevamente, en una nota editorial
‘Eusebio era un historiador imparcial, y tuvo acceso a las mejores fuentes para componer una correcta historia, según su época permitía’.”
(Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 12 y 13).
El trabajo de Eusebio nos muestra que, según los textos originales, la orden de Jesús fue para que bautizasen en Su nombre. No hay ni siquiera un relato de la Biblia de algún bautismo realizado en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, según el texto de las traducciones modernas de Mateo 28:19. Todos son hechos en nombre de Jesucristo. Vemos por tanto, que Mateo 28:19 presenta un problema de traducción, pues su texto, de la forma como lo leemos en las Biblias modernas, no armoniza del todo de las Escrituras. Algunas personas, para defender la valides de Mateo 28:19 de la forma como se presenta en las Biblias modernas, dicen que todo era hecho en el nombre de Jesús en aquella época porque entonces el nombre de Jesús era el objeto de discusión entre los judíos y los apóstoles. Sin embargo, cuando analizamos el texto de hechos 19, este argumento cae por tierra:
“Pablo, después de recorrer las regiones interiores, bajó a Efeso y encontró a ciertos discípulos. Entonces les dijo: --¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le contestaron: --Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo. Entonces dijo: --¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos respondieron: --En el bautismo de Juan. Y dijo Pablo: --Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y ellos hablaban en lenguas y profetizaban.”
Hechos 19:1-6.
El pasaje de arriba relata el caso de algunos creyentes en Efeso que habían recibido el bautismo de Juan el bautista. Ellos dijeron a Pablo: “--Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo”. Es evidente por tanto, que no fueron bautizados en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo como es ordenado en Mateo 28:19. Si hubieran sido bautizados en nombre de los tres, ciertamente habrían oído hablar de la existencia del Espíritu Santo. El pasaje sigue RELATANDO QUE FUE DESPUES QUE ESOS CREYENTES FUERON BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DEL Señor Jesús” que “vino sobre ellos el Espíritu Santo” y hablaban otras lenguas y profetizaban. Vemos que el propio cielo reconocía el bautismo de Jesús. Queda claro que los discípulos no bautizaban en la época en nombre de Jesús por ser este el nombre de disputaron los judíos, pero así lo hacían por obediencia a la orden de Cristo.
Los creyentes en efesios habían sido bautizados en un bautismo diferente (en este caso, el bautismo de Juan), pero fue un poco después de fueron bautizados en el bautismo en nombre de Jesús que recibieron el Espíritu Santo. El cielo no enviaría el Espíritu Santo mediante la realización de un bautismo diferente de aquel que fuera ordenado por Jesús. Vemos por tanto, que Jesús había ordenado bautizar en Su Nombre, y el texto de Mateo 28:19, de la forma que aparece en las Biblias modernas, contiene un error de traducción, una vez que no armoniza con diversos pasajes de las Escrituras en el libro de Hechos. De hecho, por escudriñar las Escrituras, vemos que Eusebio de Cesárea no solamente estaba en lo cierto al denunciar que el texto de Mateo 28:19 fue adulterado, como también cual es el original de ese pasaje, que está en armonía con toda las Escrituras:
“Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en Mí nombre…”
Mateo 28:19.
Perciba que no es necesario conocer el idioma original, ni haber estudiado teología para percibir que el texto de Mateo 28:19 según las versiones modernas está mal traducido. Un estudio cuidadoso, con oración, comparando pasaje por pasaje de los textos de la Biblia que tenemos en nuestro propio idioma nos lleva a la verdad, como la propia Escritura afirma:
“Porque mandato tras mandato, mandato tras mandato; línea tras línea; un poquito allí, un poquito allí..."
Isaías 28:10.
Vea que no es necesario demostrar por la arqueología que la versión de Eusebio de Cesárea presentada arriba es más fidedigna de lo que las versiones que presentan el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y Espíritu Santo; la propia verdad presentada en los pasajes relacionados con el tema muestra que, de las dos versiones, la de Eusebio (bautizándolos en Mi nombre) es la única que puede estar correcta, pues no contradice el testimonio de las Escrituras. Lo mismo se da con todo lo presentado en este libro con relación al único Dios, el Padre. Dios prometió mostrar sus verdades a los humildes que estudian con oración. Y cada vez que una verdad es cuestionada, no creída y despreciada por la gran mayoría de los teólogos y líderes religiosos es descubierta por humildes seguidores de Cristo, y ahí se cumple la Palabras del Maestro:
“Jesús respondió y dijo: "Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.”
Mateo 11:25.
Por lo tanto, no nos preocupemos por nuestros pastores, líderes de la iglesia, doctores en teología y otros estudiosos y predicadores famosos de la Biblia que no aceptan el testimonio de las Escrituras. No permitamos que la influencia de ninguno de estos hombres, ni todos en conjunto, nos retire la perla de la verdad bíblica del corazón, descubierta después de estudio fervoroso con ayuno y oración. Sea la palabra de Dios nuestro único guía de fe y práctica, y no las enseñanzas de los hombres. Que la Escritura se cumpla en esto:
“Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí.”
Juan 6:45.
“Que lo misioneros de la cruz proclamen que hay un solo Dios, y un Mediador entre Dios y los hombres, el cual es Jesucristo, el Hijo del Infinito Dios. Esto necesita ser proclamado en cada iglesia en nuestra tierra.”
(Battle Creek, 21 de Enero 1891)
(Fuente: 1888 Materials, pg. 886) E.G.W.
Capitulo 7 - ¿Qué Hacer Ahora?
“Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.”
Lucas 12:48
Es posible que el mensaje presentado en este libro, a pesar de ser una verdad conocida desde que la Biblia fue escrita, sea nueva para usted. Toda la verdad que aprendemos, una vez creída, exige una decisión, pues la Escritura dice:
“Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la ignorancia, en este tiempo manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos.”
Hechos 17:30, 31.
Sin embargo no lleve en cuenta los tiempos en la ignorancia de la verdad, ahora que conocemos por la Escritura que hay un solo Dios, el Padre, tenemos que tomar una decisión. ¿Aceptaremos el mensaje? ¿Ó lo rechazaremos? ¿Estaremos entre los fieles ó los infieles? Esa decisión es individual; y oramos para que usted y todos los que leen este libro puedan estar entre los fieles que aceptan y permanecen en la verdad.
¿Qué espera Dios de aquellos que aceptan este mensaje y se deciden por el único Dios, el Padre, en lugar de la trinidad? El cambio de un Dios no revelado en la Biblia (trinidad) por el verdadero Dios, representa el abandono de la idolatría (adorar el dios falso) para la verdadera adoración; el dejar de transgredir el primer mandamiento para prestarle obediencia a Él. Para los que toman esa decisión, Dios, nuestro Padre de amor, aconseja:
“No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente? ¿Qué acuerdo puede haber entre un templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos! dice el Señor. No toquéis lo impuro, y yo os recibiré; y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
II Corintios 6:14-18.
Muchos no aceptarán este mensaje, mientras pocos lo recibirán; pero es el designio del Señor que haya separación marcada entre los obedientes y los desobedientes: “No toquéis lo impuro, y yo os recibiré; y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
No podemos tomar parte en cultos donde un dios falso es invocado (trinidad)), pues haciéndolo así, estaremos de acuerdo con un culto idolátrico. El Señor no se agradaría de esto. La separación, es el paso recomendado por El a fin de que seamos reconocidos como Sus hijos. ¿Dónde nos congregaremos? Podemos congregarnos con los creyentes del único Dios en nuestras casas, como lo hacían aquellos que aceptaban el mensaje predicado por los apóstoles:
“Pablo, preso por causa del Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a Filemón amado, y ayudador nuestro;
y a la amada Apia hermana, y a Arquipo, compañero de nuestra milicia, y a la Iglesia que está en tu casa:”
Filemón 1,2
“Saludad a los hermanos que están en Laodicea: a Ninfa y a la iglesia que está en su casa.”
Colosenses 4:15.
“Saludad a Priscila y a Aquilas, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron sus cuellos por mi vida, y a quienes estoy agradecido, no sólo yo, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su casa.”
Romanos 16:3-5.
Los pasajes de arriba son adecuados para enseñarlos en nuestro tiempo, y dignos de nuestra atención y obediencia, pues está escrito que:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.”
II Timoteo 3:16,17.
Capitulo 8 – El Unico Dios vs. la Trinidad – ¿Cuál Revela el Amor Divino?
La Biblia dice que Dios es nuestro Padre, y cuando creemos en Jesús nos hacemos “hijos de Dios”. Sin embargo la creencia de la trinidad lleva al fiel a creer que es hijo de tres personas iguales, de tres gemelos (mellizos), y no de un Padre espiritual (celestial). Dios es amor y para tener amor, debemos conocerlo. Pero según la Biblia, “hay un solo Dios el Padre” (I Cor. 8:6). Si busco conocer trillizos (Tres) como mi Padre, no los encontraré en la Biblia. No puedo reconocer un dios que no es revelado en las Escrituras.
Está escrito que:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
Lo que lleva el apóstol a escribir que de tal manera amó Dios al mundo, es el hecho de que Él dio Su Hijo Unigénito – el único hijo generado que poseía. Realmente podemos entender que es un gran sacrificio para un padre entregar al único hijo que tiene. La experiencia de Abrahán e Isaac fue una lección objetiva del amor de Dios demostrado para el mundo. Al llevar a Isaac al altar, Abrahán experimentó en parte la perdida del hijo que él mismo sacrificaría, y pudo comprender mejor el amor de Dios.
Aquello que a Abrahán le fue impedido hacer, bajar el cuchillo e inmolar al hijo, Dios lo haría para salvarnos.
Si Dios fuera considerado una “unidad de tres personas coeternas” (trinidad), la belleza del mensaje de Juan 3:16 se pierde, y el sacrificio de Dios en nuestro favor pasa a ser una mera demostración de amor, no abnegado, egoísta. Explicamos: “si Dios son tres personas iguales coeternas, el Hijo de Dios no era de hecho Su Hijo, solamente asumió el papel de hijo para venir al mundo y dar su vida por nosotros. Siendo así, el Padre quedó en el papel de Padre, sentado en el trono, viendo al que hizo el papel de Hijo pasar por pruebas en la tierra y ser sacrificado por manos de inicuos. Si fuera así, veríamos que el Padre podría haber asumido el papel de Hijo, si lo quisiera, pero por alguna razón no revelada no lo hizo. Prefirió quedar sentado en el trono, en la posición más confortable, viendo a otro sacrificándose por nosotros. Siendo así, la declaración:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”, deja de ser una declaración de Dios de la revelación del verdadero amor de Dios, para ser apenas una demostración de hipocresía, pues podríamos con razón preguntar: si nos amó, ¿porque no vino Él mismo a morir por nosotros en lugar de enviar Su igual que asumió el papel de Hijo, y se limitó a verlo morir? ¿Cuál es la posición más fácil – dar la vida ó sentarse y ver el sacrificio del hermano? Obviamente el segundo. Según la óptica trinitaria, el amor de Dios no puede ser visto en el sacrificio del Hijo. Y si nosotros no vemos el amor de Dios, no podremos tener amor, pues es por la contemplación que somos transformados.
Vemos, por lo tanto, que el mensaje del único Dios, el Padre, no es un sentimiento de exclusividad de los creen esto. Infelizmente, todos heredamos tendencias para el pecado, y como dice Pablo, hoy “Ahora vemos por espejo, en oscuridad;… ahora conozco en parte;” a Dios (I Cor. 13:12). Si Lo conocemos en parte, todavía no somos como El, pero si proseguimos en el conocimiento de El, finalmente conoceremos como somos conocidos, y seremos como Él, pues está escrito:
“Conozcamos y persistamos en conocer a Jehová. Segura como el alba será su salida; vendrá a nosotros como la lluvia; como la lluvia tardía, regará la tierra.”
Óseas 6:3.
Si proseguirnos en este estudio, ahora no es para saber cuantas personas son Dioses, ó quien es Dios (eso ya lo sabemos), sino para conocer el carácter de Dios y Su amor revelado y concretizado en Cristo en nuestro favor, seremos en breve agraciados con el derramamiento del Espíritu, y de la lluvia tardía.
Es verdad que muchas personas se salvarán sin conocer determinadas verdades de la palabra de Dios. Sin embargo, eso no demuestra que es mejor no buscar un mayor conocimiento de la Escritura. El ladrón de la cruz estará con Jesús en el paraíso, pero no por eso debemos de dejar de escudriñar en el conocimiento de Jesús y de Dios por medio de la Palabra. En vida debemos decir como Juan el discípulo amado: “aquél que no ama, no conoce a Dios, pues Dios es amor”, y todavía: “nosotros conocemos y creemos en el amor que Dios tiene por nosotros”. La verdadera experiencia cristiana lleva al creyente en una vereda sin fin, en la cual ocurre el perfeccionamiento del conocimiento del amor de Dios por medio del estudio de la Palabra y de la experiencia cristiana práctica. Pablo dijo en Efesio 3:14-19, que se ponía de rodillas delante del Padre, pidiendo para que los creyentes pudieran conocer las dimensiones, la anchura, altura y profundidad – del amor de Cristo, para que ENTONCES pudiesen ser llenos de toda la plenitud de Dios – y Dios es amor. El conocer la correcta relación de Padre y el Hijo existente entre Dios y Jesús es fundamental para que cualquier ser humano pueda ser lleno de la medida de amor que Dios desea concederle.
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.”
Juan 17:3
Que todos prosigan en el conocimiento del amor de Dios, que se manifestó a nosotros por el sacrificio de Su único Hijo generado, Jesucristo, es nuestro sincero deseo y oración. Amén.
Hay un solo Dios,
El Padre
I Corintios 8:6
¿Por qué debería leer este libro?
Díos nos aconseja: “Mira todo, retiene lo que es bueno”. Usted puede pensar que ya conoce toda la verdad con respecto al tema que vamos a abordado en este libro, y por lo tanto no sentir necesidad de leerlo. Pero, la Palabra de Díos dice: “engañoso es el corazón del hombre; ¿Quién lo conocerá?” Pensando que ya sabemos todo sobre un tema, ó que tengamos la verdad sobre él, Díos nos invita a revisar nuestros conceptos, pues sabe que podemos estar engañados sin saberlo. Hablando a los de Su iglesia en los últimos días, Jesús explica: “pues tu dices: Estoy rico y abastado y no necesito de cosa alguna, y ni sabes que tú es infeliz, si, miserable, pobre, ciego y desnudo” Apocalipsis 3:17. Jesús sabe que la iglesia de los últimos días estaría compuesta por personas que todavía piensan tener la verdad, pero no la tendrían. Estaban engañadas y no lo sabían. Por eso dijo a sus miembros: “no sabes”. ¿Creemos nosotros que somos parte de iglesia de Dios en estos últimos días? ¿Usted lo cree? Entonces, podemos ser parte de aquellos descritos por Jesús – engañados y que “no saben”. Tenemos por lo tanto, una buena razón para leer este libro, y verificar si nuestra creencia subsiste a la prueba bíblica. Atendamos al consejo divino “Examinadlo todo, retiene lo bueno”
Introducción
¿Debemos tener miedo de estudiar sobre la Divinidad?
Quien lee la Palabra de Dios por mucho tiempo ó frecuenta alguna iglesia, es bien probable que tenga un concepto personal de quien sea Dios, o de cuantas personas forman la Divinidad. Es también posible que debido a sus convicciones, tenga un cierto recelo, y por que no decir miedo, de estudiar este tema, temiendo pecar contra Dios. Este miedo puede ser originado por diversas razones. No pretendemos abordar todas en esta sección, pero nos gustaría tratar las objeciones más comunes al estudiar este tema.
El pecado contra el Espíritu Santo
Muchos, posiblemente la gran mayoría de los cristianos, creen que el Espíritu Santo es un Dios, integrante de la “Santísima Trinidad Divina”. Así temen estudiar cualquier material que trate de su “persona” y obra, con miedo de cometer el pecado contra el Espíritu Santo. Toman como base para tal actitud el texto de abajo:
28De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; 29pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Marcos 3:28,29.
Cuando entendamos cual es el pecado contra el Espíritu Santo este miedo desaparecerá. ¿Por qué Jesús dijo que aquél que blasfemare contra el Espíritu Santo no tiene perdón? El verso siguiente aclara el que presentamos arriba:
. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo." Marcos 3:30
Los fariseos dijeron que Jesús estaba poseído de un espíritu inmundo (demonio) al hacer sus milagros. Sabemos que Jesús hacía los milagros con el poder de Dios (Hechos 2:22). Al decir que Jesús los hacía por el poder de Satanás, no hablaban con ignorancia, pues tenían pruebas convincentes de que las obras de Jesús estaban en armonía con las Escrituras. El fariseo Nicodemo lo había confesado:
“Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.”
Juan 3:2
Es a través del Espíritu Santo que Dios convence de “pecado” (Juan 16:8). Al atribuir la
obra del Espíritu de Dios a Satanás, los fariseos estaban voluntariamente rechazando el medio por el cual Dios podría convencerlos de pecado. No había otro medio, más allá del Espíritu, por lo cual Dios pudiese llevarlos a que se arrepintieren. Rechazando el medio proporcionado por Dios, los fariseos no se arrepintieron de sus pecados, no pudiendo por lo tanto, ser perdonados. Es por esta razón que sus pecados no tenían perdón. El pecado de los fariseos fue el de voluntariamente atribuir a Satanás la obra del Espíritu Santo. Jesús dijo que ellos estaban pecando contra el Espíritu Santo cuando hacían eso. Muchos entendían que pecar contra el Espíritu Santo seria negar la “persona” o su “divinidad”. Entonces, vemos aquí que, de acuerdo con la Palabra de Dios, no es este el caso.
Negar a Dios – Hechos 5:3,4
Otro temor que muchos tienen es el de negar a Dios al cuestionar la “Deidad” del Espíritu Santo. El principal texto que los lleva a pensar así se encuentra-en Hechos 5:3,4:
“3Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo, y sustrajeses del precio de la heredad? 4Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder? ¿Por qué pusiste esto en tu corazón? No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
Muchos hacen la siguiente deducción, con base en el texto de arriba: Ananias, cuando mintió al Espíritu Santo, mintió a Dios, y dicen que el Espíritu Santo es Dios. Comparando el texto de arriba, con todo el libro de los hechos, muestra que está lejos de llevarnos a tal conclusión. Vea lo que el autor de Hechos escribió sobre el Espíritu Santo, en el capítulo 20:28
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.”
Según leemos arriba, el Espíritu Santo es Aquel que compró la iglesia con Su propia sangre. ¿Quién es esta persona que derramó Su sangre por nosotros? Sabemos que fue Jesús. El autor del libro de Hechos se refería a Jesús cuando decía “Espíritu Santo” en este pasaje. Si el autor del libro de hechos desease enseñar en el capítulo 5 que el Espíritu Santo es una persona divina, un “Dios”, no usaría el término “Espíritu Santo” para se referirse a Jesús, que compró la iglesia con su sangre, en hechos 20:28. Entonces, enseñar que en Hechos 5 que el Espíritu Santo es una persona divina, un “dios”, es algo precipitado.
Capítulo 1 – El Espíritu Santo
El Espíritu Santo Consolador
Jesús, cuando estaba todavía en la Tierra, habló sobre la obra del Espíritu Santo, llamándolo “Consolador”:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:
Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.
Note que en el texto de arriba, Jesús le dijo a los discípulos que ellos ya conocían el Consolador, el Espíritu de verdad:
“Al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros.”
¿Quien es que ya habitaba con los discípulos durante 3 años y medio? Jesús era el que habitaba con ellos. Jesús dio a entender a los discípulos que, al hablar del Consolador, estaba hablando de El mismo. Las palabras que El dijo en seguida reforzaron esta idea:
“No os dejaré huérfanos: vendré á vosotros.”
En la frase de arriba, Jesús mostró a los discípulos que El volvería como el Consolador. Pero alguien podría todavía pensar que Jesús se estaba refiriendo, no a Su venida como Consolador, pero si a Su segunda venida a la Tierra. Para evitar que los discípulos llegasen a tal conclusión, Jesús sigue:
“Aun un poquito, y el mundo no me verá más; empero vosotros me veréis; porque yo vivo, y vosotros también viviréis.” Juan 14:19
La Biblia declara que, cuando Jesús venga por segunda vez a la tierra, “todo ojo Lo verá” (Apocalipsis 1:7); esto incluye todos los que están en el mundo. Pero al hablar de la venida del Consolador, Jesús dijo que “el mundo no me verá más, pero vosotros me veréis”. Vemos que Jesús no se refería a Su segunda venida a la Tierra, era a Su venida como Consolador, cuando solamente los creyentes Lo recibirían. Algunos creen que, por Jesús haber dicho que enviaría “otro” Consolador, Él se refería a otra persona, no a El mismo. Como vimos, Jesús explicó que no era eso lo que Él deseaba enseñar. Al hablar de “otro”, se refría-a Él. Jesús se refería muchas veces a Si mismo en la tercera persona del singular, o sea, en lugar de decir “Yo”, hablaba de si mismo como de otra persona. Vea algunos ejemplos:
“Cuando descendieron del monte, Jesús les mandó, diciendo: No digáis a nadie la visión, hasta que el Hijo del Hombre resucite de los muertos.”
Mateo 17:9
" Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.”
“Sucedió que, mientras iban conversando y discutiendo el uno con el otro, el mismo Jesús se acercó e iba con ellos.
Pero sus ojos estaban velados, de manera que no le reconocieron… Entonces él les dijo: --Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!
¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas y que entrara en su gloria?
Y comenzando desde Moisés y todos los Profetas, les interpretaba en todas las Escrituras lo que decían de él.” Lucas 24:15, 16, 25, 26, 27.
¿Quienes eran “el Hijo del Hombre” y el “Cristo”, mencionados por Jesús en los textos de arriba?
El mismo; pero Él hablaba como si fuera otra persona. Esta era una forma de hablar de Jesús sin atraer la gloria para Si. Es digna de nuestra imitación. Lo mismo se da en el caso de Juan 14:16, en cuanto al Consolador. Cristo habla de Si mismo como si fuera de otra persona (de donde sale la palabra “otro”). Quien conoce a Cristo, y esta familiarizado con la forma de cómo Él habla, sabe que estaba hablando de Si mismo.
Y el propio apóstol Juan, el discípulo amado, aprendió de Jesús, y también se refirió a si mismo por la palabra “otro”:
“Entonces corrió y fue a Simón Pedro y al otro discípulo a quien amaba Jesús, y les dijo: --Han sacado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde le han puesto.
Salieron, pues, Pedro y el otro discípulo e iban al sepulcro.
Y los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó primero al sepulcro.” Juan 20:2-4
Juan es el autor del evangelio que lleva su nombre. El escribió el texto de arriba. Al referirse a si mismo, no dijo “yo”, dijo “el otro”. Esta es una forma humilde de referirse a si mismo. El solamente podría haber aprendido esto de Jesús, el “manso” y “humilde”, a quien amaba. Aprendió a referirse a si mismo como “el otro”, del propio Jesús. Así, no es conferida gloria por él a su propia persona.
Es conveniente que sepamos algo más sobre el Consolador. Sabemos que es Jesús, ¿pero seria Jesús en persona, o no? Leamos con atención las palabras de Jesús dirigidas a los discípulos:
“Consolador…vosotros lo conocéis, porque Él habita con vos y estará en vos.”
Juan 14:16,17.
¿Dónde estaría El Consolador? Dentro de los discípulos. Después de regresar a los cielos, Cristo, en persona, estaría en el cielo, actuando como Sacerdote y mediador entre Dios y los Hombres. Los apóstoles lo sabían tanto, que Pablo, hablando de El, escribió:
“Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos, 2ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre. …
24Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”
Hebreos 8:1,2; 9:24
Mientras estaría en persona en el cielo para interceder por los hombres, Cristo habitaría en el corazón de los creyentes por medio de Su Espíritu, como Consolador. Él enseño en Juan 14 que Él Consolador es El, no en persona, pero si en Espíritu. El Consolador es el propio Cristo, despojado de la personalidad de la humanidad. Esto era exactamente lo que Pablo entendía:
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.”
Gálatas 4:6
“Sin embargo, vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él.”
Romanos 8:9
Por medio de Su Espíritu, Cristo habitaría en el corazón de los creyentes. El Espíritu subyuga las voluntades egoístas, y lleva todos los pensamientos en sumisión a Cristo. Fue por recibir el Espíritu de Cristo, el Consolador, en Su corazón, que Pablo pudo decir: “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.” Gálatas 2:20
La palabra “Espíritu” como el Consolador
Las religiones paganas antiguas y el espiritismo enseñan que el espíritu es una entidad independiente del cuerpo de una persona. Esta no es la definición bíblica para la palabra “espíritu”. Las palabras traducidas de los originales como “espíritu” son en hebreo “ruach” y en griego “pneuma”, y también significa “soplo”, “viento”. En Juan 20, esto es enseñado de forma bien clara:
“Entonces Jesús les dijo otra vez: "Paz a vosotros! Como me ha enviado el Padre, así también yo os envío a vosotros."
Habiendo dicho esto, sopló y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo.” Juan 20:21, 22.
Jesús sopló sobre los discípulos y dijo: “recibid el Espíritu Santo”. Para los discípulos, el Espíritu Santo era como un “soplo” de Jesús, y no una persona independiente del cuerpo, como afirma el espiritismo. La Biblia no nos da una definición precisa sobre la naturaleza de este soplo (de lo que es formado), pero nos aclara que nos convence del pecado, de la justicia y del juicio (Juan 16:8), dirige y guía la vida de los creyentes (Hechos 16:7), capacita los hombres a hacer la obra de Díos (I Corintios 7:7-10), subyuga nuestros malos deseos (Gálatas 5:16), y transforma nuestra vida (Gálatas 5:22, 23). En otras palabras, nos revela lo que es necesario que sepamos sobre él. En cuanto a la naturaleza del Espíritu Santo, vale la regla bíblica: “Las cosas encubiertas pertenecen al Señor, nuestro Dios” Deuteronomio 29:29.
El Espíritu de Dios y el Espíritu de Cristo
Ya vimos que el Espíritu de Cristo es el Espíritu Consolador, que El sopló sobre los discípulos. Leamos en la Biblia el término “Espíritu de Dios”:
“Más vosotros no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él…Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos á Jesús mora en vosotros, el que levantó á Cristo Jesús de los muertos, vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:9, 11.
El texto de arriba menciona claramente un “Espíritu” del Padre, que resucitó a Cristo de entre los muertos, y otro “Espíritu” de Cristo. ¿Serian “Espíritus” diferentes, o el texto se refiere al mismo Espíritu, compartido entre ambos? Jesús, en Juan 15:26 nos da luz sobre el asunto:
"Pero cuando venga el Consolador, el Espíritu de verdad que yo os enviaré de parte del Padre, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí.”
Juan 15:26.
Jesús dijo que el Espíritu Consolador, Su Espíritu, que el enviaría, venia y procedía del Padre. Así, el Espíritu Consolador es también el Espíritu de Dios. ¿Como puede Jesús enviar el Espíritu del Padre a nosotros? Leamos en Hechos:
“A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”
Hechos 2:32,33.
“Me refiero a Jesús de Nazaret, y a cómo Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder. El anduvo haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.”
Hechos 10:38
La Biblia nos declara que Jesús recibió del Padre el Espíritu Santo. Dios ungió a Jesús con Su Espíritu, y entonces Jesús puede soplarlo, y derramarlo sobre los discípulos. Vemos que El Espíritu de Dios y el de Cristo es el mismo, pues el Espíritu que Jesús envió, El lo Recibió de Dios. Jesús mismo dijo que las cosas de El son, también son del Padre:
“Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: Juan 17:1
Todo lo mío es tuyo, y todo lo tuyo es mío; y he sido glorificado en ellos.” Juan 17:10
¿El Espíritu Santo es una persona?
Los discípulos no creían que El Espíritu Santo era una persona. ¿Debemos nosotros aceptar tal concepto? Vamos a escudriñar la Palabra de Dios:
“A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos!
Así que, exaltado por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”
Hechos 2:32,33.
El pasaje de arriba habla sobre el derramamiento del Espíritu Santo sobre los discípulos en el Pentecostés. Existen dos palabras claves en ella que nos ayudarán a identificar si el Espíritu Santo es presentado como una persona o no: Son ellas “derramó” y “esto”.
El texto nos afirma que Cristo “derramó” el Espíritu Santo sobre los discípulos.
Podemos derramar agua, aceite, leche y otros sobre alguien. ¿Pero podemos derramar una persona? No, imposible. Se ve que El Espíritu Santo que fue derramado no era una persona. Ni tampoco lo podría ser, pues, ¿como podría una persona ser derramada sobre 120 personas, como ocurrió en Pentecostés? La Biblia siempre presenta a las personas siendo ungidas con aceite, simbolizando que recibirían el Espíritu Santo. Citamos un ejemplo:
“Entonces Jehová dijo: --Levántate y úngelo, porque éste es!
Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y desde aquel día en adelante el Espíritu de Jehová descendió con poder sobre David.”
I Samuel 16:12, 13.
En este pasaje, el apóstol también afirma, refiriéndose al Espíritu Santo, que Jesús derramó “esto” que miras. ¿La palabra “esto” puede ser usada para referirse a una persona? Le gustaría que alguien, al referirse a usted dijera: entonces, vino “esto” hasta nosotros. Es posible que usted mismo se ofendiese, ¿no es verdad? La palabra “esto” es usada para referirse a objetos y cosas impersonales, pero nunca a una persona. El uso, por el apóstol, de la palabra “esto” para referirse al Espirito Santo, demuestra que no es una persona. Si fuera una “persona” o un Dios, el apóstol se referiría con respeto.
Adicionalmente, nos acordamos que los símbolos del Espíritu Santo presentados en la Biblia – agua (Juan 7:37-39), aceite (Zacarías 4:2-6) – siempre nos acuerdan algo sin forma; nunca nos recuerdan una persona.
Atributos “personales” del Espíritu Santo
En diferentes partes de la Biblia, encontramos referencias a acciones personales atribuidas al Espíritu Santo. Encontramos pasajes en los cuales es dicho que el Espíritu
gime, intercede, se entristece, habla, etc. ¿Que significa esto? No es difícil de entender, después de analizar algunas de ellos. La Biblia presenta comparativos entre el espíritu del hombre y el Espíritu de Dios que nos ayuda a entenderlos. Vamos tratar de entender bien estas comparaciones, y también la manera por la cual la Biblia se refiere al espíritu del hombre. Entonces, será fácil entender los pasajes que presentan atributos personales al Espíritu Santo:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Ya vimos que el espíritu del hombre no es una entidad independiente, un ser separado. Por lo tanto, la palabra “espíritu”, usada arriba, no se está refiriendo a eso. Una lectura más detallada nos muestra que la palabra “espíritu” está siendo utilizada para referirse a la mente del hombre. Cinco versos más adelante, Pablo, el escritor de la carta a los Corintios, confirma que era esto lo que quiso decir, pues afirma: “Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.” I Corintios 2:16.
De hecho, haciendo la sustitución de la palabra “espíritu” por “mente” en el texto de arriba, vemos que el texto queda bien claro:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu [su mente] del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Habiendo entendido la palabra “espíritu” referida al hombre en este texto, es fácil entender el sentido de ella cuando es aplicada a Dios, en el mismo verso, pues el propio texto explica:
“Pues ¿quién de los hombres conoce las cosas profundas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así también, nadie ha conocido las cosas profundas de Dios, sino el Espíritu de Dios.”
I Corintios 2:11.
Como las cosas del hombre nadie las conoce, sino su mente, así también las cosas de Dios, nadie las conoce sino El Espíritu, o sea la mente de Dios. Cinco versos más adelante, el autor confirma que era eso mismo lo que deseaba que entendiéramos:
“Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo.” I Corintios 2:16.
Queda evidente que la palabra “espíritu” fue usada en sentido figurado (en este caso representando la “mente”). Este no es el único pasaje donde esto ocurre. Vea otros casos:
“Acab se fue a su casa decaído y enfadado…Jezabel, su mujer, fue a él y le preguntó: --¿Por qué está decaído tu espíritu, y no tomas alimentos?”
I Reyes 21:4, 5.
El rey Acab se sentía disgustado con sus pensamientos. La expresión “decaído tu espíritu” demuestra que estaba decaído en su mente.
El profeta Juan, refiriéndose al hecho de estar su mente en visión, dijo que estaba en “espíritu”:
“Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
Que decía: Yo soy el Alpha y Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves,” Apocalipsis1:10,11
Y Pablo escribió a los creyentes:
“La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.”
Filemón 1:25.
Ya vimos que la Biblia a veces usa la palabra “espíritu” para referirse a la mente del hombre. Sin embargo, encontramos diversos pasajes que mencionan el “espíritu” del hombre, atribuyéndole, acciones personales. Citamos un ejemplo:
“Porque si yo orare en lengua desconocida, mi espíritu ora; mas mi entendimiento es sin fruto.”
I Corintios 14:14.
Pablo decía que su espíritu oraba, refriéndose al hecho de que oraba en la mente. Note que, la acción fue atribuida al “espíritu” de Pablo en el verso, entendiéndose que la acción fue de hecho del “dueño” del espíritu, en este caso de Pablo. Veamos otro ejemplo:
“Por tanto, hemos sido consolados. Pero mucho más que por nuestra consolación, nos gozamos por el gozo de Tito, porque su espíritu ha sido reanimado por todos vosotros.”
II Corintios 7:13.
Sin embargo se ha dicho que el “espíritu” de Tito fue reanimado, sabemos que el texto se refiere al hecho de que el propio Tito fue reanimado. Cuando analizamos otros textos semejantes a este en la Escritura, podemos percibir que, como regla, cuando la Biblia presenta la palabra “espíritu” ligada a una acción personal, sugiere la acción al que tiene el espíritu, y no al “espíritu”. Citamos un último ejemplo, para que entendamos este concepto:
“En el segundo año del reinado de Nabucodonosor, éste tuvo un sueño; y su espíritu se perturbó, y no pudo dormir…Y el rey les dijo: --He tenido un sueño, y mi espíritu se ha turbado por entender el sueño.”
Daniel 2:1, 3.
Note que, en le texto de arriba, refiriéndose al hecho de que Nabucodonosor estaba perturbado en su mente, está escrito que su “espíritu” estaba perturbado. La acción atribuida al “espíritu” en el texto debe ser entendida como de quien es el “espíritu”. Al escudriñar más a fondo, verificamos que lo mismo se da con pasajes que atribuyen acciones personales al “espíritu” de Dios. De la misma forma que la Biblia presenta acciones personales atribuidas al espíritu del hombre, refiriéndose a las acciones del propio hombre, también presenta acciones personales atribuidas tanto al espíritu de Dios, como al espíritu de Jesucristo, refiriéndose a las acciones ejecutadas por Dios y Jesús. Analicemos algunos ejemplos:
Romanos 8:26
“Y asimismo, también el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidades; porque cómo debiéramos orar, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede con gemidos indecibles.
En el texto arriba, Pablo afirma que el “espíritu” intercede por nosotros. Según la regla bíblica, la acción debe ser entendida como siendo de la persona que posee el espíritu. En este caso, la persona es Cristo, puesto que El es el único intercesor entre Dios y los hombres. Vemos que la regla se comprueba que es verdadera, una vez que el propio Pablo aclara en el propio contexto del pasaje arriba (7 versos más adelante) que es Cristo quien intercede por nosotros:
“Cristo es el que murió; más aun, es el que también resucitó; quien, además, está a la diestra de Dios, y quien también intercede por nosotros.
Compare: “el Espíritu mismo intercede (por nosotros)” Romanos 8:26 = “Cristo… intercede por nosotros.” Romanos 8:34.
Algunos podrían justificar una creencia entre dos personas intercesoras, en este caso Jesús y una persona llamada “Espíritu”, alegando para eso el hecho de Romanos 8:34 afirmar que Cristo Jesús “también” intercede por nosotros. Entonces, analizando toda la Escritura, este argumento cae por tierra, pues está escrito que hay apenas Uno que intercede por nosotros como Mediador entre Dios y los hombres – Jesucristo:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,”
I Timoteo 2:5
Así, el Espíritu que intercede por nosotros, según romanos 8:26 no puede ser otro que el propio Cristo. El es el único intercesor – no hay otro.
I Pedro 1:2
“elegidos conforme al previo conocimiento de Dios Padre por la santificación del Espíritu, para obedecer a Jesucristo y ser rociados con su sangre: Gracia y paz os sean multiplicadas.”
En el texto de arriba, el “espíritu” no es presentado ejecutando una acción, sino sufriendo la acción. Es pasivo, y no activo. El término “santificación del espíritu” sugiere que el “espíritu” es santificado. Sabemos que la Biblia presenta al hombre como el ser que es santificado por medio de Cristo:
“…Jesús…coronado de gloria y honra por el padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos…Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,”
Hebreos 2:9, 11.
El hombre, que es santificado, es quien debe estar representado por la palabra “espíritu” en el texto de I Pedro 1:2 que estamos analizando. Ese texto todavía nos dice que “la santificación de espíritu” es para la obediencia. El hombre solo puede prestar obediencia por medio de su mente; y a través de ella que le sirve a Dios. Vemos por lo tanto, que el “espíritu” que es santificado para la obediencia es la mente del hombre. La palabra “espíritu” se refiere, por lo tanto, a la mente del hombre, que es santificada.
Hechos 2:4
“Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen.”
El texto de arriba relata que los discípulos de Cristo recibieron el don de lenguas, “según el espíritu les concedía”. Aplicando la regla bíblica, verificamos que la acción de “conceder” el don, atribuida al Espíritu en el texto, es la acción realizada por el que posee el Espíritu (en este caso es Cristo, que envió el Espíritu a los creyentes en el Pentecostés). Esta aplicación está en armonía con la revelación bíblica, pues la Palabra declara que es Cristo quien “concede” dones a los hombres:
“a cada uno de nosotros le ha sido conferida la gracia conforme a la medida de la dádiva de Cristo.
Por esto dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad y dio dones a los hombres”
Efesios 4:7, 8.
Note quien concede dones a los hombres: “Cristo… dio dones a los hombres”
Efesios 4:30
“Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios en quien fuisteis sellados para el día de la redención.”
En el texto de arriba se relata que el “Espíritu de Dios” se entristece, refiriéndose al hecho de que el propio Dios se entristece, exactamente como en Daniel capítulo 2 está escrito que el “espíritu de Nabucodonosor” estaba perturbado para dar a entender que él estaba perturbado. Por la regla bíblica, la acción de entristecer-debe ser atribuida al que posee el Espíritu, en este caso Dios.
Hechos 5:3, 4
“Y Pedro dijo: --Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para mentir al Espíritu Santo y sustraer del precio del campo?... No has mentido a los hombres, sino a Dios.”
Sin embargo no atribuye específicamente una acción a la palabra “Espíritu”, este texto puede ser entendido de forma semejante a los anteriores. Se dice que Ananías mintió al Espíritu Santo. Según la regla bíblica que vimos, se entiende que Ananías mintió para poseer el Espíritu, en este caso el propio Dios, puesto que es dicho: “No has mentido a los hombres, sino a Dios.”Esto está en armonía con la revelación bíblica. Leamos
“y que en este asunto nadie atropelle ni engañe a su hermano; porque el Señor es el que toma venganza en todas estas cosas, como ya os hemos dicho y advertido.
Porque Dios no nos ha llamado a la impureza, sino a la santificación.
Por lo tanto, el que rechaza esto no rechaza a hombre, sino a Dios quien os da su Espíritu Santo.”
I Tesalonicenses 4:6, 8.
Ananías trató de defraudar a sus hermanos en la fe, reteniendo parte del valor del campo que había vendido. Rechazó el consejo del Señor de no defraudar a sus hermanos. El texto de arriba dice que quien rechaza este consejo no rechaza a los hombres, sino a Dios. Pedro, en Hechos 5, citó este bíblico a Ananías- que al tratar de defraudar a los otros hermanos, reteniendo parte del valor de la venta del campo, no estaba mintiendo a los hombres, sino a Dios.
Debemos entender que los ejemplos de arriba son suficientes para comprobar la regla bíblica. Todos los demás textos que atribuyen acciones personales al “Espíritu” de Dios y de Cristo, como hablar, se entristecer, etc., son fácilmente explicados aplicando la regla bíblica que estudiamos en este capitulo. Las acciones deben ser siempre atribuidas al poseedor del Espíritu – Dios o Cristo.
El bautismo en Mateo 28:19
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,”
El texto de arriba es el que consta en las versiones modernas de la Biblia que tenemos a disposición hoy. Este texto no coincide con la formula de los apóstoles, los propios traductores de la Biblia de Jerusalén sugieren:
“Es posible que, en su forma precisa, esa formula fue impuesta por la influencia del uso litúrgico posteriormente fijado en la comunidad primitiva. Se sabe que en el libro de los Hechos se habla de bautizar ‘en el nombre de Jesús’ (Hechos 1:5, 2:38). Más tarde quedó establecido el bautizo en nombre de las tres personas de la Trinidad”
(Fuente: Nota sobre Mateo 28:19, página 1758 – Biblia de Jerusalén, Revisada y Ampliada 3ª Impresión, 2004 – Traducción al portugués)
Y estos no son los únicos comentarios. Varias Enciclopedias de Religión concuerdan con los traductores de la Biblia de Jerusalén:
“La formula bautismal fue cambiada del nombre de Jesucristo por las palabras Padre, Hijo y Espíritu Santo por la Iglesia Católica en el 2º Siglo.” (Fuente: Enciclopedia Británica, 11ª Edición, Vol. 3 pág. 365, 366). “Siempre en las fuentes antiguas menciona que el bautismo era en Nombre de Jesucristo.” ( Ídem, volumen 3, pág. 82).
“La religión primitiva siempre bautizaba en Nombre del Señor Jesús hasta el establecimiento de la doctrina de la trinidad en el 2º Siglo.” (Fuente: Enciclopedia de La Religión – Cannes, pág. 53)
“El bautismo cristiano era administrado usando el nombre de Jesús. El uso de la forma trinitaria de ninguna forma fue impuesta en la historia de la iglesia primitiva; el bautismo fue siempre en el Nombre del Señor Jesús hasta el tiempo del mártir Justiniano, cuando la formula de la trinidad fue usada.” (Fuente: Enciclopedia de la Religión – Hastings, Vol. 2 pág. 377, 378,389).
Queda evidente que el bautismo en nombre de tres personas presentado en el texto de Mateo 28:19 que tenemos en las Biblias de hoy, cuando es comparado con el uso de los apóstoles relatado por la historia de la religión, es en lo mínimo altamente cuestionable. Nuestro objetivo en este capítulo es solo analizar la cita de arriba sobre la ótica de que ella, en la forma como aparece en versiones más modernas de la Biblia, enseña con relación al Espíritu Santo. No será tratada aquí su veracidad o su autoridad para determinar cual es la forma correcta de bautizar. Haremos eso más adelante de este libro. Por ahora, queremos analizar dos puntos con relación a esta cita:
1 – ¿Mateo 28:19 prueba que el Espíritu Santo es una persona?
Leemos que el verso dice: “Bautizándolos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Notemos que no dice que el Espíritu Santo es una persona – en verdad ni existe la palabra persona en el verso – solo ordena bautizar en nombre del Espíritu Santo. Podríamos concluir que por el hecho del verso decir “bautizándolos… en el nombre del Espíritu Santo”, ¿estaría diciendo que El Espíritu Santo es una persona?
Sabemos que al realizar una acción en nombre de algo no prueba que este sea una persona. Citamos un ejemplo: “usted está preso en nombre de la ley”. La ley no es una persona, pero puede ejecutar una acción “apresar a alguien” en nombre de ella. Así como apresar a alguien en nombre de la ley no prueba que la ley es una persona, bautizar a alguien en nombre del Espíritu Santo no prueba que sea una persona. Vemos entonces que Mateo 28:19, de la forma como aparece escrito en nuestras Biblias, no prueba que el Espíritu Santo sea una persona.
2 – ¿Mateo 28:19 prueba que el Espíritu Santo sea un Dios?
El verso también no dice que el Espíritu Santo sea un Dios. En verdad la palabra “Dios”
Ni aparece en el verso. Mencionando todavía al “Padre, al Hijo y al Espíritu Santo”, no estaría claro el verso para probar que el Padre es Dios, pero sin embargo dice el nombre del Padre, pero no dice que es un Dios. Ya vimos que el hecho del verso ordenar bautizar también en nombre del Espíritu Santo asimismo no prueba que sea una persona; ni prueba que este sea un Dios.
3 – ¿El hecho del Espíritu Santo ser mencionado con el Padre y el Hijo en este verso, no nos da una sensación de igualdad entre los tres?
Analicemos la Escritura y verifiquemos que el hecho de que los tres nombres sean mencionados juntos no da al Hijo igualdad con el Padre, pues Jesús mismo dijo:
“mi Padre es mayor que Yo”
Juan 14:28
Jesús dijo claramente que el Padre es mayor que El. Vemos por lo tanto que por el hecho de ser mencionado juntamente con el Padre en Mateo 28:19 no Lo hace igual al Padre. ¿Y en cuanto a la mención del Espíritu Santo en este verso? Si la mera mención junto al Padre y al hijo atribuyese a alguien el estatus de igualdad con Ellos, entonces usando este criterio, todos los ángeles electos del cielo tendrían que, con justicia ser considerados iguales a Ellos, pues son mencionados en la Biblia juntamente con ambos – vea:
“Requiero solemnemente delante de Dios y de Cristo Jesús y de sus ángeles escogidos, que guardes estas cosas sin prejuicio, no haciendo nada con parcialidad.”
I Timoteo 5:21
Sabemos que es absurdo entender que, por el hecho de que los ángeles sean aquí mencionados junto a Dios y Jesús, debiesen ser considerados dioses o personas iguales al Padre y al Hijo en autoridad. Usando el mismo criterio con el cual analizamos el verso arriba con el texto de Mateo 28:19, vemos que la mención del Espíritu Santo junto con el Padre y el Hijo no los hace igual a Ellos, ni tampoco hace de él un “Dios”.
II Corintios 13:14 (13)
“La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.”
II Corintios 13:14 (13 en algunas Biblias).
Analizamos Mateo 28:19 en la sección anterior y vimos que la mención de los nombres Padre, Hijo y Espíritu Santo en el mismo verso no prueba que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo, ó un Dios. Por la misma razón, el hecho de que los nombres Jesús, Dios y Espíritu Santo sean mencionados en el verso de arriba (I Corintios 13:13) no prueba que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo, ó un dios. Y por este mismo criterio pueden ser entendidos todos los otros versos de la Biblia donde aparecen los tres nombres. Por eso, no analizaremos todos los textos en este libro.
Existe un término del verso de arriba que puede confundir un poco. Este es: “la comunión del Espíritu Santo”. La llave para entender este término correctamente está en leerlo con atención. Note que el texto dice: “la comunión del Espíritu Santo”, y no la “comunión con el Espíritu Santo”. Si dijera comunión “con” el Espíritu Santo, este debería ser entendido como una persona aquí, pues solo podemos tener comunión “con” una persona. Pero el texto dice comunión “del” Espíritu Santo. Este término significa que todos recibieron del mismo Espíritu, lo que los llevó a estar unidos y tener el mismo parecer. Cuando dos personas tienen la misma opinión, acostumbramos a decir que tienen el mismo espíritu, ¿verdad? Este era el deseo de Pablo para los Corintios cuando les escribió sobre la comunión “del” Espíritu Santo – que tuvieran el mismo Espíritu, y por eso fueran unidos en la misma disposición y en el mismo parecer:
“Porque por un solo Espíritu fuimos bautizados todos en un solo cuerpo, tanto judíos como griegos, tanto esclavos como libres; y a todos se nos dio a beber de un solo Espíritu.
I Corintios 12:13.
“Os exhorto, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a que os pongáis de acuerdo y que no haya más disensiones entre vosotros, sino que estéis completamente unidos en la misma mente y en el mismo parecer.”
I Corintios 1:10
Y también está escrito:
“nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo.” I Juan 1:3
I Juan 5:7, 8
Los propios traductores de la versión Almeida Revista y Actualizada, Edición 1999 – traducción al portugués, confiesan que el texto que aparece entre comillas “[__]” dentro de estos versos no pertenece al original:
“Porque tres son los que dan testimonio “[en el cielo: el Padre, la Palabra y el Espíritu Santo, y estos tres son uno. Y tres que testifican en la tierra]”:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
(Observación del traductor: la versión arriba es de una Biblia en portugués, pero lo mismo puede ocurrir en algunas versiones en castellano).
El texto que está entre comillas seria perfecto para probar la existencia de una trinidad. Sin embargo, en el comentario de esta versión (página 363 – Nuevo Testamento), leemos:
“f 5.8 El texto entre comillas no aparece en diversos manuscritos”.
De hecho, ninguno de los manuscritos antiguos contiene el texto que aparece arriba entre comillas. Por lo tanto, no vamos a perder tiempo analizando un texto que no es parte de la Biblia, y fue posteriormente añadido por el hombre. Basta para efecto de estudio, que veamos que los versos, sin poner el texto entre comillas, no prueban ni la existencia de una trinidad, ni que el Espíritu Santo sea una persona igual al Padre y al Hijo:
“Porque tres son los que dan testimonio:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
Lo que el texto habla es que el Espíritu que Jesús envía, el agua y la sangre que salieron de Su lado cuando el soldado perforó Su pecho en la cruz, son unánimes en un solo propósito: para que creyésemos en Jesús como el Hijo de Dios.
Capítulo 2 – Echad, Elohym y los Adjetivos Tríplices
Las palabras hebreas “Echad” y “Elohym”
Muchos escuchan teólogos diciendo que las palabras hebreas “echad” y “Elohym” prueban que Dios es más de una persona, lo que incluiría al Espíritu Santo como un “Dios”, también. Como la mayoría de las personas no conoce el idioma “hebreo”, pocos contestan estas afirmaciones. Sin embargo, sin conocer el hebreo, es fácil verificar que los judíos, que tienen el hebreo como lengua materna, creen que Dios es solo una persona. Para confirmar esto pregúntele a un judío ortodoxo sobre la religión de sus padres. Esto es una evidencia de que algo puede estar equivocado en cuanto a la afirmación de los teólogos modernos sobre las palabras “echad” y “Elohym”. En esta sección, vamos verificar como podemos entender el significado de estas dos palabras a la luz de la Biblia.
Existen diferencias estructurales significativas entre los diversos idiomas. Así, cuando vamos a analizar un texto escrito en otro idioma que no es el español, debemos considerar que no podremos simplemente utilizar las reglas gramaticales del español y utilizarlas. Hay que considerar también que, a pesar de que hay diferencias entre los idiomas, existen también semejanzas estructurales entre ellos. Por lo tanto, existen casos en los cuales la regla gramatical o de interpretación utilizada del español es la misma al analizar determinadas palabras o sentencias de otro idioma. Uno de estos casos ocurre con la palabra “un” en español, con su correspondiente traducción en el idioma hebreo “echad”. El sentido y significado de la palabra “un” en español es exactamente el mismo de la palabra correspondiente en el hebreo, leída como “echad”. El único significado de la palabra echad, presentado en el diccionario hebreo-español es “UNO”.
(Ver: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164725880-7020.html).
En español, la palabra “un” es utilizada siempre para referirse a algo único. Podemos decir: UN auto, UN garzón (mozo), un computador (ó una computadora), un rentista, un amigo. En todos estos casos, utilizamos la palabra UN para referirnos, ó a un objeto ó a una persona. También podemos usar la palabra “un” relacionada a términos abstractos, como por ejemplo UN propósito, UN favor, UN cariño, etc.; todavía, en todos estos casos, el significado de la palabra “un”, en nuestro idioma, es siempre “un único”, en el sentido de que no hay otro. Si decimos por ejemplo: “Juan tiene un auto” nadie pensará que tenga dos o tres autos (coches). Todos entenderemos que Juan tiene un solo auto. El sentido de la palabra “un” en español suena claro para nosotros. Así el texto bíblico de I Corintios 8:6, de la forma como se presenta en prácticamente todas las Biblias del idioma español, nos da una respuesta clara en lo tocante a cuantos dioses existen. Se lee: “para nosotros hay un solo Dios, el Padre”. Y se entiende de la siguiente forma: para nosotros, (en el caso de Pablo, autor del texto, y los apóstoles que eran unánimes en el entendimiento con él), hay un solo Dios que es Él Padre (un único Dios, una única unidad de persona que es Dios, el Padre). El texto es al mismo tiempo concluyente y exclusivo. Concluyente porque expresa de forma conclusiva cuantas personas son “Dios”; y exclusivo porque excluye cualquier otra persona de ser “Dios” además de Aquél que fue presentado como Dios – el Padre.
La palabra hebrea “echad” tiene exactamente el mismo significado y sentido de la palabra “un” en español. Siempre significa “un único”, nunca significa “dos” ni “tres”. Esta palabra aparece 952 veces en el Antiguo Testamento, y no es traducida todas las veces por la misma palabra, es en todos los casos traducida significando “un único” en nuestras Biblias. La lectura del contexto de cualquiera de uno de los textos donde ella aparece nos da a entender exactamente esto.
(Para conferencia, ver: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164725880-7020.html).
Citamos abajo algunos ejemplos:
Génesis 22:2
“Y le dijo: --Toma a tu hijo, a tu único, a Isaac a quien amas. Ve a la tierra de Moriah y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.”
Por la orden arriba, Abrahán entendió que debería sacrificar en “un” (ó “uno”) Echad monte, no en dos ó tres montes.
Génesis 41:5
“Se durmió de nuevo y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas subieron de un solo tallo, gruesas y hermosas.”
“UN” (Echad) “solo” tallo, no dos o tres.
Génesis 44:27,28
“Entonces tu siervo, mi padre, nos dijo: "Vosotros sabéis que mi mujer me dio dos hijos, y que uno (Echad) de ellos partió de mi presencia”
Deuteronomio 6:4
Solo habían dos hijos, y “uno” (Echad) partió.
El texto de Génesis 3:22 contiene la palabra ECHAD y es muy utilizado por los trinitarios a favor de sus ideas. Pero una simple lectura más atenta nos revela claramente que, en este texto, la palabra ECHAD no prueba que exista más de una persona que sea “Dios”. Veamos:
“Y Jehová Dios dijo: --He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal.”
* (La palabra “uno” en el verso arriba es la traducción de la palabra echad en el original)
Note que el verso empieza así: “Y Jehová Dios dijo”, y no “y DIJERON”.
Se utiliza-la palabra “dijo” en el singular, y no “dijeron” en plural cuando se quiere dar a entender que fue solo una persona quien habló. Queda evidente que Dios es aquí presentado como solo una persona. Lo que el texto arriba aclara es que Dios, una persona solo, DIJO a otra persona que el hombre se tornó como uno de ellos, conocedor del bien y del mal. En este momento hasta los ángeles que estaban en el cielo ya conocían el mal, pues convivieron con Satanás antes del ser expulsados de allá. Así la expresión “como uno de nosotros” puede incluir todos los ángeles. Bien sabemos que ella no hace de los ángeles dioses, apenas muestra que los ángeles conocían el mal, como Adán y Eva pasaban a conocer en aquél momento.
Ahora entendido esto, leamos la conocida frase de Deuteronomio 6:4
(Shemá Israel, Adonai Elohenu, Adonai Echad)
"Escucha, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.”
(Traducción fiel del original)
Como el propio texto dice (el Señor es UN), entendemos que “el Señor nuestro Dios” es una única persona, no un conjunto de personas. La Biblia en la Versión Reina Valera presenta el texto más fiel:
“Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno (ECHAD) es.”
Biblia Reina Valera 1960
Una única persona, no dos o tres.
Otra palabra con la cual se hace bastante confusión en la interpretación es el término hebreo que se lee “ELOHIM”, traducido por: “SEÑOR”, en algunas versiones de algunas Biblias.
La palabra ELOHIM es utilizada en el idioma original tanto para referirse a una persona, como a más de una persona. Citamos dos ejemplos:
Una persona:
Éxodo 7:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: --Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM) para el faraón, y tu hermano Aarón será tu profeta.”
Más de una persona:
Salmo 82:6 “Yo os dije: 'Vosotros sois dioses (ELOHIM); todos vosotros sois hijos del Altísimo.”
Queremos saber si la palabra ELOHIM, cuando es usada para Dios, se refiere a una persona ó más de una persona. Tenemos entonces que saber: ¿cuando la palabra ELOHIM es usada en el singular, y cuando lo es en el plural? La respuesta es simple: por el contexto.
Analicemos nuevamente los dos textos citados arriba, para que nos fijemos en la regla:
Éxodo 7:1 “Entonces Jehová dijo a Moisés: --Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM) para el faraón”.
En el texto de arriba, Dios se dirige a Moisés, que es una sola persona, usando el pronombre personal singular ‘TE”, y aplica la palabra ELOHIM a él: “Mira, yo te he puesto como dios (ELOHIM)”. Percibimos, entonces, que en este caso la palabra ELOHIM se refiere a una persona sola (Moisés). Analicemos ahora según el texto:
Salmo 82:6 “Yo os dije: 'Vosotros sois dioses (ELOHIM)…”
En el verso arriba, alguien se dirige a varias personas, usando el pronombre personal PLURAL “VOSOTROS” y las llama ELOHIM: “VOSOTROS SOIS” dioses (ELOHIM). Vemos por lo tanto, que la palabra ELOHIM fue usada aquí para referirse a más de una persona
Vemos que, en ambos los casos arriba, lo que definió si la palabra ELOHIM era usada en el singular ó en el plural fue en el contexto del pasaje. Es en el contexto, por lo tanto, que nos determinará si la palabra ELOHIM refiriéndose a Dios es usada en singular ó en el Plural. Este método es seguro, pues en él la propia palabra de Dios explica el significado de lo que ella presenta.
La palabra ELOHIM, refiriéndose directamente a dios, aparece 2346 veces en el Antiguo Testamento. Analizando el contexto de los versos, verificamos que la referencia a ELOHIM (Dios) es siempre hecha en el singular. Citamos aquí algunos ejemplos para no tomar el estudio muy extenso:
*(Si los desea escudriñar todos: http://www.blueletterbible.org/tmp_dir/words/2/1164729137-9926.html).
“En el principio, CREÓ Dios (ELOHIM) LOS CIELOS Y LA TIERRA”
Génesis 1:1 (note que el verso dice CREÓ en el singular y no CREARON en el plural.
Vemos por lo tanto, que si en este caso la palabra ELOHIM es empleada en el singular, se refiere a una sola persona – un solo Dios).
“El SEÑOR, NUESTRO Dios (ELOHIM), nos habló en Horeb…” Deuteronomio 1:6
Note que el verso dice que Dios “HABLÒ”, en el singular – una persona solo - , y no “HABLARON”, que sería el caso de ser plural – más de una persona)
“Entonces dijo Dios: "Hagamos al hombre a nuestra imagen,” Génesis 1:26
Note lo que el verso de arriba presenta: y “DIJO”, en el SINGULAR, y no “y DIJERON”, pues es una sola persona, Dios (ELOHIM), habló. Si ELOHIM significase más de una persona, este verso debería decir: y DIJIERON Dios. En este caso, no solamente este verso debería ser cambiado, sino todos los demás 2000 versos bíblicos del Antiguo Testamento que presentan la palabra ELOHIM refiriéndose a Dios en singular.
Concluimos, pues, que la palabra ELOHIM, cuando se refiere a Dios, es siempre usada en el singular, presentando a Dios como una sola persona.
Santo, Santo, Santo
“El uno proclamaba al otro diciendo: --Santo, santo, santo es Jehová de los Ejércitos! Toda la tierra está llena de su gloria! Isaias 6:3
Y cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas, y alrededor y por dentro están llenos de ojos. Ni de día ni de noche cesan de decir: "Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y que es y que ha de venir!" Apocalipsis 4:8
Los dos versos de arriba, todavía ni siquiera mencionan al Espíritu Santo, son entendidos por muchos como una prueba de que hay 3 seres supremos iguales en poder y autoridad en el cielo. La base para tal deducción errónea es la repetición de la palabra “santo”, tres veces.
Sin embargo, una lectura más atenta de ambos versos de arriba, muestra que no es eso lo que ellos dicen. Vamos a presentar nuevamente los versos, poniendo énfasis sobre las palabras en negrito abajo:
“! Santo, santo, santo es Jehová de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de su gloria!” Isaías 6:3
"Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, que era y que es y que ha de venir!" Apocalipsis 4:8
¿Qué tienen en común las palabras resaltadas en los versos de arriba? Todas ellas están en el singular y no en el plural. Usamos palabras es singular cuando queremos referirnos a una sola persona. Cuando nos referimos a más de una, utilizamos el plural. Si nosotros, seres humanos sabemos usar las palabras haciendo diferencia entre el singular y el plural para entendernos, ¡cuanto más Dios! Si Dios quisiese referirse a más de una persona en los versos de arriba, para darnos a entender que existen tres personas, siendo las tres un solo Dios, se habría escrito así:
“! Santo(s), santo(s), santo(s) son los Señores de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de gloria de ellos!” Isaías 6:3
Y cada uno de los cuatro seres vivientes tiene seis alas, y alrededor y por dentro están llenos de ojos. Ni de día ni de noche cesan de decir: "Santos, Santos, Santos son los Señores Dios Todopoderosos, que eran y que son y que han de venir!" Apocalipsis 4:8
Las letras y las palabras en negritas son las que deberían ser hechas para que los dos textos de arriba probasen la existencia de una “trinidad”. Pero no es así que leemos en nuestras Biblias, ¿no es verdad? Es claro, por lo tanto, que al usar los términos en el singular, Dios se estaba refiriendo a una sola persona en cada uno de los versos de arriba. Vemos por lo tanto, que el hecho que la palabra “santo” aparece tres veces en estos versos no significa que estén hablando de más de una persona. No podemos decir que el Espíritu Santo es una persona sin cambiar los textos. ¿Qué significa entonces la repetición “Santo, santo, santo”? Leemos la Biblia y notamos que esta se utiliza repetidas veces para dar énfasis a algo – vea:
“En ruinas, en ruinas, en ruinas la convertiré, y no existirá más, hasta que venga aquel a quien le pertenece el derecho; y a él se lo entregaré!
Ezequiel 21:27
El profeta fue inspirado por Dios a escribir tres veces la palabra “ruinas” en el verso de arriba, para dar al impenitente pueblo de Israel la plena certeza de que Jerusalén seria destruida. La repetición enfatizó el mensaje al más alto grado. Los propios traductores de la Biblia explican que la triple repetición encontrada en Isaías 6:3 es usada para dar énfasis, no para enseñar que se tratan de tres seres:
“Santo, santo, santo. La triple repetición tiene la fuerza de un superlativo. Conocida como ‘trishagion’, esta aclamación pasó a hacer parte del culto cristiano”.
(Fuente: Biblia de Estudio Almeida, 1999, comentario de Isaías 6:4, páginas 732,733).
Vemos por lo tanto que la repetición “Santo, Santo, Santo” es utilizada para mostrar que el Ser mencionado en los versos de arriba, el “SEÑOR”, es SANTO, en el más alto grado, y que se espera que nosotros lo reverenciemos como tal: “Sed santos, porque Yo, Jehová vuestro Dios, soy santo.” Levítico 19:2.
Capitulo 3 – ¿Dios es Una, Dos o Tres Personas?
Imagine que usted está con un grupo de amigos, cuando de repente alguien interrumpe la conversación y dice: “¿para quien es aquel regalo que está encima de la mesa?” Uno de sus amigos responde inmediatamente, diciendo: “es para mi”. Preguntaría usted lector: “de acuerdo con este relato, ¿el regalo es para cuantas personas?”. Notando que quien habló, dijo: “para mi”, cualquiera naturalmente respondería: “para una sola persona”. Esto fue porque se dijo “para MI”, y no para “nosotros”. Note que el pronombre singular “MI” define el número de personas (una solamente). Si el regalo fuese para más de una persona, lo correcto seria decir: “nosotros”.
Pues bien, veamos un caso similar que aparece en las Escrituras:
"No tendrás otros dioses delante de mí.” Éxodo 20:3
Este es el primer mandamiento. ¿Cuantas personas están pidiendo obediencia?
Note que el pronombre usado – “MI” (no nosotros). Vemos que solamente una persona está pidiendo obediencia en este mandamiento. ¿Quién es esta persona? Leamos:
“Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:… No tendrás otros dioses delante de mí.”
Éxodo 20:1, 3.
Una sola persona, “Dios” está pidiendo obediencia. Vemos por lo tanto, por lo que está escrito en el primer mandamiento de la ley, que Dios es una sola persona. Solo podemos reconocer ó aceptar dos o tres personas como “Dios”, aunque se diga que estas diferentes personas sean un solo Dios, mediante la transgresión abierta del primer mandamiento. Allí está el problema de doctrina de la trinidad en todas sus variaciones. Esta enseña que existen tres personas – “Padre, Hijo y Espíritu Santo” – que componen un Dios, mientras tanto el mandamiento enseña que Dios es una sola persona. Entonces, aceptar la doctrina de la trinidad significa transgredir el primer mandamiento. A los ojos del cielo esto es más que meramente una cuestión de opinión. Es por el padrón de la ley de Dios que todos serán juzgados en el tribunal celestial, y creemos que a nadie le gustaría comparecer habiendo transgredido abiertamente uno de los mandamientos:
“Pues todos compareceremos ante el tribunal de Dios,”
Romanos 14:10
El relato más confiable de la Biblia es el de los Diez Mandamientos, y esto por una razón: porque en ellos Dios se revela como escritor. Sin embargo, toda la Biblia fue escrita por hombres inspirados por Dios, los mandamientos no fueron escritos por hombres, sino por el propio dedo de Dios, como la Palabra lo declara:
“Y cuando acabó de hablar con él en el monte Sinaí, dio a Moisés dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios…Entonces Moisés se volvió y descendió del monte trayendo en sus manos las dos tablas del testimonio, tablas escritas por ambos lados; por uno y otro lado estaban escritas.
Las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios, grabada sobre las tablas.”
Éxodo 31:18; 32:15, 16.
Si pusiésemos en duda la autenticidad de todos los pasajes de la Biblia, no podríamos poner en duda los diez mandamientos, pues Dios mismo Se encargó de escribirlos con Su dedo, a fin de que no fueran alterados, y preservarlos, para que el hombre los pueda conocer y obedecer. En lo tocante a cuantas personas son “Dios”, a despecho de las evidencias que puedan ser presentadas, el mandamiento está por demás muy claro para ser considerado. Y no es el único que da testimonio. Varios otros pasajes de las escrituras dicen que Dios es una sola persona:
"'Ved ahora que yo, Yo Soy, y conmigo no hay más dioses. Yo hago morir y hago vivir; yo hiero y también sano; no hay quien pueda librar de mi mano.” Deuteronomio 32:39.
“¿No he sido yo, Jehová? No hay más Dios aparte de mí: Dios justo y Salvador. “No hay otro fuera de mí.” Isaías 45:21
Note que en ambos pasajes arriba, Dios se refiere a Si mismo como una sola persona, pues usa las palabras “Yo” y “Mi”. Si nosotros, que somos hombres, sabemos usar las palabras yo y mí, cuando queremos referirnos a una sola persona (nuestra persona), cuanto más Dios.
“Porque hay un solo Dios”
Romanos 3:30
“Tú crees que Dios es uno. Bien haces. También los demonios creen y tiemblan.”
Santiago 2:19
Satanás y sus ángeles caídos rebeldes, sin embargo, conocen el Dios contra el cual se rebelaron. La Escritura declara, en el verso de arriba, que ellos saben que Dios es uno solo. Aunque le presenten todas las pruebas todavía hay muchos que creen que Dios es “tres en uno”, una trinidad, la Biblia testifica que ellos están conscientes de que Dios es uno solo. Como ya vimos, esto significa “una sola persona”. Y de los que creen en Su Testimonio, la Biblia dice:
“Tú crees que Dios es uno. Bien haces”
Santiago 2:19
Capitulo 4 – ¿Quién es Dios?
El mandamiento
El mandamiento declara que Dios es una sola persona. ¿Quién es este Dios? En Juan 15:10, leemos las palabras de Jesús:
“como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en Su amor.”
Juan 15:10
Jesús dijo que había guardado los mandamientos de su Padre. El primer mandamiento, que dice: “No tendrás otros dioses delante de mí.” Éxodo 20:3, es el mandamiento del Padre de Jesús. El Padre es la persona que ordena que no tengamos otros dioses delante de El. Hay por lo tanto, un solo Dios – el Padre, de acuerdo con el mandamiento.
El testimonio de Jesús
Sabemos que Jesús fue enviado por Dios al mundo para revelar la verdad. Jesús dijo en Juan 14:6, que Él es la “Verdad”:
“Jesús le dijo: --Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”
Juan 14:6
Esto significa que Jesús nunca mintió. Podemos creer en todo lo que Jesús dijo como la verdad. En las palabras de Jesús tenemos plena seguridad; en ellas podemos depositar nuestra fe, pues ellas ciertamente nos conducirán en la vereda segura para la vida eterna.
Veamos entonces lo que Jesús tiene que decir sobre quien es Dios:
“Jesús habló de estas cosas, y levantando los ojos al cielo, dijo: "Padre, la hora ha llegado… Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero”
Juan 17:1, 3.
En este pasaje, vemos que Jesús dijo que el Padre es el ÚNICO Dios verdadero. ¿Qué significa la palabra único? Significa que no hay otro. Jesús dijo claramente que no hay otro además del Padre.
El Padre es mayor que yo
Muchos piensan que Jesús es Dios así como el Padre lo es. Pero Jesús mismo dijo que el Padre es mayor que Él.
“Respondió Jesús y le dijo:... El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que escucháis no es mía, sino del Padre que me envió. Oísteis que yo os dije: "Voy y vuelvo a vosotros." Si me amarais, os gozaríais de que voy al Padre, porque el Padre es mayor que yo.” Juan 14:23, 24, 28.
El Padre, que es Dios, es mayor que Jesús.
EL Padre y yo somos uno – Juan 10:30
Cuando Jesús dijo las palabras de arriba, los judíos pensaron que El estaba diciendo que era “Dios”; pero Jesús, para evitar que ellos quedasen con esta impresión, los corrigió. Leamos el relato:
“Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
30 Yo y el Padre una cosa somos.
31 Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle.
32 Jesús les respondió: --Muchas buenas obras os he mostrado de parte del Padre. ¿Por cuál de estas obras me apedreáis?
33 Los judíos le respondieron: --No te apedreamos por obra buena, sino por blasfemia y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
34 Jesús les respondió: --¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"?
35 Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada),
36 ¿Decís vosotros: "Tú blasfemas" a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dije: "Soy Hijo de Dios"?”
Juan 10:29-36
Cuando Jesús dijo “Yo y el Padre somos uno” (como la versión de arriba de Reina Valera: “Yo y el Padre una cosa somos”, los judíos pensaron que El estaba queriendo decir que El era un Dios junto con Su Padre. Pero Jesús aclaró lo que dijo, y para que no hubiera mal entendido, explicó que Él en verdad había dicho “Soy Hijo de Dios”.
Véalo abajo en forma resumida:
Mi Padre que me las ha dado, es mayor que todos; y nadie las puede arrebatar de las manos del Padre.
Yo y el Padre una cosa somos…
Los judíos le respondieron: …, porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Jesús les respondió: … dije: "Soy Hijo de Dios” Juan 10:29-36
Por la explicación que Jesús mismo dio, vemos que, creer que Jesús es Dios con base en el texto de arriba, es repetir la interpretación de los fariseos del pasado. Note también que Jesús recordó a los fariseos el hecho que la Escritura llaman dioses a aquellos que reciben la Palabra de Dios:
“Jesús les respondió: --¿No está escrito en vuestra ley, "Yo dije: Sois dioses"?
Si dijo "dioses" a aquellos a quienes fue dirigida la palabra de Dios (y la Escritura no puede ser anulada).” Juan 10:34, 35.
Jesús explicó el hecho que el propio Dios llamara “dioses” a aquellos que reciben Su Palabra en sus corazones, siendo por ella transformados. De esta forma, mostró a los fariseos lo que Él había dicho “Yo y el Padre somos uno” en el mismo sentido en el cual cualquier ser humano que creyese podría ser uno de los dioses, mencionados en la Escritura – “uno” con El Padre en carácter, así como El lo era. Fue expresado ese deseo cuando Jesús más tarde oró a Su Padre:
“Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos.
Para que todos sean una cosa; como tú, OH Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros una cosa: para que el mundo crea que tú me enviaste.”
Juan 17:20, 21.
El Dios de Jesús
Jesús mismo reconocía que el Padre era Su Dios:
“Como a la hora novena Jesús exclamó a gran voz diciendo: --Elí, Elí! ¿Lama sabactani? --que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”
Mateo 27:46
Muchos entienden que Jesús, después de resucitar, pasó a existir como Dios. Pero vemos que, después de resucitado, él reconocía a Su Padre como Su Dios. El dijo que nuestro Dios, el Padre, es también el Dios de él:
“Jesús le dijo: --Suéltame, porque aún no he subido al Padre. Pero ve a mis hermanos y diles: "Yo subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios."
Juan 20:17.
Si Jesús reconoce al Padre como siendo Su Dios, no puede (Jesús) ser Dios como el Padre. Y pablo, escribiendo a los Efesios, también confirma que Dios, el Padre, es también el Dios de Jesús:
“Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el pleno conocimiento de él;”
Efesios 1:17.
El testimonio de la Iglesia Apostólica
Después su resurrección, una vez cumplida su misión en esta tierra, Jesús subió a los cielos. El dejó en la tierra un grupo de personas – Su iglesia, encargada de preservar la verdad que saliera de sus santos labios, y proclamarla al mundo. El apóstol Pablo afirma que recibió de Jesús las verdades que predicaba:
“Pero os hago saber, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según hombre; porque yo no lo recibí, ni me fue enseñado de parte de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo” Gálatas 1:11,12.
Los apóstoles predicaban aquello que habían aprendido de Jesús. Pablo, escribiendo a los corintios, dejó el registro de aquello que aprendió de Jesús – una declaración de la fe de la iglesia apostólica – leamos:
“Porque aunque sea verdad que algunos son llamados dioses, sea en el cielo o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), sin embargo, para nosotros hay un solo Dios, el Padre.” I Corintios 8:5, 6.
Pablo también expresó su creencia en el único Dios, el Padre, diversas veces en sus epístolas. Usted puede leerlo en los pasajes de Romanos 1:7; I Corintios 1:3; II Corintios 1:2; Gálatas 1:3,4; Efesios 1:2, 3; 4:6; Filipenses 1:2; Colosenses 1:2; I Tesalonicenses 1:1; II Tesalonicenses 1:2; I Timoteo 2:5; Santiago 2:19.
Para la iglesia apostólica, estaba claro que existe un solo Dios – el Padre. Los apóstoles no entendían que Jesús era un Dios igual al Padre. Ellos entendían que Jesús era el Hijo de Dios – leamos:
“La gracia, la misericordia y la paz de parte de Dios Padre y de Jesucristo, el Hijo del Padre, estarán con nosotros en verdad y amor.” II Juan 1:3
“Bendito sea el Dios y el Padre de nuestro Señor Jesucristo…” Efesios 1:3
El apóstol Pedro concordaba con Pablo y Juan, que escribieron los versos arriba:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,” I Pedro 1:3
El Testimonio del Antiguo Testamento
Hasta aquí vemos armonía entre lo que fue enseñado por Dios en el primer mandamiento, por medio de Jesús para presentar Su verdad al mundo, sobre cuantos dioses existen y quien es Dios (por su mandamiento), Jesús y la iglesia apostólica, enseñan que hay un solo Dios el Padre. Así mismo en el Antiguo Testamento, la Biblia enseña claramente que hay apenas un solo Dios – el Padre:
“No hay más Dios aparte de mí: Dios justo y Salvador. No hay otro fuera de mí.
Mirad a mí y sed salvos, todos los confines de la tierra! Porque yo soy Dios, y no hay otro.”
Isaías 45:21,22
La misma verdad se expresa en diversos otros pasajes del Antiguo Testamento. Citamos la referencia de algunas de ellas, En caso de que quieras consultar: Éxodo 20:3; Deuteronomio 4:35, 39; 5:6,7; 6:4 Isaías 44:6,8; 45:18, 21, 22; 46:9.
Note también que no solo en todo el Antiguo Testamento, sino también en el Nuevo Testamento, todas las referencias que la Biblia hace de Dios son hechas en singular, no en el plural. Siempre usamos referencias en singular cuando queremos referirnos a una sola persona. Damos aquí algunos ejemplos:
“Dijo Dios: Hagamos el hombre a nuestra imagen” Génesis 1:26 (note que “dijo” está escrito, en singular. Si Dios fuera más de una persona, el texto debería presentar: “dijeron Dioses”). Muchos se fijan en la palabra hagamos para defender la creencia de que Dios es mas de una persona. Sin embargo, según el texto, la palabra “hagamos” fue dicha por solo una persona: “DIJO (NO DIJERON) Dios: hagamos. Cuando una persona invita a otra para que haga algo junto con ella, lo hace en plural, pues incluye al invitado: “hagamos” tal cosa. En el caso de Génesis 1:26, vemos que Dios, una persona, hizo la invitación para que otra persona tomase parte con Él en la formación del hombre. Por eso dijo: “Hagamos el hombre a nuestra imagen”. ¿A quien dirigió Dios la palabra “hagamos” en esta ocasión? La Biblia nos da la respuesta. Hablando de Cristo, dice “sin El nada de lo que fue hecho se hizo” Juan 1:3. Fue a Cristo que Dios dijo: “hagamos al hombre a nuestra imagen”. Leyendo con atención lo que Dios hizo, y creyendo en El, podemos conocer la verdad.
Citas bíblicas mal traducidas
Existen algunos textos de la Biblia que fueron mal traducidos del original y otros que son mal interpretados, llevando a las personas a entender que existe más de un dios. Todavía, la mayor prueba de que estos textos no están de acuerdo con el original ó están siendo mal interpretados, es que ellos afirman que son contrarios a la verdad revelada por el mandamiento, por Jesús y por los apóstoles, de que hay un solo Dios, el Padre. Citamos los textos que no están de acuerdo con el original:
I Juan 5:7,8 Romanos 9:5 Tito 2:13 Judas 4 Juan 1:1 Juan 1:18 Hebreos 1:8
Vamos a comentar resumidamente cada uno de estos textos de arriba, para evitar quedar con duda:
I Juan 5:7,8
La frase que aparece en el texto, en la cual se lee: “Porque tres son los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno.”
Reina Valera 1909 RV
No está en el original bíblico. Posiblemente, este texto en la Biblia que aparece escrito de esa manera, ó tiene un señal, Ejemplo: [….] ó tiene un comentario, como ocurre con la Biblia de Jerusalén que aclara que el texto no pertenece al original:
El texto de los vv. 7-8 es añadido en la Vulgata de un inciso (aquí abajo entre paréntesis) ausente de los antiguos manuscritos griegos, de la antiguas versiones y de los mejores manuscritos de la Vulgata, en la cual parece ser una glosa marginal introducida posteriormente en el texto: “Porque tres son los que dan testimonio (en el cielo, el Padre, el Verbo, y el Espíritu Santo: y estos tres son uno; y hay tres que dan testimonio en la tierra): el Espíritu, el agua y el sangre, y esos tres son uno”.
(Fuente: Biblia de Jerusalén, 3ª impresión, 2004, páginas 2132, 2133, traducción al español).
Presentamos abajo el texto según la versión más fiel al original, sin dejar la frase arriba:
“Porque tres son los que dan testimonio:
El Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan en uno.”
I Juan 5:7, 8.
(Fuente: Reina Valera 1989 RVA).
El texto de I Juan 5:7 con la parte resaltada por el hombre, que no pertenece, es presentado por muchos como prueba de que la doctrina de la trinidad es bíblica; pero cuando leemos el verso sin el texto añadido queda claro que no prueba que exista una trinidad. Apenas habla del Espíritu de Dios, del agua y de la sangre.
Romanos 9:5
En algunas traducciones de la Biblia, la mayoría de las versiones traducidas al español, el texto de este verso parece decir que Jesús es dios. Sabemos que la carta a los Romanos fue escrita por Pablo, el mismo que escribió a los corintios que “hay un solo Dios, el Padre” (I Corintios 8:6). Pablo, escribiendo sobre la inspiración de Dios, NUNCA iría a contradecirse. No iría, al escribir a los romanos, contradecir lo que había escrito un año antes, a los Corintios. Vemos por lo tanto, que el texto de Romanos 9:5 esta mal traducido en las versiones que dan a entender que Jesús seria Dios también.
Sigue una traducción más fiel al original, en español:
“de El son los patriarcas, y también de El desciende el Cristo. Alabado para siempre sea Dios, que está sobre todas las cosas!”
(Fuente: Biblia de Estudio Almeida, 1999, pág. 230, Nuevo Testamento, nota “f” – traducción al español).
Tito 2:13
Te invitamos a leer este texto en tu Biblia. De la forma que se lee en diversas Biblias, parece que Pablo, que escribió esta carta, estaba enseñando que Cristo también es Dios. Esto no es verdad. El no escribiría, sobre la inspiración divina, algo que estuviera contrario al mandamiento, a las enseñanzas de Jesús y lo que el mismo escribió en sus otras cartas (I Corintios 8:6; Efesios 4:6; I Timoteo 2:5). Sigue abajo la traducción más fiel al original, que está en armonía con la enseñanza de Dios, de Cristo y de los apóstoles:
“buscando por aquella bendita esperanza, y el glorioso aparecimiento de nuestro gran Dios y nuestro Salvador Jesucristo; {glorioso...: Griego: el aparecimiento de la gloria del gran Dios, y de nuestro Salvador Jesucristo}” Tito 2:13 (Fuente: 1769 Autorizada Versión, traducción del inglés – disponible en el CD Biblia ONLINE, versión 2.01).
Note que, en esta versión, el mismo traductor dice que el griego original presenta: “de la gloria del gran Dios, y de nuestro Salvador Jesucristo”. No presenta a Cristo como Dios, por lo contrario, hace una distinción entre Él y Dios. En el texto original, uno es el gran Dios; otro es el Salvador Jesucristo.
Juan 1:18
Otro texto que causa dudas y aparece mal traducido en algunas Biblias, es Juan 1:18. En las versiones más antiguas, Jesucristo es presentado como “Hijo Unigénito” en este verso. Sin embargo, en las traducciones más modernas de las Biblias leemos que Jesús es llamado “Dios Unigénito”. Este parece ser un esfuerzo de los traductores para hacer que los lectores modernos crean que Jesús sea un “Dios” como el Padre, pero adultera la pura verdad de la Palabra de Dios, y los induce al error. Presentamos abajo el texto según versiones antiguas de la Biblia, más fiel al original:
“A Dios nadie le vio jamás: el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le declaró.”
Juan 1:18
(Fuente: Biblia Reina Valera 1909).
Judas 4
Otro texto en el cual existe un problema de traducción es Judas verso 4. Pedimos a usted que lea su Biblia. De la forma que es presentado en traducciones más actuales, este texto da a entender que Jesús es el único Soberano. Pero esto estaría contradiciendo la Biblia. Lea I Timoteo 6:15, 16; donde está escrito que “Aquel que ningún ojo vio” (esto es, Dios el Padre)
El único Soberano:
“La cual á su tiempo mostrará el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes, y Señor de señores;
Quien sólo tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; á quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver: al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amen”
I Timoteo 6:15, 16
El único que hombre ninguno jamás vio, que es mencionado como “solo Soberano” en el texto de arriba, es el Padre, porque en cuanto a Jesús, no solo los doce discípulos sino muchos otros lo vieron. La Palabra misma dice: “Nadie jamás vio a Dios, el Hijo Unigénito… es quien lo reveló” Juan 1:18. Ella separa “Dios” del “Hijo”, como dos seres distintos, y aclara que apenas Dios no fue visto por nadie.
Fue Pablo, por inspiración divina, quien escribió la carta a Timoteo. En ella, vemos claramente explicado que el Padre es el Único soberano. Judas escribiendo sobre la inspiración de Dios, no iría nunca a contradecir lo que Pablo escribió inspirado por la misma inspiración divina. Dios no es de confusión. Resaltando todavía que, fuese Jesús el único Soberano, ¿seria el soberano de Su Padre? ¿Algún hijo obediente en la tierra tiene al padre como su siervo? Esto no tendría sentido para nosotros, pues estaría contra la orden natural de las cosas, y por lo tanto también contra la verdad de la palabra. Ella revela que Dios, el Padre, está sobre el hijo, y no debajo de él:
“Un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todas las cosas, y por todas las cosas, y en todos vosotros.” Efesios 4:6
“Mas luego que todas las cosas le fueren sujetas, entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó á él todas las cosas, para que Dios sea todas las cosas en todos.” I Corintios 15:28.
Sigue abajo la traducción más fiel al original del texto de Judas 4, que presenta a Dios, el Padre como único Soberano, y está en armonía con la revelación bíblica y en el orden natural de las cosas:
“Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los cuales desde antes habían estado ordenados para esta condenación, hombres impíos, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en disolución, y negando á Dios que solo es el que tiene dominio, y á nuestro Señor Jesucristo.” Judas 1:4 (Fuente: Biblia Reina Valera 1909)
Juan 1:1
Otro texto que posee problemas en la traducción es de Juan 1:1. Te invitamos a leer este texto de la Biblia. De la forma como se presenta, el texto estaría diciendo que Jesús, al menos en el principio, antes de venir ala tierra, era Dios. Si eso fuese verdad, estaría contradiciendo no solo el primer mandamiento, como también lo que el propio apóstol Juan escribió en este mismo evangelio en Juan 17:3, diciendo que el Padre es el Único Dios:
“es la vida eterna: que te conozcan el solo Dios verdadero, y á Jesucristo, al cual has enviado.” Juan 17:3
Pero el texto de Juan 1:1 fue mal traducido. La traducción más fiel al original griego es:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo.”
Juan 1:1
Traducción fiel al original griego:
En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en el Dios, y Dios era el Verbo.
en arch hn o logov kai o logov hn prov ton yeon kai yeov hn o logov
El texto de arriba casi coincide con la traducción de la Vulgata al español, que citamos abajo:
“En el principio “era ya el verbo”, y el Verbo estaba en Dios, y el verbo era Dios.”
(subrayado y énfasis nuestro) (Fuente: La Sagrada Biblia (2003): Traducción de la Vulgata Latina por Don Félix Torres Amat, San Martín y Domínguez Editores, Colombia, ISBN: 968-5161-46-1)
Otra versión en español presenta la misma traducción, lo que muestra que el entendimiento de la traducción correcta de Juan 1:1 es “el Verbo estaba en Dios” no es una interpretación particular ó resultado de distorsión del significado del texto original. Al revés, es reconocida por diferentes traductores:
“No principio existia o Verbo; o Verbo estava em Deus; e o Verbo era Deus.”
(Fuente: Bíblia Sagrada Missionária da Difusora Bíblica Franciscano Capuchinhos, ed.2002 – traducción al portugues).
Traducción:
“En el principio existía el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios.”
Juan 1:1
Lo que el texto está diciendo es que, en el principio, Jesús estaba en Dios. No que El fuese otro Dios, como el Padre. Veremos como puede ser eso en el próximo capitulo de este libro. Por ahora, nos es suficiente ver que el texto, en su versión original, no está diciendo que Jesús era Dios.
Hebreos 1:8
Finalmente, comentamos el texto de Hebreos 1:8. Según lo que la mayor parte de las traducciones de la Biblia presentan, el texto estaría mostrando el propio Padre llamando a Cristo como “Dios”. Sin embargo, este texto fue originalmente escrito por Pablo, el mismo que escribió a los Corintios (I Corintios 8:6), a Timoteo (I Timoteo 2:5) y a los Efesios (Efesios 4:6) que “hay un solo Dios, el Padre”. Obviamente, Pablo, escribiendo con inspiración divina, no iria a contradecir lo que ya había repetido tantas veces cuando escribió a otras iglesias. Este texto está mal traducido. Vea como aparece en la nota de la Biblia en inglés:
“But of the Son he says,{1} {2} "Thy throne, O God, is for ever and ever, the righteous scepter is the scepter of {3} thy kingdom.”
{1}Ps 45:6 f{2}Or Thy throne is God for etc. {3}The two oldest Greek manuscripts read his
(Fuente: Revised Standard Versión, 1947 – traducción del inglés).
Traducción:
“Mas al hijo El dijo {1}: {2} Tu trono, oh Dios, para siempre y siempre; Vara de equidad la vara de {3} tu reino;
{1}:Sl 45:6 f {2} Ó Tu trono es Dios para. {3}Los dos manuscritos Griegos más antiguos presentan Su (resaltado y énfasis nuestro)
Note que en el pasaje de arriba, se sugiere como traducción posible el texto:
Tu trono es Dios para. Escrito de esta forma, el texto enseña en lenguaje figurado que el Padre es el “trono” de Jesús, por ser aquel que lo elevó al trono del universo junto Consigo. Obviamente, la traducción cambia el entendimiento del pasaje; lo saca de un entendimiento de estar en conflicto con la verdad de I Corintios 8:6 (hay un solo Dios, el Padre). Y lo coloca en armonía con tal verdad. Por eso, aceptamos esta traducción. Y esa traducción no es la única que presenta el texto de esta forma. Otras traducciones presentan lo mismo:
Moffat:
“Dios es tu trono para todo él siempre, tu cetro real es un cetro de equidad”
Hebreos 1:8
The American Translation:
“Pero del hijo El dice: ‘Dios es tu trono para todo él siempre’”
Hebreos 1:8
Pablo estaba en verdad diciendo que Cristo fue exaltado por Su Padre al trono, y no que Cristo era Dios igual al Padre. Pablo no escribiría algo que contrariase el mismo primer mandamiento, que afirma que no debemos tener otro Dios además de la persona del Padre.
La Biblia misma nos advierte que tengamos cuidado cuando estudiamos las epístolas de Pablo, para que no adulteremos su palabra, llegando a conclusiones equivocadas:
“…como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito también;
Casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos é inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para perdición de sí mismos.
Así que vosotros, oh amados, pues estáis amonestados, guardaos que por el error de los abominables no seáis juntamente extraviados, y caigáis de vuestra firmeza.”
II Pedro 3:15-17
En Dios “en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación” (Santiago 1:17). Por eso, sabemos que El nunca inspiraría a Pablo a escribir que hay un solo Dios el Padre, en Corintios 8:6, para en seguida llevarlo a escribir que en verdad hay también otro Dios Jesús. Para que no caigamos en el error de adulterar las palabras de las epístolas a fin de decir lo que la palabra de Dios no dice.
El papado (iglesia católica), llamada “Babilonia” en Apocalipsis 17:3, es responsable por la mayor parte de las traducciones de la Biblia. La misma popular versión Almeida para el portugués fue traducida por un padre (Juan Ferreira de Almeida), que por función, era del clero comandado por el papado. Babilonia significa confusión, y es un buen nombre para describir exactamente lo que el papado hizo en la traducción de las Biblias – una confusión para hacer que las personas que leen la Biblia crean en la doctrina de la trinidad, que es la doctrina central de la fe católica. Pero esta doctrina va en contra de la verdad bíblica. Las doctrinas bíblicas, como el Sábado, el santuario etc., siempre son claramente reveladas en la palabra de Dios, pero el nombre “trinidad” ni siquiera aparece en la Biblia.
Capítulo 5 - ¿Quién es Jesucristo?
Muchos piensan que, al considerar Jesús como no siendo “Dios”, ó siendo inferior al Padre en poder ó jerarquía, lo están rebajando, y así están haciendo la obra de Satanás, pues fue él quien deseó disminuir a Cristo. En la sección siguiente, trataremos esto.
Como Dios desea que exaltemos a Jesús
La Biblia presenta cual es la razón por la cual Dios desea que exaltemos a Jesús:
“Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús:
El cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual á Dios:
Sin embargo, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante á los hombres;
Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre;
Para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y de los que en la tierra, y de los que debajo de la tierra;
Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, á la gloria de Dios Padre”
Filipenses 2:5-11.
El pasaje de arriba presenta la razón por la cual Dios desea que exaltemos a Jesús. Note que el pasaje da énfasis al sacrificio de Jesús:
“El cual, siendo en forma de Dios…, se anonadó á sí mismo, tomando forma de siervo…
Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”.
El texto nos presenta los pasos en la humillación de Jesús:
1 – Estando en la posición más elevada en que un ser, fuera de Dios, podría estar en el universo, se humilló y se hizo hombre, tomando la forma de siervo;
2 – Reconocido en figura humana, estando ya en la forma de hombre, a Si mismo se humilló.
3 – Fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
El relato termina en la cruz, pues en la cruz el sacrificio de Cristo alcanzó el más alto grado. No había más nada que El podría haber hecho. No podía el sacrificio haber sido mayor. Bajando del lugar más alto del cielo, llegando al lugar más bajo del Universo, sucio por el pecado y por las tinieblas, identificándose con los seres de menor valor moral del Universo, hombres enemigos de Dios, humillándose con estos hombres y en la presencia de ellos entregar su Vida, sin ser por ellos reconocido, en la forma más humillante de ejecución jamás conocida. Después de relatar el sacrificio de Jesús, el texto declara que fue por esta razón que Dios lo exaltó:
“Por lo cual Dios también le ensalzó á lo sumo…”
Filipenses 2:9
Las palabras “por lo cual” del texto de arriba demuestran que fue por la razón presentada en los versos anteriores (el sacrificio de Cristo al dejar las cortes celestiales a entregarse por los hombres) que Dios lo exaltó. Pablo mismo, obediente a la voluntad divina, hacia del sacrificio de Cristo, consumado en la cruz, el tema más importante de su predicación:
“Mas nosotros predicamos á Cristo crucificado, á los Judíos ciertamente tropezadero, y á los Gentiles locura... Porque no me propuse saber algo entre vosotros, sino á Jesucristo, y á éste crucificado.”
I Corintios 1:23; 2:2.
Y Dios espera que exaltemos Jesús por el mismo motivo que Él y Pablo Lo exaltaron. Note que reconocer ó no a Jesús como Dios, nada tiene que ver con exaltarlo de la manera que Dios espera que Lo exaltemos. Si reconocemos a Jesús como nuestro Salvador y como Señor de nuestra vida y Lo exaltamos por eso, le estamos dando el homenaje que Dios espera que le demos, por eso mismo es bueno que veamos por la palabra que hay un solo Dios, el Padre.
En el capitulo anterior, vimos que la palabra de Dios revela tener un Único Dios, y que este es el Padre de Jesucristo. ¿Qué podemos decir entonces de la persona de Jesús antes, durante y después de Su encarnación, Si El no es un Dios como su Padre? En este capitulo trataremos este tema – Cristo ayer, hoy y eternamente.
En el principio- el Hijo de Dios
En el primer verso del evangelio de Juan, es retratada la situación de Jesús luego del principio de todo, antes de iniciarse la obra de la creación del Universo. La traducción más fiel a partir del original griego es:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo.”
Juan 1:1
Lo que el texto esta diciendo es, que, en el principio, Jesús estaba dentro de Dios – por eso dice: “el verbo estaba EN Dios”. ¿Como puede ser esto? Simple:
La Biblia repite en muchos pasajes que Jesús es Hijo de Dios, Jesús mismo lo dijo:”declaré: Soy Hijo de Dios” Juan 10:36. Según la Palabra de Dios, un Hijo solo es hijo porque fue engendrado de Su Padre. La Biblia utiliza el término “engendrar” para referirse a hijos naturales y legítimos – vea el ejemplo en Génesis 5:3:
“Y vivió Adán ciento y treinta años, y engendró un hijo á su semejanza, conforme á su imagen, y llamó su nombre Seth.”
Génesis 5:3
Seth fue hijo literal de Adán. La Palabra de Dios usa la palabra “engendró” para describir a Seth como hijo literal, nacido de Adán. Quien puede leer todo el capitulo 5 de Génesis, también como todas los otros pasajes en los cuales la Biblia menciona las genealogías (registros de nombres de padres y sus respectivos hijos), para verificar por si mismo que siempre la Palabra de Dios utiliza la expresión “engendrar” para referirse a hijos literales. Relativamente a Seth, en el texto que leímos hace poco, siempre se dice que era un hijo conforme a “la semejanza de Adán”, conforme a “su imagen”. Esta es la descripción bíblica de un hijo literal. La Biblia usa el mismo verbo “engendrar”, para mostrar que Jesús es un Hijo literal y legitimo de Dios Su Padre:
“Porque ¿á cuál de los ángeles dijo Dios jamás: Mi hijo eres tú, Hoy yo te he engendrado? Y otra vez: Yo seré á él Padre, Y él me será á mí hijo?”
Hebreos 1:5
Un hijo literal hereda partes de la imagen de la persona de su padre. Como prueba de que Cristo es un Hijo literal de Dios, la Biblia afirma:
“El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas,”
Hebreos 1:3
La palabra “expresa que puede ser atribuida a la filiación de Cristo para con Dios, el Padre, porque en la generación de un Hijo por el Propio Dios no hay ninguna pérdida ó distorsión. Dios es perfecto en lo que hace; y al concebir a Su Hijo, Lo hizo según la expresa, total y completa, imagen de Su persona.
Así como Dios formó a Eva de la costilla, que queda en la altura del seno (pecho) de Adán, Cristo salió del seno del Padre. En el relato de la formación del hombre, vemos que la raza humana fue hecha a la semejanza de Dios y Cristo, pues Dios dijo a Su Hijo:
“Y dijo Dios: Hagamos al hombre á nuestra imagen, conforme á nuestra semejanza;”
Génesis 1:26
La Palabra “nuestra” enseña que el primer par formado en el Edén, seria a la semejanza de Dios y Su Hijo. Y sobre Eva está escrito, que no tuvo madre, pero que fue formada directamente de Adán:
“Y Jehová Dios hizo caer sueño sobre Adán, y se quedó dormido: entonces tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar; Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre.”
Génesis 2:21-22.
La formación del primer par es una lección objetiva del origen de Cristo, pues Dios le había dicho: “hagamos al hombre… a nuestra semejanza”. La Biblia enseña que Cristo es el Unigénito, ó el “Único Hijo generado”*, del Padre. Generado, no de una madre, sino solamente del Padre, tal como Eva fue generada solamente de Adán. Así como, figuradamente hablando, Eva estaba “en”, ó dentro de Adán, antes de ser formada, Cristo estaba “en” Dios antes de ser generado. En Génesis 5, este conocimiento es expuesto:
“El día en que creó Dios al hombre, á la semejanza de Dios lo hizo; Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamó el nombre de ellos Adán, el día en que fueron creados.”
Génesis 5:1, 2.
Note que, según el texto de arriba, Dios hizo a Adán y a Eva, “macho y hembra”, y los llamó, a los dos, “Adán”. Así como Dios, viendo de antemano que formaría a Eva de dentro de Adán, llamó a ambos por el mismo nombre – Adán. También reveló a Juan que, viendo de antemano al Hijo que concebiría, dentro de Si mismo, Lo llamó por Su nombre, diciendo: “y Dios era el Verbo” (ó “el Verbo era Dios”). Tal como antes de ser creada, Eva recibe el nombre de Adán, antes de ser concebida. Cristo recibe el nombre de Dios, Su Padre. Eva era preexistente en Adán – antes de existir estaba en Adán. Cristo era preexistente en Dios – antes de existir como persona, estaba en Dios. Jesús mismo dijo que salió del Padre – veamos:
“Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti; Porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste.” Juan 17:7, 8.
Vemos que Jesús mismo dijo que salió del Padre, o sea, fue generado de El, salió de dentro de El, tal como Eva salió de dentro (de una costilla) de Adán.
Algunos piensan que Jesús nació como Hijo apenas cuando vino en la Tierra y nació de Maria. Pero Jesús dijo a Pilatos que El nació antes de venir a este mundo:
“Jesús respondió: --Tú dices que soy rey. Para esto yo he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad oye mi voz.”
Juan 18:37.
Primero dice que nació, después que vino al mundo. Así, El mismo muestra que nació allá en el cielo, ANTES de venir al mundo.
La cronología de Juan
Vimos hasta aquí que, cuando el texto de Juan 1:1 afirma que “en el principio… el Verbo estaba en Dios”, estaba refiriéndose al hecho de que: “en el principio”, el Hijo estaba dentro de Dios – no existía como un ser separado de Dios. La Palabra traducida como “Verbo” en este verso es el original “logos” y significa “palabra”. En el “principio”, mencionado en Juan 1:1, Dios era el Verbo, ó la palabra; el propio Dios era el portavoz de Sus Palabras, como no existía todavía un Hijo que fuese para El un portavoz. Este “principio”, es el mismo relatado en Proverbios. Hablando de Jesús como la “Sabiduría” (I Corintios 1:24), el texto dice:
“Jehová me poseía en el principio de su camino, Ya de antiguo, antes de sus obras. Eternalmente tuve el principado, desde el principio, Antes de la tierra…No había aún hecho la tierra, ni las campiñas, Ni el principio del polvo del mundo.”
Proverbios 8:22,23 y 26.
(Fuente: Biblia Reina Valera 1909 RV).
El término “Me poseía” del texto arriba, se refiere al hecho de que el Hijo estaba en Dios. Proverbios dice que esto fue desde el principio, antes que el mismo Dios hiciera al principio el mundo:
“Desde la eternidad tuve el principado, desde el principio, antes que la tierra. Nací antes que existieran los océanos, antes que existiesen los manantiales cargados de agua. Nací antes que los montes fuesen asentados, antes que las colinas. No había hecho aún la tierra ni los campos, ni la totalidad del polvo del mundo.” Proverbios 8: 23, 24, 25 y 26. (Fuente: Biblia Reina Valera 1989 RVA).
En la continuación del capitulo 1 de Juan, el apóstol vuelve a referirse a la palabra principio, pero ahora asociándola a una nueva condición de Hijo – no más “en” Dios, sino “con Dios”:
“El era en el principio con Dios.” Juan 1:2.
¿Que “principio” es este al cual el verso se refiere, en el cual Jesús estaba ya “con” Dios? El próximo verso nos lo ayuda a entender:
“Todas las cosas fueron hechas por medio de él.” Juan 1:3.
El texto de arriba nos lleva al relato de la creación, cuando Dios hizo la Tierra. La Palabra de Dios dice que todas las cosas fueron creadas por medio de Cristo:
“porque en él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos y en la tierra, visibles e invisibles, sean tronos, dominios, principados o autoridades. Todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16
El libro de Génesis nos indica “cuando” fueron creadas todas las cosas:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra.” Génesis 1:1.
Este principio, relatado en Génesis, es el principio en el cual Cristo estaba “con” Dios, pues ya vimos que las cosas que fueron creadas, fueron por medio de Cristo. Pero el texto de Génesis dice: “En el principio creó Dios”. Tenemos entonces que la Biblia dice: “creó Dios”, y también hablando de Cristo: “Todo fue creado por medio de él”. Concluimos por lo tanto que Dios creó todas las cosas por medio de Cristo; Él, el Hijo, estaba con Dios durante la creación. Y Juan 1:2 describe este tiempo como el “principio”:
“El era en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de él”
Juan 1:2, 3.
Vemos por lo tanto, que el principio de Juan 1:2 denota una ocasión diferente del principio de Juan 1:1. En el principio de Juan 1:1, el Hijo, el Verbo, estaba “en” Dios. Ya en el principio relatado en Juan 1:2, estaba “con” Dios. Cuando estaba “en” Dios, todavía no había nacido; sin embargo cuando estaba “con” Dios, ya había nacido y poseía una existencia como una persona distinta de la persona de Dios – el Hijo de Dios. Explicándolo de otra forma:
“En el principio estaba el verbo, y el Verbo estaba en Dios, y Dios era el Verbo. El era en el principio con Dios.” Juan 1:1,2.
Cuando la Biblia da énfasis en algo, repitiendo la palabra, ó hasta la misma frase, es porque el Señor quiere llamarnos la atención de algo importante. Note que el verso 2 es prácticamente una repetición del verso 1:
Verso 1: “el Verbo estaba en Dios”
Verso 2: “El era… con Dios”
¿Porque ocurre eso? El tiempo denotado en el verso 1 sitúa al Hijo de Dios dentro del Padre, o sea, cuando Él no había aún sido generado, mientras el verso 2 ya nos habla de cuando el Hijo ya existe, cuando ya fue concebido (ya nació). Él está junto “con” el Padre. Después de haber sido creado, participó con el Padre en la creación de todas las cosas. ¿Cómo? “Todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16 fue por medio de Él que “creó Dios” (GN 1:1) todas las cosas.
Subsistía en la forma de Dios
“Porque lo invisible de él--su eterno poder y deidad-- se deja ver desde la creación del mundo, siendo entendido en las cosas creadas; de modo que no tienen excusa.”
Romanos 1:20
El verso de arriba nos muestra que la mismo Divinidad puede ser entendida por medio de las cosas que fueron creadas. Así, para entender mejor la relación de Padre e hijo existente por medio de las obras creadas. Nada mejor, por lo tanto, que analizar la relación entre padres e hijos humanos, una vez que la raza humana es obra primaria de la creación de Dios. Vamos hacer uso de esta comparación de aquí en adelante para que podamos entender mejor la naturaleza y el carácter de la persona del Hijo de Dios.
Sabemos que un hijo literal humano tiene un cuerpo de la misma naturaleza de su padre. Los padres son hechos de carne y hueso, y los hijos de los humanos nacen así también. Usando la comparación propuesta en Romanos 1:20, que leímos arriba, podemos tener la certeza de que, del mismo modo que un hijo humano tiene un cuerpo de la misma naturaleza que su padre (carne y hueso), el Hijo divino nació con un cuerpo de la misma naturaleza que la de Su Padre. Y encontramos esta verdad revelada en la palabra de Dios:
“Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse;” Filipenses 2:5, 6.
La palabra “forma” del texto arriba, es utilizada para expresar el hecho de que Jesucristo, cuando estaba en el cielo, tenía la misma forma física que tiene Dios, su Padre. ¿De qué sustancia estaba constituido Su cuerpo?, no sabemos, ni nos ha sido revelado hasta hoy; pero la Biblia aclara que el cuerpo de ambos, Padre e hijo, era semejante antes de Cristo venir a la Tierra.
Anterior al Hijo
Sabemos que todo hijo de un padre humano es más joven que su padre. Como el hombre, la obra creada, revela a Dios, sabemos que Jesucristo, el Hijo, también es después de Dios, su Padre. Y vemos que es esto lo que la Biblia nos revela. Note lo que ella dice sobre la “edad” del Padre y del Hijo:
Sobre el Padre:
“Antes que naciesen los montes y formases la tierra y el mundo, desde la eternidad hasta la eternidad, tú eres Dios.” Salmo 90:2
El texto muestra que de eternidad a eternidad, Dios ya existía, o sea, nunca hubo una ocasión en la cual Dios no había existido.
Sobre el Hijo:
“Pero tú, oh Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.” Miquéas 5:2.
Este texto es una profecía acerca de Jesús. Dice que Jesús tuvo origen en los días de la eternidad. Note en la diferencia presentada entre el Padre y el Hijo:
-Padre: “de eternidad a eternidad, Tu eres Dios” Salmo 90:2
- Hijo: “cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.” Miquéas 5:2.
Vemos que el Padre es anterior al Hijo. Diferente al Padre, que siempre existió, el Hijo tuvo origen en la eternidad; fue generado.
El mismo carácter de Su Padre
Un hijo humano hereda partes del carácter de su padre. Vemos por ejemplo, muchos casos de hijos que son impulsivos porque sus padres así lo eran. Heredan tendencias del carácter de sus padres. Sin embargo puede haber imperfección en la transmisión de partes de carácter de padres humanos para sus hijos, puesto que los hombres son imperfectos, no podemos creer que haya imperfección en la transmisión de partes del carácter de Dios para Su Hijo. Esto porque Dios es perfecto. Al leer el texto de hebreos, vemos que esta creencia es confirmada:
“Dios, habiendo hablado en otro tiempo… en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo… El es el resplandor de su gloria y la expresión exacta de su naturaleza,”
Hebreos 1:1-3
¿Qué significa el término “expresión exacta”, utilizado en el texto? La palabra “exacta” significa “perfectamente fiel”. Entendemos entonces que al decir que el hijo es la expresión exacta del “Ser” del Padre, la palabra de Dios nos quiere hacer entender que el Hijo es la expresión, ó reproducción, perfectamente fiel de la persona (o del Ser) del Padre. Esto incluye tanto la forma física como el carácter. El carácter del Hijo es igual al carácter del Padre. La ley de Dios es la expresión de Su carácter; es también portando la expresión del carácter del Hijo. El carácter del Hijo es igual a la ley de Dios, de la misma altura y santidad que ella; por eso el Hijo podría ofrecerse a si mismo para pagar la pena de la ley trasgredida. Al sacrificarse el Hijo en la cruz por los hombres pecadores, el universo todo podría testificar que, por Su carácter, se pagó un precio a la altura de lo que la ley exigía, y Dios podría entonces, sin hacer agravio à Su ley, perdonar y redimir al pecador.
Un Hijo heredero
Todo hijo humano es, por derecho de nacimiento, heredero de las propiedades de Su Padre. Dios es dueño y creador de todas las cosas, y la Biblia declara que Dios constituyó a Jesús, Su Hijo heredero de todas las cosas:
“Dios… en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por medio de quien, asimismo, hizo el universo.” Hebreos 1:2.
El Padre constituyó a Jesús como Hijo literal, heredero de todas las cosas. Si Jesús fuese igual y coeterno con el Padre, como dice la doctrina de la trinidad, no habría necesidad de que Dios Lo constituyese heredero de todas las cosas, pues El ya sería tan dueño como el Padre.
Heredero del nombre de Su Padre
Un hijo que nace en esta tierra, hereda el nombre de su padre terrenal. Por ejemplo, es natural pensar que el señor Silva Hijo, tiene este nombre por ser hijo del señor Silva, su padre. Como es un principio bíblico que la orden natural de las cosas creadas revela hasta la misma Divinidad (Rom. 1:20), podemos saber que lo mismo se debe dar con relación a Jesucristo y Dios Su Padre. ¿Podríamos comprobar esto en la Biblia? Veamos:
“Dios, habiendo hablado en otro tiempo muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo,… Fue hecho tanto superior a los ángeles, así como el nombre que ha heredado es más excelente que el de ellos.” Hebreos 1:1, 2, 4.
Estos versículos dicen que Dios hizo a Jesús heredero de todas las cosas, y como prueba de que esto incluye Su propio nombre, afirma que Jesús, Su Hijo, “el nombre que ha heredado es más excelente” que los ángeles. Otro texto presenta aún de forma más clara el nombre que Jesús heredó. Leamos las palabras que Dios dijo a Moisés:
“Y Dios habló todas estas palabras, diciendo:… He aquí, yo envío un ángel delante de ti, para que te guarde en el camino y te lleve al lugar que yo he preparado. Guarda tu conducta delante de él y escucha su voz. No le resistas, porque él no perdonará vuestra rebelión, pues mi nombre está en él.” Éxodo 20:1; 23:20, 21.
Refiriéndose a Jesús como Su Ángel, el Padre le dijo a Moisés: “mi nombre está en él.” Dios mismo dijo que Jesús heredó Su nombre: “Dios”. Eso no hace de Jesús un Dios. Tener el nombre del Padre no significa ser el Padre, ¿concuerda? Yo no soy mi Padre; mi Padre es una persona y yo otra, pero heredé el nombre de él. Lo mismo ocurre con Jesús. El hecho de que Jesús heredó el nombre de su Padre explica varios textos en la Escritura que, si no fueren leídos con atención, pueden inducir al lector a pensar que la Biblia presenta a Jesús como “Dios”. Lo presentamos aquí:
“Porque un niño nos es nacido, un hijo nos es dado, y el dominio estará sobre su hombro. Se llamará su nombre: Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Isaías 9:6.
Este versículo nos habla respecto de Jesús. Note que dice que “Su nombre” es Dios fuerte. No dice que “El será” Dios Fuerte. El texto prueba que Jesús, como Hijo, heredó el nombre de su Padre, y no que El sea un Dios.
“He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros.” Mateo 1:23.
El versículo de arriba nos habla de Jesús. Note que dice: “y llamarán su nombre Emmanuel, que traducido quiere decir: Dios con nosotros”. No dice que El será Dios con nosotros, pero si que Él será llamado por el nombre que significa Dios con nosotros. El caso es el mismo de Isaías 9:6, que analizamos.
En la Tierra – Hijo del Hombre
La Biblia dice que Dios formó un cuerpo en el cual Jesús iba a nacer:
“Por lo tanto, entrando en el mundo, él dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste, pero me preparaste un cuerpo.” Hebreos 10:5
El espiritismo predica que una entidad puede asumir un cuerpo. No creemos en eso, pues la Biblia no dice así. Así, no se puede entender, por el verso de arriba, que Jesús con el cuerpo de Dios, como el que tenia en el cielo, entró dentro de un cuerpo humano para que existiesen dos cuerpos dentro de uno solo – un activo (el humano), y un inactivo (el divino), que aparece, como en la transfiguración. Este concepto, aun que muchos no lo sepan, es espiritista. La mayoría de las personas cree en eso ó en algo muy semejante, pero no es lo que la palabra de Dios revela.
Según la revelación bíblica, el hecho de Dios haber formado un cuerpo a Jesús en el útero de Maria, muestra que Jesús nació como hombre de hecho. El cuerpo divino, el cual Él poseía en el cielo, antes de venir en la Tierra, fue aniquilado – dejó de existir. Es esto lo que la palabra de Dios nos dice:
“Haya en vosotros esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús: Existiendo en forma de Dios, él no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse; sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres; y hallándose en condición de hombre,” Filipenses 2:5-7
La palabra “despojar” significa “destruir, reducir a nada”. El término “se despojó a si mismo” del verso de arriba significa, por lo tanto, que el cuerpo de Jesús, de la misma naturaleza del Padre fue destruido, reducido a nada. Dios el Padre, dejó de tener un Hijo con un cuerpo como el Suyo para siempre, pues tal cuerpo fue destruido, reducido a nada. Jesús era el único Hijo de Dios. Por lo tanto, nunca más el Padre tendría un Hijo cuyo cuerpo fuese de naturaleza semejante al Suyo, por toda la eternidad. El pasaje de Filipenses muestra que Jesús tomó la forma de “siervo, haciéndose semejante a los hombres”. A partir de la encarnación, Jesús, tendría solamente un cuerpo humano y seria un ser humano, en el sentido literal de la palabra. El Padre amaría a Su Hijo, no como alguien a la semejanza de la naturaleza de Su cuerpo físico, sino como un Hijo Suyo por origen (puesto que nació del Padre) con un cuerpo humano. Vería la raza humana en la persona de Su Hijo. Esto explica el hecho de Jesús ser, por tantas veces, mientras estaba en la Tierra, llamado como Hijo de Dios e hijo del Hombre. Citamos aquí solo dos pasajes como ejemplos:
“Entonces los que estaban en la barca le adoraron diciendo: --Verdaderamente eres Hijo de Dios!” Mateo 14:33
Jesús le dijo: --Tú lo has dicho. Además os digo: De aquí en adelante veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo. Mateo 26:64
Por origen, Jesús siempre será el Hijo de Dios, pues fue generado de Su Padre; nació de El, cuando por primera vez vino a la existencia; pero, por la encarnación, pasó a ser el “Hijo del Hombre”, teniendo un cuerpo humano. No podía volver a tener un cuerpo de hijo de Dios, pues la palabra de Dios nos declara en Filipenses 2:6 que ese fue destruido (aniquilado).Note que en el verso de Mateo 26:64, que acabamos de leer, Jesús dice que va a volver por segunda vez a la Tierra como hijo de hombre:
“veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder, y viniendo en las nubes del cielo.” Mateo 26:64
Vemos que Jesús dejó claro que, cuando volviese por segunda vez a la tierra, todavía seria el hijo del hombre.
Como hombre, nada podía hacer por si mismo
Hasta aquí tenemos claro que Jesús tenia un cuerpo humano como el nuestro cuando estuvo en la tierra. ¿Pero tendría algún poder sobrenatural que no tenemos? ¿Seria una especie de “Dios – hombre” con poderes especiales? Veamos lo que Jesús dijo sobre Si mismo cuando estaba en la Tierra:
“Yo no puedo hacer nada de mí mismo. Como oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco la voluntad mía, sino la voluntad del que me envió.” Juan 5:30.
El mismo dijo que no podía hacer nada por si mismo. Así como nosotros, que no podemos hacer nada por nosotros mismos, Él también lo era. ¿Como entonces Jesús operaba sus milagros y curaba las personas? Leamos el pasaje de Hechos:
“Hombres de Israel, oíd estas palabras: Jesús de Nazaret fue hombre acreditado por Dios ante vosotros con hechos poderosos, maravillas y señales que Dios hizo por medio de él entre vosotros, como vosotros mismos sabéis.” Hechos 2:22.
Y Jesús dijo:
“Las palabras que yo os hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que mora en mí hace sus obras.” Juan 14:10.
Vemos, por los versos de arriba, que era Dios, el Padre de Jesús, que realizaba los milagros por intermedio de Él. No podemos curar las personas y hacer milagros por nosotros mismos. Jesús tampoco podía. Vemos por lo tanto, que Jesús era un ser humano tan limitado físicamente como nosotros, cuando estuvo aquí en la Tierra; y si él pudo hacer los milagros y las obras de misericordia por el poder de Dios que recibía por la fe; si fue perfectamente obediente a la ley por medio del poder del Padre, que lo fortaleció, cuando vivió en la tierra; nosotros también podemos guardar todos los diez mandamientos como lo hizo, recibiendo, por la fe en él, el poder de Dios. Por la fe en Jesús, podemos ser perfectos así como él lo fue.
Después de la resurrección – hombre de carne y huesos
Cuando Jesús resucitó, ¿continuó siendo hombre, teniendo un cuerpo humano?, ¿ó pasó a subsistir con algún otro cuerpo? Veamos lo que él mismo dijo cuando apareció a los discípulos, después de su resurrección:
“Mientras hablaban estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: --Paz a vosotros. Entonces ellos, aterrorizados y asombrados, pensaban que veían un espíritu. Pero él les dijo: --¿Por qué estáis turbados, y por qué suben tales pensamientos a vuestros corazones? Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, pues un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. Al decir esto, les mostró las manos y los pies.” Lucas 24:36 – 40.
Jesús mismo dijo que era un hombre de carne y hueso cuando apareció a los discípulos después de haber resucitado. En la carta a Timoteo, Pablo declara que Jesús es un hombre hoy en el cielo, trabajando como nuestro Mediador:
“Porque hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” I Timoteo 2:5
Por lo tanto, entre Dios, nuestro Padre Celestial, y nosotros, sus hijos, hay un mediador, un Hombre, Jesucristo. Él es hombre, según la Palabra, y como hombre intercede por nosotros hoy en el cielo. El apóstol Pablo nos aclara que él no se avergüenza de nosotros al llamarnos – hombres – hermanos – vea en Hebreos 2:11 y 17:
“Pues tanto el que santifica como los que son santificados, todos provienen de uno. Por esta razón, él no se avergüenza de llamarlos hermanos,”
“Por tanto, era preciso que en todo fuese hecho semejante a sus hermanos, a fin de ser un sumo sacerdote misericordioso y fiel en el servicio delante de Dios, para expiar los pecados del pueblo.” Hebreo 2:11 y 17.
Por lo tanto, tenemos hoy un hermano de nuestra raza intercediendo junto a Dios a nuestro favor – el hombre Jesucristo.
En el habita toda la plenitud de la divinidad
“Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;”
Colosenses 2:8, 9.
El texto de arriba fue escrito por Pablo después de Cristo haber resucitado. Es usado por muchos como prueba de que Jesús es un Dios, allá en el cielo, juntamente con el Padre. Esto porque el texto dice que en Cristo habita “toda la plenitud de la Divinidad”. ¿Pero será que es esto que Dios desea que entendamos? Vimos hasta aquí que la Biblia revela que Jesús es hoy un hombre en el cielo. El texto de arriba no puede estar contradiciendo lo que la palabra de Dios ya reveló. Dios no es un Dios de confusión. Vemos, por lo tanto, que el significado del texto de arriba es otro. ¿Cual es el conocimiento de ese pasaje, que armoniza con la palabra de Dios? Al compararse con otro pasaje, podemos llegar a esta conclusión. La Biblia dice que nosotros podemos ser llenos de la plenitud de Dios:
“seáis plenamente capaces de comprender, junto con todos los santos, cuál es la anchura, la longitud, la altura y la profundidad, y de conocer el amor de Cristo que sobrepasa todo conocimiento; para que así seáis llenos de toda la plenitud de Dios.” Efesios 3:18, 19.
De acuerdo con el verso de arriba, nosotros, los seres humanos, podemos ser llenos de “toda” la plenitud de Dios. La palabra “toda” es el femenino de “todo”, que significa completo, entero, total, que no deja nada fuera. El verso quiere decir entonces que podemos ser tomados de la completa plenitud de Dios. Sin embargo, estamos conscientes de que, todavía que esta promesa de la Escritura se cumpla en nuestras vidas. Continuaremos siendo hombres, pero lo que ganaremos es que el carácter, ó la santidad de Dios se manifestarán plenamente en nuestras vidas. El texto de arriba expresa el deseo de Dios de que seamos tomados, poseídos, de toda Su santidad. Esto es tener toda la plenitud de Dios.
Volvamos ahora al ejemplo de Jesús. El texto dice que en él habita toda la plenitud de la Divinidad. Sabemos por la revelación de otros pasajes de la Biblia, que él es hoy un hombre de carne y hueso, como nosotros lo somos. Sabemos también que Dios constituyó a Jesús como nuestro ejemplo. Si el deseo de Dios para nosotros es que seamos tomados por la plenitud de la Santidad, es porque ciertamente Jesús fue tomado de la plenitud de Su Santidad. Dios no nos pide que Jesús no haya alcanzado. Aquí llegamos a la forma por la cual podemos entender el texto de Colosenses 2:8, 9, sin distorsionar los otros pasajes de la Biblia que afirman que Jesús es un hombre. Al decir que en Jesús habita toda la plenitud de la Divinidad, Dios se está refiriendo al hecho de que, en Jesús, habita la plenitud de Su Santidad. Si analizamos con atención el contexto de Colosenses 2:8, 9, vemos que era relativamente a la santidad de Cristo que Pablo se estaba refiriendo, no al hecho de probar que él era un “dios”:
“Por tanto, de la manera que habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andad en él, firmemente arraigados y sobreedificados en él, y confirmados por la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias. Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo. Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;” Colosenses 2:6 – 9.
Note que la exhortación de Pablo a los colosenses en el verso de arriba es con el objetivo de que ellos sigan el ejemplo de Jesús, como él dice:
“de la manera que habéis recibido a Cristo Jesús el Señor, así andad en él, así como habéis sido enseñados” Colosenses 2:6, 7.
En la secuencia del texto, Pablo les exhorta a no desvirtuarse del modelo de Cristo:
“Mirad que nadie os lleve cautivos por medio de filosofías y vanas sutilezas, conforme a la tradición de hombres, conforme a los principios elementales del mundo, y no conforme a Cristo” Colosenses 2:8
Pablo entonces, presenta la razón por la cual ellos no deben desviarse del ejemplo de Cristo:
Porque en Él es que habita la plenitud de la SANTIDAD (significado de la palabra Divinidad en el texto):
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad;”
Colosenses 2: 9.
Una vez que Jesús es nuestro modelo de SANTIDAD, solo podemos tener el carácter moldeado según el padrón de santidad permaneciendo en él. Es eso lo que Pablo dice en otras palabras en la secuencia del texto, al aclarar que es permaneciendo en él que somos perfectos:
“y vosotros estáis completos en él, quien es la cabeza de todo principado y autoridad.”
Colosenses 2:10.
Vea que la palabra “Divinidad” es atribuida a Cristo como algo que debemos alcanzar. La Escritura concuerda con este conocimiento:
“Mediante ellas nos han sido dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas seáis hechos participantes de la naturaleza divina, después de haber huido de la corrupción que hay en el mundo debido a las bajas pasiones.” II Pedro 1:4
Pablo escribió, en Colosenses, que no debemos desviarnos de Cristo porque en él habita la plenitud de la Divinidad, y si permanecemos en Cristo somos perfeccionados. Si la palabra “Divinidad” fuese usada con el objetivo de mostrar a Jesús – Dios, Pablo estaría presentando al hombre un ideal inalcanzable, pues por más que el hombre permanezca en Cristo, nunca se tornará un “Dios”. La mayor mentira que ya fue contada a un ser humano fue la de la serpiente a Eva, de que ella podría ser igual a Dios (ver Génesis 3:5). Esto es imposible.
Capítulo 6 – El Bautismo
El bautismo en Mateo 28:19
“Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándoles en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo,” Mateo 28:19
Sin embargo, este texto, de la forma como se presenta en las Biblias de nuestros días, no prueba que exista más de un Dios, aparte del Padre (puesto que este no es el tema tratado en el texto), es por muchas personas utilizado como evidencia de que debemos bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Según leemos en el texto, Jesús estaría ordenando a los discípulos que hiciesen discípulos y los bautizasen en nombre de tres personas. Sin embargo, al leer en la palabra inspirada como los discípulos cumplieron la orden de Jesús, ocurre algo muy intrigante:
“Pedro les dijo: --Arrepentíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.”
Hechos 2:38.
Pedro predicó el arrepentimiento y clamó a los judíos para que fuesen bautizados, no en nombre de tres personas, como supuestamente enseña el texto de Mateo 28:19, sino “en nombre de Jesús”. ¿De donde sacó Pedro esa orden para predicar el arrepentimiento y bautizar en nombre de Jesús? Vemos que Jesús ordenó predicar el arrepentimiento en Su Nombre, en el libro de Lucas:
Dijo Jesús:
“Entonces les abrió el entendimiento para que comprendiesen las Escrituras, y les dijo: --Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese y resucitase de los muertos al tercer día; y que en su nombre se predicase el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.” Lucas 24:45-47.
Pedro predicó el arrepentimiento en nombre de Jesús, conforme al texto de Lucas de arriba. Y apeló a los creyentes para que se bautizasen en el nombre de Jesús, lo que no está en armonía con la orden que aparece en las versiones actuales de Mateo 28:19. ¿Bendijo Dios tal apelo de Pedro? La Escritura relata que sí:
“Así que los que recibieron su palabra fueron bautizados, y fueron añadidas en aquel día como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en las oraciones. Entonces caía temor sobre toda persona, pues se hacían muchos milagros y señales por medio de los apóstoles.” Hechos 2:41-43.
Y ese no fue el único bautismo hecho en el nombre de Jesús relatado en la Biblia (lea también Hechos 8:16; 19:1-5). Sabemos, por la Biblia, que Dios nunca bendice los esfuerzos de un hombre cuando está en desobediencia abierta. ¿Cómo puede ser entonces que, ordenando Jesús que se bautizase en nombre de tres personas en Mateo 28:19, Pedro predicase el bautismo solamente en el nombre de Jesús, y Dios bendijera su obra? La respuesta es: Dios no lo haría, a menos que Pedro estuviese cumpliendo la orden exactamente dada por Cristo. Siendo eso verdad, el original de Mateo 28:19 nunca podría ser lo que conocemos en las Biblias actuales. La traducción de Mateo 28:19 debe presentar alguna equivocación. Buscamos pruebas de que las cosas son realmente así, y comprobamos:
“De acuerdo con el editor de Christadelphian Monastshefte, Eusebio, entre sus muchos otros escritos, compiló una colección de textos corrompidos de las Santas Escrituras, y ‘la más seria de todas las falsificaciones denunciadas por él, es sin duda el tradicional pasaje de Mateo 28:19.’…
De acuerdo con Conybeare:
‘Eusebio cita este texto (Mateo 28:19) ves tras ves en obras escritas entre los años 300 y 336, nominadamente en sus largos comentarios sobre Salmos, Isaías, su Demostración Evangélica, su Teophany…en su famosa historia de la iglesia…Yo tengo, después de una investigación moderada en estas obras de Eusebio, dieciocho citas de Mateo 28:19, y siempre da la siguiente forma:
“Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, en mí nombre, enseñándolos a observar todas las cosas, todo lo Yo vos ordené’
…Y Eusebio no se contentó meramente en citar el verso de esta forma, sino en más de una vez comenta sobre él en una forma tal que parece querer mostrar cuanto se fijó por las palabras ‘en mí nombre’. Así, en su Demostración Evangélica, él escribe como sigue (col.240, p. 136):
“Pero él no les ordenó hacer discípulos de todas las naciones, simplemente y sin calificación, sino con la adición especial ‘en mi nombre’. Pues tan grande era la virtud vinculada a este apelo que el apóstol dice: ‘Dios le dio un nombre encima de todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra, y sobre la tierra’. Estaba en lo cierto, por tanto, que debería enfatizar la virtud del poder residente en su nombre, pero escondido a muchos, y por eso dijo a sus apóstoles: ‘id y haced discípulos de todas las naciones, en mí nombre’”(resaltados nuestros) (Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 13, 14).
El texto de arriba muestra que Eusebio en sus escritos, citaba textos de la versión del evangelio de Mateo que tenia a su disposición, y los transcribía como: “bautizándolos en Mi nombre”, en nombre de Jesús. Según la fuente de arriba, Eusebio de Cesárea denunció la adulteración del texto de Mateo 28:19. Según él, el texto original no mandaba bautizar en el nombre de tres personas. ¿Quien fue Eusebio de Cesárea? ¿Qué crédito podemos dar a las afirmaciones sobre Mateo 28:19? Veamos lo que dice una publicación de 1902 sobre él:
“F.C Conybeare, en el Hibbert Journal, Octubre, 1902
‘de los autores de los testimonios escritos del texto del nuevo Testamento según se encontraban los Manuscritos Griegos de 300-340 D.C, ninguno es tan importante como los de Eusebio de Cesárea, pues él vivió en la mayor Biblioteca Cristiana de aquella época, aquella de origen Pamphilius, que nominadamente, colectaron. No es exagerado decir que a partir de esta simple colección de manuscritos en Cesárea se deriva la mayor parte de la literatura anti-Nicenita remaneciente. En esta biblioteca, Eusebio debe haber manoseado habitualmente códigos de los evangelios de solo doscientos años atrás que es el más antiguo de los grandes manuscritos que tenemos ahora en nuestras bibliotecas’.” (resaltado nuestros) (Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 15).
Según la fuente de arriba, Eusebio es el que estaba en mejores condiciones de acceder a los originales de los manuscritos del Nuevo Testamento, pues tenía a su disposición manuscritos de los evangelios que datan casi de la época de los propios apóstoles, una época en la cual la iglesia todavía preservaba su pureza. Y él citaba frecuentemente que la orden contenida en Mateo 28:19 era: “bautizando en Mi nombre”. Creemos conveniente también colocar algunas referencias más sobre él, a fin de mostrar cuanta credibilidad se puede atribuir a su obra:
“Mosheim, en una nota editorial:
‘Eusebius Pamphili, Obispo de Cesárea en la Palestina, un hombre de vasto conocimiento y erudición, y que adquirió fama inmortal por sus trabajos en historia eclesiástica, y en otros ramos del conocimiento teológico. … hasta cerca de los 40 años de edad él vivió en gran intimidad con el mártir Pamphilius, un hombre instruido y devoto de Cesárea, y fundador de una extensa biblioteca allí, de la cual Eusebio derivó su vasto conocimiento’.
Dr. Wescott, en ‘General Survey’, pg. 108
‘Eusebio, a cuyo celo nosotros debemos la mayor parte de la historia conocida del Nuevo Testamento’.
Peaje Bible Commentary, pg. 596
‘El más importante escritor en el primer cuarto siglo fue Eusebio de Cesárea… Eusebio era un hombre de poca originalidad ó juicio independiente. Pero era grandemente versado en la literatura griega Cristiana del segundo y tercer siglos, parte del cual está irreparablemente perdida, y las generaciones subsecuentes tienen una gran deuda con su honesta, y algunas veces no poco perjudicada, erudición’…
Mosheim, nuevamente, en una nota editorial
‘Eusebio era un historiador imparcial, y tuvo acceso a las mejores fuentes para componer una correcta historia, según su época permitía’.”
(Fuente: A Closer Look at Matthew 28:19, A Study In Textual Criticism, Edited By Mark Kennicott, 2000, pgs. 12 y 13).
El trabajo de Eusebio nos muestra que, según los textos originales, la orden de Jesús fue para que bautizasen en Su nombre. No hay ni siquiera un relato de la Biblia de algún bautismo realizado en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo, según el texto de las traducciones modernas de Mateo 28:19. Todos son hechos en nombre de Jesucristo. Vemos por tanto, que Mateo 28:19 presenta un problema de traducción, pues su texto, de la forma como lo leemos en las Biblias modernas, no armoniza del todo de las Escrituras. Algunas personas, para defender la valides de Mateo 28:19 de la forma como se presenta en las Biblias modernas, dicen que todo era hecho en el nombre de Jesús en aquella época porque entonces el nombre de Jesús era el objeto de discusión entre los judíos y los apóstoles. Sin embargo, cuando analizamos el texto de hechos 19, este argumento cae por tierra:
“Pablo, después de recorrer las regiones interiores, bajó a Efeso y encontró a ciertos discípulos. Entonces les dijo: --¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Ellos le contestaron: --Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo. Entonces dijo: --¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos respondieron: --En el bautismo de Juan. Y dijo Pablo: --Juan bautizó con el bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en el que había de venir después de él, es decir, en Jesús. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús. Y cuando Pablo les impuso las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo, y ellos hablaban en lenguas y profetizaban.”
Hechos 19:1-6.
El pasaje de arriba relata el caso de algunos creyentes en Efeso que habían recibido el bautismo de Juan el bautista. Ellos dijeron a Pablo: “--Ni siquiera hemos oído que haya Espíritu Santo”. Es evidente por tanto, que no fueron bautizados en nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo como es ordenado en Mateo 28:19. Si hubieran sido bautizados en nombre de los tres, ciertamente habrían oído hablar de la existencia del Espíritu Santo. El pasaje sigue RELATANDO QUE FUE DESPUES QUE ESOS CREYENTES FUERON BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DEL Señor Jesús” que “vino sobre ellos el Espíritu Santo” y hablaban otras lenguas y profetizaban. Vemos que el propio cielo reconocía el bautismo de Jesús. Queda claro que los discípulos no bautizaban en la época en nombre de Jesús por ser este el nombre de disputaron los judíos, pero así lo hacían por obediencia a la orden de Cristo.
Los creyentes en efesios habían sido bautizados en un bautismo diferente (en este caso, el bautismo de Juan), pero fue un poco después de fueron bautizados en el bautismo en nombre de Jesús que recibieron el Espíritu Santo. El cielo no enviaría el Espíritu Santo mediante la realización de un bautismo diferente de aquel que fuera ordenado por Jesús. Vemos por tanto, que Jesús había ordenado bautizar en Su Nombre, y el texto de Mateo 28:19, de la forma que aparece en las Biblias modernas, contiene un error de traducción, una vez que no armoniza con diversos pasajes de las Escrituras en el libro de Hechos. De hecho, por escudriñar las Escrituras, vemos que Eusebio de Cesárea no solamente estaba en lo cierto al denunciar que el texto de Mateo 28:19 fue adulterado, como también cual es el original de ese pasaje, que está en armonía con toda las Escrituras:
“Por tanto, id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en Mí nombre…”
Mateo 28:19.
Perciba que no es necesario conocer el idioma original, ni haber estudiado teología para percibir que el texto de Mateo 28:19 según las versiones modernas está mal traducido. Un estudio cuidadoso, con oración, comparando pasaje por pasaje de los textos de la Biblia que tenemos en nuestro propio idioma nos lleva a la verdad, como la propia Escritura afirma:
“Porque mandato tras mandato, mandato tras mandato; línea tras línea; un poquito allí, un poquito allí..."
Isaías 28:10.
Vea que no es necesario demostrar por la arqueología que la versión de Eusebio de Cesárea presentada arriba es más fidedigna de lo que las versiones que presentan el bautismo en nombre del Padre, del Hijo y Espíritu Santo; la propia verdad presentada en los pasajes relacionados con el tema muestra que, de las dos versiones, la de Eusebio (bautizándolos en Mi nombre) es la única que puede estar correcta, pues no contradice el testimonio de las Escrituras. Lo mismo se da con todo lo presentado en este libro con relación al único Dios, el Padre. Dios prometió mostrar sus verdades a los humildes que estudian con oración. Y cada vez que una verdad es cuestionada, no creída y despreciada por la gran mayoría de los teólogos y líderes religiosos es descubierta por humildes seguidores de Cristo, y ahí se cumple la Palabras del Maestro:
“Jesús respondió y dijo: "Te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños.”
Mateo 11:25.
Por lo tanto, no nos preocupemos por nuestros pastores, líderes de la iglesia, doctores en teología y otros estudiosos y predicadores famosos de la Biblia que no aceptan el testimonio de las Escrituras. No permitamos que la influencia de ninguno de estos hombres, ni todos en conjunto, nos retire la perla de la verdad bíblica del corazón, descubierta después de estudio fervoroso con ayuno y oración. Sea la palabra de Dios nuestro único guía de fe y práctica, y no las enseñanzas de los hombres. Que la Escritura se cumpla en esto:
“Está escrito en los Profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oye y aprende del Padre viene a mí.”
Juan 6:45.
“Que lo misioneros de la cruz proclamen que hay un solo Dios, y un Mediador entre Dios y los hombres, el cual es Jesucristo, el Hijo del Infinito Dios. Esto necesita ser proclamado en cada iglesia en nuestra tierra.”
(Battle Creek, 21 de Enero 1891)
(Fuente: 1888 Materials, pg. 886) E.G.W.
Capitulo 7 - ¿Qué Hacer Ahora?
“Porque de todo aquel a quien le ha sido dado mucho, mucho se demandará de él; y de aquel a quien confiaron mucho, se le pedirá más.”
Lucas 12:48
Es posible que el mensaje presentado en este libro, a pesar de ser una verdad conocida desde que la Biblia fue escrita, sea nueva para usted. Toda la verdad que aprendemos, una vez creída, exige una decisión, pues la Escritura dice:
“Por eso, aunque antes Dios pasó por alto los tiempos de la ignorancia, en este tiempo manda a todos los hombres, en todos los lugares, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del Hombre a quien ha designado, dando fe de ello a todos, al resucitarle de entre los muertos.”
Hechos 17:30, 31.
Sin embargo no lleve en cuenta los tiempos en la ignorancia de la verdad, ahora que conocemos por la Escritura que hay un solo Dios, el Padre, tenemos que tomar una decisión. ¿Aceptaremos el mensaje? ¿Ó lo rechazaremos? ¿Estaremos entre los fieles ó los infieles? Esa decisión es individual; y oramos para que usted y todos los que leen este libro puedan estar entre los fieles que aceptan y permanecen en la verdad.
¿Qué espera Dios de aquellos que aceptan este mensaje y se deciden por el único Dios, el Padre, en lugar de la trinidad? El cambio de un Dios no revelado en la Biblia (trinidad) por el verdadero Dios, representa el abandono de la idolatría (adorar el dios falso) para la verdadera adoración; el dejar de transgredir el primer mandamiento para prestarle obediencia a Él. Para los que toman esa decisión, Dios, nuestro Padre de amor, aconseja:
“No os unáis en yugo desigual con los no creyentes. Porque ¿qué compañerismo tiene la rectitud con el desorden? ¿Qué comunión tiene la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía hay entre Cristo y Belial? ¿Qué parte tiene el creyente con el no creyente? ¿Qué acuerdo puede haber entre un templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos! dice el Señor. No toquéis lo impuro, y yo os recibiré; y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
II Corintios 6:14-18.
Muchos no aceptarán este mensaje, mientras pocos lo recibirán; pero es el designio del Señor que haya separación marcada entre los obedientes y los desobedientes: “No toquéis lo impuro, y yo os recibiré; y seré para vosotros Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
No podemos tomar parte en cultos donde un dios falso es invocado (trinidad)), pues haciéndolo así, estaremos de acuerdo con un culto idolátrico. El Señor no se agradaría de esto. La separación, es el paso recomendado por El a fin de que seamos reconocidos como Sus hijos. ¿Dónde nos congregaremos? Podemos congregarnos con los creyentes del único Dios en nuestras casas, como lo hacían aquellos que aceptaban el mensaje predicado por los apóstoles:
“Pablo, preso por causa del Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a Filemón amado, y ayudador nuestro;
y a la amada Apia hermana, y a Arquipo, compañero de nuestra milicia, y a la Iglesia que está en tu casa:”
Filemón 1,2
“Saludad a los hermanos que están en Laodicea: a Ninfa y a la iglesia que está en su casa.”
Colosenses 4:15.
“Saludad a Priscila y a Aquilas, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron sus cuellos por mi vida, y a quienes estoy agradecido, no sólo yo, sino también todas las iglesias de los gentiles. Saludad también a la iglesia de su casa.”
Romanos 16:3-5.
Los pasajes de arriba son adecuados para enseñarlos en nuestro tiempo, y dignos de nuestra atención y obediencia, pues está escrito que:
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.”
II Timoteo 3:16,17.
Capitulo 8 – El Unico Dios vs. la Trinidad – ¿Cuál Revela el Amor Divino?
La Biblia dice que Dios es nuestro Padre, y cuando creemos en Jesús nos hacemos “hijos de Dios”. Sin embargo la creencia de la trinidad lleva al fiel a creer que es hijo de tres personas iguales, de tres gemelos (mellizos), y no de un Padre espiritual (celestial). Dios es amor y para tener amor, debemos conocerlo. Pero según la Biblia, “hay un solo Dios el Padre” (I Cor. 8:6). Si busco conocer trillizos (Tres) como mi Padre, no los encontraré en la Biblia. No puedo reconocer un dios que no es revelado en las Escrituras.
Está escrito que:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna.”
Juan 3:16
Lo que lleva el apóstol a escribir que de tal manera amó Dios al mundo, es el hecho de que Él dio Su Hijo Unigénito – el único hijo generado que poseía. Realmente podemos entender que es un gran sacrificio para un padre entregar al único hijo que tiene. La experiencia de Abrahán e Isaac fue una lección objetiva del amor de Dios demostrado para el mundo. Al llevar a Isaac al altar, Abrahán experimentó en parte la perdida del hijo que él mismo sacrificaría, y pudo comprender mejor el amor de Dios.
Aquello que a Abrahán le fue impedido hacer, bajar el cuchillo e inmolar al hijo, Dios lo haría para salvarnos.
Si Dios fuera considerado una “unidad de tres personas coeternas” (trinidad), la belleza del mensaje de Juan 3:16 se pierde, y el sacrificio de Dios en nuestro favor pasa a ser una mera demostración de amor, no abnegado, egoísta. Explicamos: “si Dios son tres personas iguales coeternas, el Hijo de Dios no era de hecho Su Hijo, solamente asumió el papel de hijo para venir al mundo y dar su vida por nosotros. Siendo así, el Padre quedó en el papel de Padre, sentado en el trono, viendo al que hizo el papel de Hijo pasar por pruebas en la tierra y ser sacrificado por manos de inicuos. Si fuera así, veríamos que el Padre podría haber asumido el papel de Hijo, si lo quisiera, pero por alguna razón no revelada no lo hizo. Prefirió quedar sentado en el trono, en la posición más confortable, viendo a otro sacrificándose por nosotros. Siendo así, la declaración:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito”, deja de ser una declaración de Dios de la revelación del verdadero amor de Dios, para ser apenas una demostración de hipocresía, pues podríamos con razón preguntar: si nos amó, ¿porque no vino Él mismo a morir por nosotros en lugar de enviar Su igual que asumió el papel de Hijo, y se limitó a verlo morir? ¿Cuál es la posición más fácil – dar la vida ó sentarse y ver el sacrificio del hermano? Obviamente el segundo. Según la óptica trinitaria, el amor de Dios no puede ser visto en el sacrificio del Hijo. Y si nosotros no vemos el amor de Dios, no podremos tener amor, pues es por la contemplación que somos transformados.
Vemos, por lo tanto, que el mensaje del único Dios, el Padre, no es un sentimiento de exclusividad de los creen esto. Infelizmente, todos heredamos tendencias para el pecado, y como dice Pablo, hoy “Ahora vemos por espejo, en oscuridad;… ahora conozco en parte;” a Dios (I Cor. 13:12). Si Lo conocemos en parte, todavía no somos como El, pero si proseguimos en el conocimiento de El, finalmente conoceremos como somos conocidos, y seremos como Él, pues está escrito:
“Conozcamos y persistamos en conocer a Jehová. Segura como el alba será su salida; vendrá a nosotros como la lluvia; como la lluvia tardía, regará la tierra.”
Óseas 6:3.
Si proseguirnos en este estudio, ahora no es para saber cuantas personas son Dioses, ó quien es Dios (eso ya lo sabemos), sino para conocer el carácter de Dios y Su amor revelado y concretizado en Cristo en nuestro favor, seremos en breve agraciados con el derramamiento del Espíritu, y de la lluvia tardía.
Es verdad que muchas personas se salvarán sin conocer determinadas verdades de la palabra de Dios. Sin embargo, eso no demuestra que es mejor no buscar un mayor conocimiento de la Escritura. El ladrón de la cruz estará con Jesús en el paraíso, pero no por eso debemos de dejar de escudriñar en el conocimiento de Jesús y de Dios por medio de la Palabra. En vida debemos decir como Juan el discípulo amado: “aquél que no ama, no conoce a Dios, pues Dios es amor”, y todavía: “nosotros conocemos y creemos en el amor que Dios tiene por nosotros”. La verdadera experiencia cristiana lleva al creyente en una vereda sin fin, en la cual ocurre el perfeccionamiento del conocimiento del amor de Dios por medio del estudio de la Palabra y de la experiencia cristiana práctica. Pablo dijo en Efesio 3:14-19, que se ponía de rodillas delante del Padre, pidiendo para que los creyentes pudieran conocer las dimensiones, la anchura, altura y profundidad – del amor de Cristo, para que ENTONCES pudiesen ser llenos de toda la plenitud de Dios – y Dios es amor. El conocer la correcta relación de Padre y el Hijo existente entre Dios y Jesús es fundamental para que cualquier ser humano pueda ser lleno de la medida de amor que Dios desea concederle.
“Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo a quien tú has enviado.”
Juan 17:3
Que todos prosigan en el conocimiento del amor de Dios, que se manifestó a nosotros por el sacrificio de Su único Hijo generado, Jesucristo, es nuestro sincero deseo y oración. Amén.
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